OPINIóN
investigación académica

La sociedad pide más empleo formal para salir de la crisis

Un estudio de UADE-Voices!, realizado en plena pandemia, revela que más del 90 por ciento de los argentinos creen que se debe reducir la informalidad laboral.

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Formalidad. El estudio demuestra que el trabajo registrado es una demanda social en la Argentina. La economía en blanco es un símbolo de desarrollo. | na

El reflejo más potente de la crisis seguramente podrá registrarse en el incremento de la pobreza. Organismos como Unicef señalan que al final del período especial sanitario la pobreza infantil estará alrededor del 60%. El dato explica por sí mismo el estado de cosas. Inmediatamente después aparece la cuestión del empleo. La pérdida de puestos de trabajo va en paralelo al cierre de empresas –especialmente pymes–, otro dato de la realidad acuciante.

La pérdida de puestos de trabajo y el aumento de la pobreza están ligadas directamente a otra cuestión precedente en la economía argentina: la informalidad. La informalidad laboral en la Argentina es un problema que debe resolverse: mientras los empleados pudieron cobrar sus ATP (Ayuda al Trabajo y la Producción), muchos informales ni siquiera pudieron acceder al IFE (el Ingreso Familiar de Emergencia). 

Un estudio de Centro de Investigaciones Sociales de UADE y Voices! revela que gran parte de la sociedad está muy preocupada por la cuestión. “Nueve de cada diez argentinos consideran que el Estado debería apoyar y formalizar a los trabajadores informales y no registrados”, señala una de sus conclusiones. Otra dice que “seis de cada diez encuestados afirman que los trabajadores informales contribuyen al crecimiento de la economía del país”. Y, sin embargo, “el 65% de la población cree que el trabajo informal perjudica a los trabajadores y comerciantes formales”.

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Nueve de cada diez argentinos consideran que el Estado debería apoyar y formalizar a los trabajadores informales y no registrados

Conclusiones. El estudio se realizó en plena pandemia. Fue a principios de mayo, en base a encuestas online complementadas con encuestas vía telefónica para lograr una cobertura adecuada de todos los sectores socioeconómicos en todo el país, alcanzando un total de 1.315 respuestas de personas de 16 años y más.

Los entrevistados permitieron formular una caracterización exhaustiva del sentido del trabajo informal en una economía como la argentina:  “Casi 7 de cada 10 encuestados (68%) coinciden en afirmar que el trabajo informal permite al trabajador satisfacer sus necesidades básicas y también progresar en la vida. Esta opinión es más común entre los más jóvenes, los habitantes del interior del país y los ciudadanos con menor nivel educativo y socioeconómico”, dice la presentación de la Universidad y la consultora que trabajaron en equipo.

A la consideración sobre la importancia del trabajo y de la necesidad de una intervención directa del Estado para mejorar la situación, los encuestados señalan que se genera una cierta asimetría con los trabajadores formales. Y que el fruto de su trabajo también es de calidad: “El 57% de los argentinos cree que los productos que comercializan los vendedores ambulantes y manteros son de igual calidad que los que uno puede comprar en cualquier local, percepción que es más común entre las mujeres y los ciudadanos de niveles socioeconómicos más bajos”.

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Andrés Cuesta, secretario académico de UADE y uno de los autores del estudio, lo sintetiza de la siguiente manera: “Si bien la mayoría (61%) reconoce que los trabajadores informales contribuyen al crecimiento de la economía del país, al mismo tiempo opina que esta situación perjudica a los trabajadores y comerciantes que pagan sus impuestos y cargas sociales (65%). Resulta lógico entonces que prácticamente la totalidad de los encuestados (92%) coincida en que el Estado debería apoyar la formalización de los trabajadores no registrados. En definitiva, existe una demanda social orientada a la equidad y el acceso a derechos que deberían estar garantizados, al tiempo que se reclama una carga fiscal justa para todos los actores. Esto supone políticas públicas conducentes a la generación de las condiciones necesarias para volver sustentable la producción y el trabajo”.

A lo que Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices!, agregó: “La emergencia del Covid-19 debería abrirnos los ojos sobre la desigualdad social que genera el trabajo informal en la Argentina. Lejos de ser la excepción, es la situación de un significativo porcentaje de las familias del país, afectando marcadamente a mujeres, jóvenes y los niveles socioeconómicos más vulnerables”.

