OPINIóN
Educación: los diferentes actores

Padres y maestros, pandemia y post pandemia

Qué aprendizajes le deja a la sociedad la experiencia educativa remota respecto a los nuevos roles y protagonismos en la modalidad de enseñar y aprender.

Diego Quindimil 20201124
Diego Quindimil | Cedoc Perfil

Podemos pensar que el COVID-19 funcionó como un catalizador de hechos que estaban a la vuelta de la esquina. Y la educación no es la excepción.

En esos meses, se ha vivido una suerte de tecnologización a empujones que desnudó la cara de la desigualdad en el ámbito educativo en cuanto al acceso a los recursos y a calidad de la educación. En la pandemia se incrementaron las demandas a las escuelas, exigiendo respuestas más diversas e intensas que a otras instituciones.

Los docentes, por su parte, tuvieron que salir a dar la batalla sin preparación previa, porque había que seguir. Algunos con más recursos propios y otros con menos.

Esto derivó en una creciente tensión en el vínculo maestros y padres. En algunos casos, existieron acusaciones cruzadas: “Los padres sobreprotegen a los hijos desautorizando a los docentes”, “Los padres no pueden educar a sus propios hijos y nos piden a nosotros los docente que hagamos su tarea”, “Los padres no se interesan en lo que sus hijos hacen en la escuela, les pedís ayuda y no están, somos un depósito de niños”.

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Y por otro lado he escuchado frases como “además de trabajar y estar con mi hijo todo el día porque las escuelas están cerradas, tengo que hacer de padre y maestro”, “Que fácil es ser maestro, metes un Zoom un rato y listo”, “Si hasta yo me aburro en la clase de esos maestros imagínate mi hijo que tiene 10 años, qué poca creatividad”.

En este contexto de incertidumbre como el actual, las tensiones son difíciles de canalizar. Entonces, parece más fácil destruir que construir. Me parece más recomendable en este contexto intentar construir y analizar qué obtuvimos en esta crisis.

En este marco de incertidumbre los docentes no dejaron de trabajar desde marzo a la actualidad. Aprendieron recursos que nunca usaron y no solo eso, tuvieron que enseñar a usar esos recursos. Los docentes y sus clases entraron a las casas. El esfuerzo fue constante para dar clases a la distancia. Y fundamentalmente aquellos docentes que también cumplieron tareas sociales, más allá de la computadora, dando lo mejor que tenían a mano.

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Al mismo tiempo, los padres enfrentan la pandemia con una incertidumbre que abruma. Sosteniendo a sus hijos, alentando el conocimiento, adaptándose a un modo de aprendizaje inimaginado.

Estamos en una tormenta inesperada, hay quienes la están atravesando en un trasatlántico y otros en una balsa. Es vital poder reparar los daños y preparar los equipos para continuar de la mejor manera y si es posible, emerger fortalecidos.

En mi caso, en los diferentes lugares que ocupó el rol docente (UBA, UTDT y UMAI) el contacto con alumnos y docentes es más cercano. Ahora hablo con mucha más frecuencia que antes con ellos, nos preguntamos por nuestras familias, el modo de cada uno de transitar la pandemia, conozco mucho más su entorno que antes y ellos el mio, un “boomerang” afectivo. Tengo una cercanía emocional que no tenía.

Todos estamos comprobando que los mejores resultados se dan en colaboración, en todos los ámbitos, también entre docentes y padres.

Todo esto se realizó  tomando la novedad de la virtualidad con los propios recursos, que seguramente son limitados. Exhibiendo la intimidad del hogar de forma impuesta. Pero siempre apostando al conocimiento como fuente de desarrollo, alentando los progresos.

En estos meses difíciles -y quedan varios meses más hasta que la vacuna efectiva sea distribuida en todo el mundo- también aprendimos que es imprescindible buscar cercanías a pesar de las distancias, contacto emocional si no es posible el abrazo físico: “high touch”, alto contacto, en épocas “high tech”, de alta tecnología. No perder el contacto pese a la distancia.  

En general nuestras tareas no estaban pensadas para ser desarrolladas en soledad y en el hogar. Nuestras casas tampoco fueron preparadas como escenarios del home office: rápidamente tuvimos que generar espacios a fuerza de creatividad, con conexiones que a veces fallan y generan culpa, exhibiendo nuestra intimidad y, en algunos casos, además, siendo casi maestros de nuestros hijos en casa.

La virtualidad en la educación llegó para quedarse, la nueva modalidad educativa será híbrida, con momentos de presencia y otros virtuales. Tenemos la oportunidad de generar hoy un debate sobre qué contenidos vamos a educar, qué futuro y qué valores. Reforzar el concepto de comunidad, personas cohesionadas con el fin de fortalecer la calidad educativa -y de vida- a través del esfuerzo compartido.

La virtualidad en la educación llegó para quedarse

 

Parece necesario ganar el espacio del debate, que permita una educación más humana, que permita construir esa comunidad educativa, empática y solidaria. No hay garantía de que la cooperación y la educación nos salven. Pero con individualismo e ignorancia todos somos población de riesgo.

*Diego Quindimil. Psicólogo. Profesor UBA y UTDT. Director del Posgrado “Gestión Humana de las Organizaciones” (UBA) Director de la consultora Contenido Humano. IG: @contenidohumano