OPINIóN
Columna de la UB

YouTube como espacio discursivo: la subjetividad entre dos mundos

Desde la masificación de internet, los seres humanos nos hemos visto atravesados por la creciente presencia en nuestras vidas de un nuevo y singular espacio.

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Era digital | Jaben 13 / Pixabay.

Desde la aparición, o más específicamente desde la masificación de internet, durante las primeras décadas de este siglo, los seres humanos nos hemos visto atravesados por la creciente presencia en nuestras vidas de un nuevo y singular espacio. El mundo online, inicialmente caracterizado en la literatura como diametralmente opuesto al mundo offline, hoy puede repensarse como parte de un continuum que transcurre entre espacios reales y virtuales, entendidos no ya como opuestos, sino como partes esenciales de un nuevo marco tecnológico que condiciona y reconfigura nuestra sociabilidad y las tantas prácticas sociales que nos definen y dan forma.

Desde su creación hace ya catorce años, YouTube parece haberse instalado como uno de los principales espacios virtuales de este continuum offline-online hoy prácticamente ineludible en nuestras vidas. Concebido por los especialistas del discurso dedicados a su estudio como una red social de creciente matiz interactivo, de carácter público/privado y multimodal, donde la comunicación “masspersonal” invita tanto a cualquiera de nosotros (o “You”) como a las antiguas emisoras de radio y televisión (por ejemplo, los canales de noticias hoy presentes en el sitio) a producir contenidos factibles de compartirse en múltiples direcciones (de uno a muchos, de uno a uno, de muchos a uno, y de muchos a muchos). De este modo, YouTube es actualmente el segundo sitio web más utilizado del planeta.

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Aquello que comenzara quizás inocentemente como un sitio para compartir videos amateurs se ha ido convirtiendo, a partir de fenómenos ampliamente estudiados como la convergencia mediática, en uno de los espacios virtuales de mayor relevancia. En él diversos hechos y acontecimientos del mundo offline son anclados al mundo online, a partir de videos que documentan sucesos de la vida cotidiana y de nuestra coyuntura, invitándonos a comentar, reaccionar, ver y volver a ver, instándonos en definitiva a participar e interactuar activamente con los contenidos disponibles a medida que habitamos y somos habitados por el continuum offline-online.

Lejos de tratarse de un mero archivo de materiales estancos, YouTube puede caracterizarse como un espacio discursivo sumamente dinámico, en el cual los videos (con sus grandes y pequeñas historias) se vuelven arenas propicias para la circulación pública del discurso. Habiéndose instalado como uno de los principales jugadores de cierta esfera pública amplificada por espacios virtuales de habla pública, YouTube sigue sumando voces grandes y pequeñas en un espacio online que poco tiene ya de aquella cultura hacker que le dio origen y parece orientarse cada vez más hacia prácticas comerciales inscriptas en cierta cultura de la imagen y de reality TV previa a su existencia.

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Ahora bien, a diferencia de un lápiz, de un video o de cualquier otra tecnología, el lenguaje no es algo cuyo uso pueda elegirse libremente. A diferencia de cualquiera de estos objetos y artefactos, el lenguaje no es una cosa externa, ajena a nosotros, a nuestro cuerpo, sino que se desarrolla irremediablemente en nuestra mente y se convierte, a medida que crecemos y nos volvemos seres socializados, en “la arcilla obligada” con la cual moldear nuestras instituciones, nuestras prácticas individuales y colectivas…En fin, nuestras tantas maneras de hacer y de ser.

Codificando y decodificando significados que trascienden la mera abstracción de la lengua, nos vamos forjando y postulando como sujetos, tanto en un plano personal o individual como en un plano social o colectivo. Nuestra subjetividad se forja con todas aquellas palabras, discursos y enunciados a los que hemos tenido acceso y que nos han ido habitando, moldeando, atravesando, casi sin darnos cuenta, en cada instancia de socialización, hasta lograr el producto final, siempre en (de)construcción, que podríamos denominar identidad, nuestro self o person-hood, es decir nuestra propia noción de un yo individual, un nosotros colectivo y un otro/s también forjados discursiva e intersubjetivamente.

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YouTube puede pensarse entonces como un espacio en sí mismo forjado por el discurso, moldeado por “la arcilla”, por el peso del lenguaje o de las prácticas discursivas que lo anteceden. Aunque también, como generador de “otros tipos de arcilla”, creador de nuevas prácticas de discurso que viajan con nosotros en nuestros celulares, tabletas y demás equipos móviles, acompañándonos en nuestro quehacer humano. En ese sentido, podemos analizar la aparición de nuevos géneros discursivos inherentes a YouTube (es decir, analizar la presencia en el sitio de determinados tipos de video que circulan como una clase de video en particular caracterizada por una serie de contenidos, temas y enunciados estables que hacen a su singular esencia discursiva). Entre ellos, pueden mencionarse los ya famosos travel blogs o videos en los cuales las personas comparten experiencias y consejos sobre viajes, como también el fenómeno de unboxing o videos que se proponen narrar la experiencia de adquirir y utilizar un producto (generalmente celulares o similares) a modo de comentario personal o reseña.

En resumidas cuentas, YouTube puede pensarse hoy como mucho más que un espacio de acopio o almacenamiento virtual de videos a compartir. Puede pensarse como parte de una esfera pública que discurre entre dos mundos, el mundo offline y el mundo online, concebidos ya como partes de un continuum que nos habita y nos da forma. YouTube puede verse, en suma, como un espacio forjado por el lenguaje, aunque también forjador de lenguaje, de maneras de hacer y de ser habilitadas por la palabra y por cierta circulación semipública del discurso.

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En un mundo donde los antiguos y claros límites que delineaban nuestros espacios subjetivantes-separando lo público de lo privado, lo íntimo de lo masivo- parecen haberse borroneado, nos queda sólo compartir el deseo de que estas nuevas prácticas y espacios de comunicación se conviertan también en espacios subjetivantes donde poder seguir apropiándonos de aquello que nos da entidad, que nos da forma, que nos permite ser y hacer. Espacios, en suma, donde el maravilloso espejo que es la palabra pueda seguir teniendo sentido.

* Docente e integrante del grupo de investigación LENCOTEC (Lenguaje, Comunicación y Tecnologías) de la Escuela de Lenguas y Estudios Extranjeros de la Universidad de Belgrano