OPINIóN
¿en el aula o en casa?

Por qué es importante

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Maestro. Con sus compañeros, los chicos tejen una trama de reconocimientos mutuos que da sentido y emoción a su vida diaria. | cedoc

Más allá de las tensiones políticas que ha suscitado la decisión de cerrar nuevamente las escuelas en el AMBA y las razones epidemiológicas que se aducen, para fundamentar esta decisión, es importante identificar y explicitar los motivos en que se asienta la necesidad de mantener las escuelas abiertas. 

Priorizo una motivación de justicia social. No parece que sea justo que los niños y jóvenes de los sectores populares sean siempre los más perjudicados cuando se toma una medida que se supone beneficia al conjunto de la sociedad. Estos chicos viven en zonas sin conectividad a internet, no cuentan con los soportes técnicos adecuados y tampoco gozan de un apoyo familiar en temas de saberes técnicos y culturales acordes con las saberes a los que referencia la educación de sus hijos.  Por lo tanto, sin escuela no aprenden o aprenden muy poco. 

Dentro de este grupo podemos diferenciar aquellos que provienen del corazón de la marginalidad. En estos sectores el vínculo con la escuela es débil, compite con desventaja con las exigencias de la sobrevivencia diaria y con otras ofertas que suelen estar a mano, que facilitan el sustento diario aunque los reenvía a una vida corta en el mundo del delito. Estos grupos sin escuela se caen del sistema y se quedan sin futuro. 

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La educación presencial es necesaria porque no tenemos un sistema pedagógicamente preparado para la virtualidad. Lo que hemos hecho en el largo año 2020 es dar clases por zoom, pasar videos o ejercicios por whatsapp. Esto no es una propuesta de enseñanza virtual, es un simulacro de presencialidad por vía virtual. No es un sistema de ida y vuelta donde los chicos participan activamente en el desarrollo de actividades, no incluye juegos virtuales, viajes o experimentos y otras múltiples estrategias pedagógicas para que los chicos se interesen, participen. No hay más que ver un chico aprendiendo con su Tablet a programar o realizando experimentos científicos con un juego, para darse cuenta que la virtualidad de la escuela no es esa. No, no estamos preparados para eso. Los chicos no aguantan más los zoom, ya no hay manera de poder mantenerlos frente a la pantalla. Así no aprenden. 

La escuela ocupa un lugar central en la vida de los chicos, allí se desenvuelve toda o casi toda su vida social, aman, odian, compiten, se divierten, aprenden los códigos de convivencia y tejen una trama de reconocimientos mutuos que da sentido y emoción a su vida diaria. La supresión de la escuela los dejó sin ese mundo, pasaron a ser hijos las 24 horas del día, perdieron autonomía, diversión, afectos, sentido. Los efectos psicológicos son variados, pero algunos son muy dolorosos. 

Están por supuesto los temas relacionados con el impacto en la organización de la sociedad y de la familia, que no son para nada menores. El tiempo en que los chicos están en clase, ya sea durante el día o en el año, constituye el dato básico sobre el cual se planifica toda la actividad de la sociedad y la familia. El tiempo de la jornada laboral de los padres, el tiempo de las actividades recreativas o los tiempos de encuentros familiares y así podríamos seguir al infinito.  

Si bien una parte de la población trabaja en su casa, muchos padres cuentan con el tiempo de la escuela para el cuidado de sus hijos. En estos casos se despliegan las solidaridades familiares y vecinales, pero cuando estos no están o los chicos ya son adolescentes la calle resulta ser el espacio de recepción. Si, como decimos, los aprendizajes están comprometidos por la ausencia de clases presenciales, el futuro de la sociedad está en juego. La educación es un bien estratégico tanto para el desenvolvimiento de la democracia como para el desarrollo económico. En el primer caso transforma a los miembros de la sociedad en ciudadanos con derechos capaces de identificar sus intereses y actuar de acuerdo a los mismos. La Argentina entendió esto muy tempranamente en su historia. Comprendió que para romper las relaciones de dependencias con tutores políticos y caudillos, lo que se necesitaba era una población educada. Se podrá argumentar que no lo logró del todo, pero seguramente la ignorancia no sería mejor.  En el campo de la economía los recursos humanos educados fueron históricamente parte de nuestro patrimonio. El desarrollo temprano de los servicios que requería la Argentina exportadora de granos se pudo realizar por la disponibilidad de mano de obra con buenos niveles de educación. La industrialización de mediados del siglo pasado encontró una población alfabetizada y en condiciones de incorporarse al proceso productivo. Hoy estamos en otra etapa de la economía, y a pesar de ser un país pobre, hemos desarrollado una interesante industria del conocimiento que era hace dos años la tercera exportación de la Argentina y cuyas empresas son demandantes de mano de obra calificada y no calificada.

Hay otro factor importantísimo a considerar que es el arribo de la sociedad digital que requiere una población capaz de participar activamente tanto en la realidad presencial como en la virtual. La interacción en ambos circuitos requiere la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades cognitivas que solo se adquieren en la escuela. 

Para que podamos construir un futuro de participación plena de todos los integrantes de la sociedad, con un sistema político democrático y una economía del siglo XXI necesitamos que las escuelas estén abiertas.

*Investigadora de Flacso. Integrante del Club Político Argentino.