Geografía. La expectativa sobre una mayor contribución del Estado en este sentido es muy amplia en todo el país. Pero se da en mayor medida en el Gran Buenos Aires, especialmente en comparación con la Ciudad de Buenos Aires. Y también aumenta a medida que se va bajando de estrato social. “Mientras que el 93% de los habitantes del interior del país y el 91% de los residentes del Gran Buenos Aires afirma apoyar este tipo de medidas, este porcentaje se reduce en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (84%).

La emergencia del Covid-19 debería abrirnos los ojos sobre la desigualdad que genera el trabajo informal

Esta afirmación también tiene menor porcentaje de apoyo entre aquellos ciudadanos de nivel socioeconómico más alto (84% frente al 91% en niveles medios y 94% entre los niveles más bajos). Asimismo, hay menor coincidencia al respecto entre aquellos que cuentan con mayores niveles educativos (86% entre quienes poseen educación universitaria o terciaria vs. 91% entre quienes cuentan únicamente con educación secundaria y 93% de quienes poseen solamente educación primaria). Cabe resaltar que el nivel de coincidencia con estas políticas es similar entre quienes cuentan actualmente con un trabajo y entre quienes no lo tienen, así como entre aquellos que cobran su salario tanto en blanco (92%) como en negro (91%)”.

Lo interesante es que sigue siendo una reivindicación de todo el conjunto de la sociedad.

Los más jóvenes son quienes valoran más la importancia de este tipo de tareas. Y también crece a medida que la mirada se acerca sobre los sectores más vulnerables: “Casi 7 de cada 10 ciudadanos (68%) estuvieron de acuerdo con afirmar que el trabajo informal permite al trabajador satisfacer sus necesidades básicas y también progresar en la vida, contra un 32% de encuestados que opinaron lo contrario. Esta opinión es más común entre los más jóvenes (77% de los encuestados entre 16 y 29 años estuvieron de acuerdo con esta afirmación, contra el 64% de quienes poseen 50 años o más) y algo más entre los habitantes del interior del país (70% vs. 67% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 64% en el Gran Buenos Aires). 

El 65% de la población coincidió en afirmar que el trabajo informal perjudica a los trabajadores

Asimismo, tal opinión se acentúa a medida que se desciende en la escala socioeconómica (56% en niveles altos y medio altos, 64% en niveles medios y 74% entre los niveles más bajos) y en la escala educativa (52% entre quienes cuentan con educación superior coinciden con esta afirmación, contra el 64% de quienes cuentan únicamente con nivel secundario y el 74% de quienes cuentan solo con nivel primario). Si bien no hay variación importante en los niveles de coincidencia sobre esta afirmación entre trabajadores y no trabajadores, estos niveles sí son más altos entre los trabajadores cuentapropistas (71%) que entre aquellos que trabajan en relación de dependencia (65%). Además, los niveles de coincidencia con esta afirmación son más altos entre los trabajadores del ámbito público (74%) que entre los del ámbito privado (64%). Asimismo, esta perspectiva es respaldada en mayor medida por quienes cobran su salario en negro (77%) que por quienes cobran la totalidad de sus ingresos en blanco (63%).

Cuentapropistas. Hubo ligeras variaciones en la mirada sobre los productos que ofrece la informalidad. 

Como dijimos, el 65% de la población coincidió en afirmar que el trabajo informal perjudica a los trabajadores y comerciantes formales que pagan sus impuestos y cargas sociales. Esta opinión prevalece con mayor fuerza entre los hombres (69% contra el 61% de las mujeres coinciden con esta afirmación) y entre aquellos con mayor nivel socioeconómico. El 71% de los encuestados pertenecientes a los niveles alto y medio alto compartieron esta perspectiva, contra el 64% de los encuestados de nivel medio y el 65% entre aquellos de nivel socioeconómico bajo y medio bajo. También hay una importante diferenciación de opiniones en términos etarios: mientras que el 69% de los respondientes de 30 años o más coinciden con esta posición, este porcentaje disminuye 14 puntos porcentuales en el caso de los encuestados de entre 16 y 29 años (55%). Asimismo, se advierten diferencias en términos geográficos, el 70% de los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el 71% de los habitantes del Gran Buenos Aires coinciden con tal afirmación, contra el 62% de los residentes del interior del país. Además, mientras que el 72% de los trabajadores pertenecientes al ámbito privado concuerdan con esta afirmación, este porcentaje se reduce al 58% entre aquellos pertenecientes al ámbito público.

Todos coincidieron en la importancia de solucionar el tema con urgencia.