Las vacunas constituyen la herramienta más poderosa con la que contamos para combatir la pandemia de covid-19. Hace más de un año, a las pocas semanas de comenzada la pandemia, analicé las posibles estrategias para la reingeniería de drogas existentes y su eventual aplicación al virus de la actual pandemia, y las perspectivas de nuevos desarrollos de medicamentos. En ese entonces la visión de la Medicina era que el covid-19 era una enfermedad aguda y grave de las vías respiratorias, tal como lo define el acrónimo anglosajón de su agente causal (SARS-CoV-2), que se ha aceptado universalmente. La información acumulada desde entonces ha demostrado que lejos de ser solamente una enfermedad respiratoria grave, a veces mortal, el covid-19 es un síndrome multisistémico que puede afectar casi cualquier órgano, y a menudo a varios simultáneamente.
Se ha demostrado que lejos de ser solamente una enfermedad respiratoria grave, a veces mortal, el covid-19 es un síndrome multisistémico que puede afectar casi cualquier órgano, y a menudo a varios simultáneamente.
La tasa de vacunación a nivel mundial es hasta el momento muy baja, y el nivel de producción de las vacunas no promete mejoras sustanciales en el breve plazo. Por otra parte, existen marcadas desigualdades no fácilmente saldables entre los países industrializados del Norte y el resto del mundo en lo que respecta a la capacidad de compra, distribución y aplicación del insumo, factores que contribuyen a prolongar la incertidumbre de la población sobre cuándo podremos aplacar la pandemia y reducirla a una virosis estacional, como la gripe. En adición, las variantes más peligrosas del virus aparecidas en los últimos meses, y la posibilidad de que se produzcan mutaciones que generen nuevas variantes, hacen necesario desarrollar herramientas adicionales, independientes de las vacunas.
De allí que contar con drogas antivirales eficaces contra el SARS-CoV-2 mantiene su total vigencia. Además, para atender la demanda de los países de bajos recursos se requieren medicamentos de producción masiva, de bajo costo, que no demanden condiciones de conservación y transporte a muy baja temperatura, entre otros requisitos.
Cómo se propaga el coronavirus por el aire
¿Y qué tal si la droga pudiera administrarse por vía oral, sin necesidad de concurrir a un centro asistencial distante ni mucho menos aún requerir internación hospitalaria (con los consiguientes riesgos)? ¿No constituiría una enorme ventaja? Pues bien, en julio de 2020 se lograron sintetizar unos pocos miligramos de la droga PF-07321332, que previene la infección con el virus SARS-CoV-2. Lo hace inhibiendo una enzima del virus, la proteasa principal del virus, también denominada 3CL. Otra droga oral en etapa de ensayo es la MK-4482/EIDD-2802 (Molnupiravir), que bloquea la transmisión del virus SARS-CoV-2 en animales de laboratorio.
El Instituto de Alergia y Enfermedades Infecciosas de los Institutos de Salud de los EE.UU. (NIH) junto con la Universidad de Plymouth del Reino Unido también están trabajando en la MK-4482, inicialmente concebida para tratar el virus de la gripe, inhibe la replicación del virus SARS-CoV-2 si se administra 12 horas antes o después de contraer la infección. Estas drogas aún se encuentran en fases iniciales de evaluación. Si se confirmase la eficacia de las mismas, la disponibilidad de medicamentos de uso oral constituiría un gran paso en el control de la pandemia. El próximo paso es asegurar su producción masiva, amortizando sus costos con las ganancias provenientes de la venta de las vacunas.
*Investigador Superior Emérito del Conicet.