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Plan de vacunación: la última gran jugada de Alberto o un nuevo fracaso estrepitoso

En un año "transitado a los tumbos", el Presidente ve en la vacunación masiva la última posibilidad de su gobierno para remontar el partido.

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Margaret Keenan fue la primera persona del mundo en recibir la vacuna de Pfizer. | @NHSEngland

El 9 de diciembre de 2020 puede haber sido un día histórico, o uno más para el olvido. En el Reino Unido, Margaret Keenan de 90 años y un ciudadano de 81 llamado increíblemente William Shakespeare recibieron la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus; el primer paso en la campaña masiva de vacunación que emprendió el país europeo.

Inglaterra marca el pulso de la reacción contra la pandemia, y los otros países del mundo tratan de emularla. Pero como decía Shakespeare, el original (que también sobrevivió a una pandemia en sus tiempos): “sabiamente y despacio, que los que van rápido tropiezan”.

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Está claro que la pandemia es un acuciante, especialmente en la región de Latinoamérica, y que hay que resolverla antes de pasar a cuestiones también graves y urgentes, como la recuperación económica.

Ahora, con las vacunas probadas (o casi) que empiezan a ser producidas en masa, la solución parece estar al alcance de la mano. Pero la implementación sigue presentando problemas prácticos que hacen que la cautela sea una necesidad. Quizás nos convendría parafrasear a Shakespeare en criollo: “todo a su tiempo y armoniosamente”, como decía el General.

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Alberto Fernández acaba de cumplir un año difícil en la Casa Rosada. Un año transitado a los tumbos, en el que la pandemia, que al principio parecía ser un regalo retorcido, capaz de disparar su popularidad a la estratósfera y robarle el protagonismo a Cristina, se transformó en una bomba. No se supo manejar el brote ni la cuarentena. El presidente pasó vergüenza con un Ministro de Salud que erró todos y cada uno de sus pronósticos. El velorio masivo que se organizó para Diego Maradona, contradiciendo nueve meses de aislamiento y distancia social, fue la estocada final de contradicción para Fernández. Es lógico que ahora vea en la vacunación masiva la última posibilidad de su gobierno para remontar el partido.

Visto lo visto, también es lógico que la sociedad argentina reciba con escepticismo las declaraciones de Fernández, según quien 10 millones de argentinos serán vacunados en enero y febrero, y mucho más a las del Ministro de Salud, que asegura que el plan de vacunación está ya coordinado en todas las áreas del país. Lo hace poco creíble evaluar las complicaciones prácticas del tema, en las que ya vamos a entrar, pero también el hecho de que otra ala de su gobierno, encabezada por la vicepresidenta Cristina Kirchner, parezca haber perdido del todo su conexión con la realidad.

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Cristina, que en otro tiempo era una oradora constante, ahora elige el silencio y prefiere comunicarse con la sociedad por medio de cartas que evitan al Presidente. Se enfoca en temas que son de su propio interés, como la Justicia, mientras que las demandas sociales más importantes le son ajenas. La pandemia no la toca. En estos días, también se intentó distraer la atención al tema del aborto, que sigue siendo un debate presente en la sociedad, pero no con el mismo grado de urgencia que la pandemia.

Después del costado político e imaginario de la situación, pasemos al orden práctico. Todos los años se distribuyen en Argentina 50 millones de dosis de vacunas. Estamos hablando de sumar otros 10 millones a solo el primer bimestre. ¿Quién se encargará de la distribución? Hay una parte de la logística que puede ser absorbida por el Estado. El Correo ha llevado a cabo siempre la distribución en las campañas, aunque no tiene tanta experiencia en la preparación y administración del stock. Pero está claro que en este caso la demanda es tan grande que las empresas privadas de logística deberán participar. ¿Quiénes? ¿Cómo?

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En un plan de tales proporciones, hay muchos problemas que pueden surgir en cuanto a demoras, errores y sobre todo problemas de almacenamiento, que son los más graves porque pueden comprometer las dosis. La vacuna de Pfizer, por ejemplo, debe ser almacenada a -75°. Este tipo de almacenamiento se realiza en ultrafreezers más poderosos que los freezers normales (que enfrían a -17°), e instalarlos en cada punto de distribución supone otro problema logístico que debe ser tenido en cuenta. Todo esto solamente en nuestro lado de la cadena. Todavía nadie nos garantiza que los rusos sean capaces de producir 10 millones de dosis de Sputnik V para enero.

Lo dicho: el plan de vacunación puede ser la última gran jugada de Alberto o un nuevo fracaso estrepitoso. La urgencia de Alberto Fernández de relanzar y ponerse a gobernar de una vez un país acéfalo con un triunfo definitivo y así comenzar a construir “algo propio” para diferenciarse de un estilo Cristinista que sostiene el fracaso del gobierno actual para oportunamente diferenciarse y seguir en un futuro con un kirchnerismo competitivo.

“Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien". (Nelson Mandela)