OPINIóN
Arquitectura

Palacio de las Aguas

Un bello y gran depósito fue pensado a fines del 1800 para acompañar el inesperado crecimiento de la población porteña. Descomunal, tiene 4 fachadas de 20 metros de alto, que ocultan una gigantesca estructura metálica, que soporta 12 tanques que pueden guardar 72 mil toneladas de agua.

Palacio de aguas corrientes
Palacio de Aguas Corrientes | Cedoc

Consagrado como un jalón insoslayable del patrimonio cultural, tras una envolvente de excelente factura e imagen palaciega, el gran depósito de gravitación de agua corriente comenzó a consolidar, a fines del siglo pasado, un sistema sanitario sin precedentes en el medio local.

En las últimas décadas del 1800, el tendido de las infraestructuras buscó acompañar al inusitado crecimiento poblacional de la ciudad de Buenos Aires. Las características del aprovisionamiento de agua a través de aljibes, de pozos o por aguateros constituía una de las principales causas de enfermedad en los habitantes.

En busca de medidas paliativas, en 1869, se inauguró la Planta Lorea: un depósito de agua, de estructura de hierro y capacidad para 2300 m3 que, con sus 43 metros de altura, sobrepasaba a todas las construcciones existentes. Ubicado en el centro de la Plaza Congreso, recibía al fluido por bombeo desde el Establecimiento Potabilizador Recoleta (actual Museo de Bellas Artes).

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Sin embargo, la dinámica demográfica puso en crisis la incapacidad de la Planta para responder a toda la ciudad incipiente. Asimismo, la gravedad de las epidemias de principios de la década de 1870 hizo reflexionar acerca de la urgencia de un servicio de abastecimiento de agua potable mejor dotado.

En ese marco, se creó una Comisión de la que derivó la Comisión Nacional de la Obras de Salubridad, que funcionó hasta 1912 hasta ser reemplazada por Obras Sanitarias de la Nación para la ejecución de un sistema completo de obras de saneamiento general.

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Luego de descartar algunas localizaciones alternativas, en mayo de 1884 se elevó el proyecto de construcción de un gran depósito de gravitación de agua corriente para abastecer a toda la ciudad.

Enclavado en Balvanera, al borde de Barrio Norte, ocupaba toda la manzana comprendida por la avenida Córdoba y las calles Riobamba, Viamonte y Ayacucho. Era uno de los sitios más altos de la ciudad y de mayor densidad poblacional.

El Palacio de las Aguas

El agua, luego de ser sometida al proceso de purificación, llegaría al depósito para su almacenamiento y posterior distribución a las parcelas domiciliarias.La construcción del Gran Depósito de Gravitación se inició en 1887 y se inauguró en 1894. Fue proyectado por el ingeniero noruego Olaf Boye, bajo la dirección del ingeniero sueco Carlos Nyströmer, y construido por la empresa británica Bateman, Parsons & Bateman.

Su lenguaje buscó integrarse al entorno inmediato.

El propio Parsons afirmaba que: “el punto elegido se halla en un barrio que se está poniendo de moda” y que “el Gobierno había estipulado que el exterior debía ser de apariencia vistosa y estar en armonía con los edificios, tanto públicos como privados, que se estaban construyendo activamente en las inmediaciones”.

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El edificación ocupó toda la manzana y ofrece un sugestivo retiro de frente, enmarcado por jardines con palmeras y verjas de hierro sobre la línea municipal. Tiene planta cuadrada, a la que se la elevó algunos escalones. Sus cuatro fachadas, de 91 metros de lado y 20 de alto, ocultan una gigantesca estructura metálica, que soporta el peso de 12 tanques distribuidos en tres niveles, con capacidad para 72 mil toneladas de agua.

Se trata de un gran patio cuadrado central, de 18 metros. Y en el anillo formado por el cuadrado de los paramentos exteriores, se distribuyeron los tanques.En 1913 se puso en funcionamiento el Establecimiento San Martín, que reemplazaba al de Recoleta, y tres años más tarde, con la creación del Gran Depósito Caballito, los tanques del primer piso fueron desmantelados y ocupados por oficinas de administración.

Palacio insoslayable

Los muros perimetrales de la fachada han sido revestidos con mayólicas y ladrillos barnizados, con tonalidades terracota en la planta baja, realzadas con ocre en los sectores que sobresalientes y contrastadas con paños horizontales celeste-verdosos. Constituyen más de 300 mil piezas premoldeadas de cerámica vitrificada, de múltiples formas y colores. Con un calce perfecto entre elementos, quedaron adheridas con suma precisión entre sí y con el muro.Las figuras que se adosaron a las fachadas son florones y medallones con escudos nacional y provinciales, y cariátides emplazadas en los grandes ventanales centrales.

Con apariencia de palacio y aberturas simuladas, sus cuatro imponentes fachadas enmascararon los muros de contención del depósito de agua"

Se trata de una arquitectura exclusiva por sus dimensiones, por su destino y por su policromía, con rasgos eclécticos y una identidad definida. La envolvente se desligó constructivamente de la función. Con apariencia de palacio y aberturas simuladas, sus cuatro imponentes fachadas enmascararon los muros de contención del depósito de agua que ocupa en su interior. Para ello debió ser decorado convenientemente en relación con la monumentalidad de la obra.

Asimismo, cabe mencionar que cuando los edificios de la recién abierta Avenida de Mayo comenzaron a alcanzar la altura de 20 metros, exigida por reglamento, el agua no podía llegar por fuerza propia, y debió colocarse un servicio de bombeo directo a una cañería de distribución especial hacia tal avenida. Su cáscara, de excelente factura, nunca ha sido restaurada. En el año 1986 fue declarado Monumento Histórico Nacional por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.

El Palacio de las Aguas Corrientes, un gran depósito de gravitación, con simulación palaciega, comenzó a consolidar a fines del siglo pasado un sistema sanitario sin precedentes.Hoy continúa ejerciendo su función originaria. Se ha convertido en un jalón insoslayable de la cultura local y aspira a exaltar su calidad y su valor patrimonial.