OPINIóN
Clases y pandemia

Recuperar la docencia

A la difícil situación salarial de docentes se suma el coronavirus. "Hoy ser docente equivale a ser pobre y tener una vida limitada a cubrir lo mínimo vital."

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De regreso. En distintas provincias las escuelas repiten las medidas sanitarias básicas. | telam

Entre el lunes 1º y el 3º de marzo inician las clases presenciales en todo el país. A la Ciudad de Buenos Aires, Jujuy y Santiago del Estero se sumarán otras catorce provincias incluidas Buenos Aires, Salta, San Juan, San Luis, Mendoza, Santa Cruz, Entre Ríos, Córdoba, Chubut, Chaco, entre otras. Un inicio con una paritaria nacional exprés que está muy lejos de resolverse el problema salarial docente, expresión del “pacto social” entre los gremios y el gobierno. ¿Qué dijeron allí? Que el salario docente era “muy importante”. Los números tienen la fuerza de hablar por sí solos. En diciembre, esa paritaria, con sumas en negro e incentivos, fijó el cargo testigo a nivel nacional en $27.500. Se acaban de acordar tres cómodas cuotas de marzo a septiembre, con promesa de revisión. Un 32%. ¿Mucho o poco? Veamos el contexto, Para diciembre 2020, el INDEC establecía la línea de pobreza en $54.208. Con dos cargos, el conjunto de la docencia orilla esa etiqueta. Ya ni hablemos de valores más realistas como los de ATE-INDEC. Para el mismo período establecía que en GBA una familia tipo necesitaba $82.086, en Cuyo y NOA un promedio de casi $71.300, en NEA $73.059, en la región Pampeana $75.309 y en Patagonia $80.272. En todos los casos, el punto de partida de la medición es el mismo: desde los años ochenta, el INDEC construye las líneas de pobreza e indigencia sobre la base de los hábitos de consumo de bienes y servicios de la población más empobrecida. La encuesta de gastos y presupuestos familiares del año 1985, un año en el cual el salario promedio había descendido un 14% respecto del año anterior, fijó criterios para elaborar esa canasta, que recién fueron modificados en 2016, aunque sin cambios sustantivos.

El lector puede suponer que la paritaria nacional tiene un valor “testigo” que poco representa la realidad material del conjunto de la docencia. A poco de mirar las paritarias provinciales, esa realidad de pobreza se confirma una y otra vez. En la provincia de Buenos Aires, el salario testigo es de $36.002,52; en la Ciudad, $35.000 en el segundo tramo de la paritaria 2020 (sin considerar bonos o sumas a cuenta), en Entre Ríos, el cargo testigo es de $28.865, son algunos ejemplos. San Juan acaba de anunciar una recomposición del 50% para el primer semestre de 2021. Lo que los titulares omiten es el valor anterior del cargo testigo: $25.000. Ese nivel salarial tiene consecuencias prácticas inmediatas: la autoexplotación. Afirmar que los docentes “trabajan cuatro horas” es un mito que no se condice con la realidad del sector que combina además trabajo pago (esa jornada frente al aula) y no pago necesario para la labor (planificación, correcciones, capacitaciones) de un sector con trabajo mayoritariamente femenino al que se agregan las tareas de cuidado familiar.

Afirmar que los docentes “trabajan cuatro horas” es un mito que no se condice con la realidad

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Dijeron que el salario docente “era muy importante”. La evolución histórica del salario de la Ciudad de Buenos Aires muestra otra cosa y esta es la única mirada de largo plazo disponible, aunque representativa de una realidad general. El salario crece entre principios de 1900 y hasta mediados de la década del ‘30 cuando alcanza su pico máximo en sintonía con la universalización de la escuela primaria. Si midiéramos ese salario a valores de 2020, un docente cobraría hoy $117.885. En ese entonces, el Departamento Nacional del Trabajo midió la capacidad de compra: casi dos canastas familiares de la época. Desde los años ‘40, ese salario no para de caer, alcanzando su momento más bajo en los ‘90 e inicios del 2000. Los números dan cuenta de la degradación sufrida. Hoy ser docente equivale a ser pobre y tener una vida limitada a cubrir lo mínimo vital.

Hoy ser docente equivale a ser pobre y tener una vida limitada a cubrir lo mínimo vital

Este inicio 2021 suma otro mojón: el peligro de la vida misma. Sin vacunación masiva de la población, apenas con promesas, los docentes vuelven a las aulas. Con ellos, millones de alumnos. A poco de transitarlo proliferan contagios entre docentes y alumnos, y burbujas aisladas. En el horizonte aparecen dos únicas certezas: un destino de pobreza al que se suma hoy la enfermedad, y una mayor degradación de la vida. Solo el camino de la lucha rescatará a la profesión más hermosa del mundo, la docencia.

*Historiadora de la Educación. Miembro de la Corriente Docente Conti-Santoro.