La presidencia anual del G20 es rotativa. Lo que cada país anfitrión haga durante ese año, es una oportunidad irremplazable para terciar en la agenda global, o en el peor de los casos, ser simplemente el escenario para la discusión de las agendas ajenas del resto de miembros. En el caso de China en 2016, el país asiático apostó por reafirmar su posición como propulsor del carro de la globalización ante una economía mundial que aminoraba el ritmo.
En 2017, y en medio de fuertes protestas en la ciudad de Hamburgo, Alemania, como anfitriona, izó la bandera del libre mercado contra el amenazante proteccionismo de Trump. En 2018, llega Argentina, sorteando la depresión más profunda en décadas, con una caída del PBI de un 2,8%, bajo la custodia del FMI y “sin una verdadera agenda regional”. Así lo ve la otrora embajadora en Estados Unidos (2013 - 2015) Cecilia Nahón, quien en una conversación con Perfil, afirmó que "Argentina ha perdido una oportunidad de oro para ser un abanderado de los intereses de la región" y aprovechar la coyuntura para “llevar una agenda latinoamericana propia, estratégica al G20”.
La ex diplomática, quien conoce bien los tejes y manejes del G20, luego de haber participado en el foro durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner como “sherpa” -los asesores de los líderes políticos durante la cumbre-, afirmó que uno de los principales atractivos de tener la presidencia del G20, “es justamente la oportunidad de avanzar con tus propias posiciones e intereses en la agenda global”. Lamentó que ese no haya sido el caso de Argentina y recalcó que a Macri le faltó pericia al aceptar el mandato presidencial del G20, ya que quiso “legitimar su agenda de reformas de carácter neoliberal y fracasó”.
Para la ex embajadora, los errores estratégicos de Macri se concentran, sobre todo, en su falta de enfoque latinoamericano.
Por un lado, Nahón criticó duramente que a la hora de elegir a los países invitados -los anfitriones tienen la opción de convocar a países que no tienen membresía en el foro- , Argentina invitara además de a Chile, a Holanda: “en lugar de invitar a otro país de la región, decide invitar al país de la reina Máxima, aún cuando en el G20 ya hay una representación de los países europeos”.
Esta “falta de orientación latinoamericana” también la ve Nahón en la elección de la fecha de la cumbre coincidiendo con el primero de diciembre, la fecha en que hace siete décadas el presidente de México saliente le traspasa el poder al nuevo presidente: “Esto genera una competencia, una rivalidad entre dos eventos importantes a nivel latinoamericano e incluso corre el riesgo de vaciar el último día de la cumbre porque varios presidentes anunciaron que querrían estar allá y ante todo impide la participación plena de México” en un contexto donde insistió: “sería interesante apostar por una verdadera agenda regional”.
