Todos los días la covid suma un nuevo grupo de riesgo. Ahora, según informa el especialista en el tema del diario El País, Javier Sampedro, son las embarazadas. El feto, en apariencia no corre ningún riesgo aunque la madre se contagie pero esta, aparentemente, los corre todos, incluso la hospitalización y los efectos secundarios que implica la medicación para el embarazo. El estudio que se cita, procedente de la revista científica Nature, recomienda incluir al cada vez mayor contingente de población de riesgo a las embarazadas y darle prioridad en la vacunación. Posponer la reproducción, dice el periodista, hasta que el mundo sea seguro implica la extinción del género humano. De todos modos, si miramos los últimos índices demográficos nos daremos cuenta que este final podría ser pronto trending topic.
Salvo en la breve y perdida columna del periódico de papel (versión limitada, cada vez más, a los bares), la noticia no aparece en ningún medio masivo. Puede pensarse que el dato refuerza la idea del interés que está perdiendo la reproducción pero mejor adjudicarlo al modo de gestionar el presente.
Hoy en Londres –como en días anteriores– la covid está relegada a los temas de palacio; la familia real se encuentra enredada en un nuevo plot más cercano a una comedia de Peter Sellers que a un drama shakesperiano. En San Pablo, por tocar otro punto crítico con la gestión del virus, el primer plano es para el regreso de Lula. Volviendo a Madrid y sin que la pandemia esté fuera de control como en estos lugares, el caos político ha sustituido a los casos de corrupción del anterior monarca en la agenda mediática. El problema no es menor pero no es más importante que los contagios y las muertes. Por cierto, ayer se conmemoró el 11-M, día en el que 192 vecinos de Madrid murieron en el mayor atentando terrorista perpetrado en suelo español y los actos han ocupado una mención menos intensa que el informe meteorológico (aún cuando todavía hay sectores reaccionarios que vinculan los hechos a ETA y no a los yihadistas).
El estudio que se cita, procedente de la revista científica Nature, recomienda incluir al cada vez mayor contingente de población de riesgo a las embarazadas y darle prioridad en la vacunación
El problema político que ocupa los titulares de hoy (y los de mañana también) son las elecciones anticipadas en Madrid a las que ha convocado la presidenta de la Comunidad. Aquí la Constitución otorga la potestad al presidente de disolver las cámaras por anticipado y llamar a las urnas. La conservadora Isabel Díaz Ayuso gobierna en coalición con los liberales de Ciudadanos y el apoyo en la Asamblea de Vox, el partido de extrema derecha. Ante la posibilidad de que Ciudadanos salga del gobierno y pida una moción de censura, es decir, dictamine el final de la gestión ya que con sus votos tendría mayoría la izquierda, tal y como han hecho en Murcia donde gobernaba la misma coalición, la presidenta se ha adelantado. Mientras tanto, este movimiento político ocupa el foco mediático porque el Partido Popular puede ganar y gobernar con Vox con lo cual, entraríamos, en esta región, en una fase similar a la del partido de Matteo Salvini en el Veneto o el de Marine Le Pen en Perpiñan.
El tema es mayor y preocupante, con lo cual es lógico que la atención esté puesta en esta deriva. Pero el domingo se cumple otro aniversario, el del decreto del Estado de alarma que nos tuvo 99 días confinados y es probable que no reclame atención alguna (¡más de tres meses en cuarentena!). La nueva normalidad, al parecer, no ha sido otra cosa que el olvido. Como el de la reciente nevada.
Me he acordado de la nieve en Madrid al mirar un libro de reproducciones de obras de Romulo Macciò que fueron pintadas en Nueva York y muestra a la ciudad, en muchas de ellas, cubierta por la nieve. La intensidad con la que Macciò utiliza el blanco da a las imágenes una carga espectral, para nada abstracta aunque nos lleve a ello antes como excusa que como relato plástico. Es que no hay figuras humanas, solo cemento, piedra, algún árbol desnudo y nieve por todas partes; los coches están también tapados por la nevada y parecen jorobas que le han crecido a una ciudad anciana. Ayer observaba estas imágenes y recordaba, entonces, lo que sucedido aquí hace poco más de un mes y que en pocas semanas se ha convertido en una efeméride ya que nuestra memoria lo ha relegado al pasado. La analogía con los cuadros de Macciò llega por el espanto que provocaba una ciudad cubierta por sorpresa con una monumental nevada y, además, sin transeúntes por el efecto de la pandemia. Así podría ser, tal vez, el paisaje si olvidamos, además de reproducirnos, el cambio climático.
* Miguel Roig