POLITICA
Debate revisionista sobre el menemismo

La Argentina alineada: política exterior durante la década del 90

El gobierno de Carlos Menem hizo un giro copernicano en las relaciones exteriores: el país pasó de ser antagonista a aliado de los Estados Unidos.

Carlos Menem y Bill Clinton 20200707
Un balance de la política exterior argentina en los 90 | Cedoc Perfil

En torno al debate revisionista que se viene dando  en algunos medios y sobre todo en las redes sociales durante los últimos días respecto del menemismo, es interesante también echar un poco de luz sobre su política exterior. Una política que va más allá de las “relaciones carnales” con la que inmediatamente se la asocia.  Desde 1889, año de la Primera Conferencia Panamericana celebrada en Washington, la Argentina se constituyó en antagonista de los Estados Unidos en diversos foros diplomáticos.

Nuestro país fue neutral durante las dos guerras mundiales y después de 1945 promovió una “tercera posición” entre los dos grandes bloques dominantes del período. Uniéndose eventualmente al Movimiento de los Países No Alineados, del cual recién saldría en 1991 cuando el entonces canciller Guido Di Tella lo calificaría de "un movimiento nostálgico y del pasado" buscando de esta manera un mayor acercamiento a los Estados Unidos y continuando las políticas de alineamiento con la potencia del norte comenzadas dos años antes al asumir el gobierno de Menem.

En “El fracaso del proyecto argentino: educación e ideología” publicado por Carlos Escudé en 1990 se describe la preocupación que sentían a principios del Siglo XX numerosos miembros de la clase dirigente ante la babel de idiomas y costumbres en los que se estaba convirtiendo el país a causa del constante flujo migratorio. Por lo cual consideraban necesario impartir una educación para dotar de sentimiento patriótico y uniformar al “crisol de razas” que era la Argentina de comienzos del Siglo XX. Pero a finales de ese siglo, con el recuerdo fresco de la derrota en Malvinas, con la Guerra Fría terminada y la clara consolidación definitiva de los Estados Unidos como hegemón en el plano internacional ya no quedaba margen para enfrentamientos.

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La política exterior argentina en su laberinto

El gobierno argentino envió tropas de la Armada a la primera Guerra del Golfo, en 1991, en lo que se denominó como “Operación Alfil”. Estados Unidos no necesitaba de un par de buques de guerra y dos helicópteros argentinos para darle una lección a Saddam Hussein, pero se trató de una operación de grandes proporciones simbólicas. La bandera argentina encabezó los desfiles de victoria en la ciudad de Nueva York, una vez finalizada la guerra. El país rompió la tradición de neutralidad en conflictos internacionales. El alineamiento con el país vencedor y hegemónico ya era completamente total. Al mismo tiempo se restablecieron relaciones con el Reino Unido, Argentina se convirtió en aliado de Washington extra OTAN, y se concretó la creación del MERCOSUR.

La política exterior de los años noventa incluso se basó en una teoría de Relaciones Internacionales creada y desarrollada en Argentina: el realismo periférico del mentado Carlos Escudé. El académico ha escrito que su teoría es una “política exterior al servicio del pueblo”. Ya que el fin último es el desarrollo del Estado que la implementa. Para esta teoría son fundamentales los conceptos de inversión y consumo de autonomía. Es decir, entender muy bien en qué momentos se “puede” contradecir al hegemon y en cuáles no.  A su vez, no ata su teoría a ningún tipo de modelo económico. Crítico del neoliberalismo económico del gobierno de Carlos Menem, Escudé defiende fervientemente su política exterior.

Tras el final de la Guerra Fría, el grueso del establishment político argentino estaba convencido de que plantear una lucha de poder con los Estados Unidos en defensa de los intereses nacionales no se podía sostener. Había que hacer un giro copernicano en materia de política exterior, acercándose a los vencedores del conflicto. Según Escudé, esto bien podía significar dejar de defender cierto orgullo patriota producto de la educación impartida por la elite gobernante durante todo el Siglo XX. La política exterior no debe analizarse sin tener en cuenta no sólo la política interna sino también el contexto que la crea. Las “relaciones carnales” fueron parte de una política exterior articulada, pensada y ejecutada por el gobierno argentino acorde al clima político de aquellos años. Es imposible pensarla sin entender también el panorama internacional donde tuvo que desenvolverse.

*Abogado y analista internacional.