POLITICA

Club Político Argentino: acusaciones cruzadas, renuncias y la expulsión del vice

Tras dos documentos con acusaciones cruzadas, el Club Político Argentino se dispone a echar a su vicepresidente vía zoom.

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Graciela Fernández Meijide y Eduardo Lazzari. | Cedoc Perfil

La suerte del historiador Eduardo Lázzari parece estar echada. El vicepresidente del Club Político Argentino se encuentra a un paso de ser expulsado. Eso es lo que pretende Graciela Fernández Meijide, quien está al frente del grupo de intelectuales. La continuidad de Lázzari se tratará este lunes en asamblea desde las 18 horas. Pero, a priori, el sector oficialista de Fernández Meijide cuenta con los votos suficientes para correr al segundo del CPA. 

Como previa al zoom decisivo de esta tarde, el club se convirtió en un hormiguero pateado. La probable expulsión de Lázzari generó un cruce muy áspero de cartas y acusaciones, más una nueva ola de renuncias: unos diez intelectuales cercanos al radicalismo decidieron abandonar el colectivo de pensadores. 

En la última reunión de la comisión directiva, realizada el 8 de junio, Fernández Meijide se mostró intransigente con el “grupo de facciosos” integrado por Lázzari, según su propia calificación. “Yo creo que hay que hacer el esfuerzo ahora de sacarlos de encima. Y sino ya pensaremos una estrategia. No hay que dar lugar,  no hay que dar lugar a la discusión Y mucho menos jurídica”, opinó la ex ministra aliancista.

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Lázzari y un grupo de socios pretendía que la votación plenaria fuera secreta. Así lo propusieron. Su objetivo era evitar que, al momento de votar, los intelectuales se sientan presionados frente al deseo de la conducción. No lo consiguieron. La comisión directiva descartó esa posibilidad. 

En el encuentro virtual del 8 de junio, la presidenta del CPA insistió en la necesidad de correr a Lázzari. “Mirá, con todo el cuidado que podamos para no lastimar al Club, pero lastimarlos a ellos me importa tres carajos, que te quede claro. Estoy dispuesta a usar todas las herramientas, me importa tres pepinos si se lastiman. ¡Porque nos han lastimado! Son mis enemigos, en este momento son mis enemigos, y cuando vos tenes un enemigo…”, planteó Fernández Meijide.

Lázzari había sido expulsado el 20 de abril pasado vía zoom. Pero el desenlace quedó en suspenso, tras su apelación. Las imputaciones en su contra fueron tres: “haber facilitado a la prensa e-mails que pertenecen exclusivamente al CPA, sin consentimiento expreso o tácito de aquellos que los habían emitido”; “haber mentido con respecto a la actitud de la Sra. Graciela Fernández Meijide, presidenta del CPA, al afirmar que ella es la líder de una facción embarcada políticamente a nivel nacional”; y “haber desobedecido intencionalmente decisiones de la CD a la que él pertenece”. En la primera acusación, el oficialismo no consiguió mayoría. En las dos restantes, sí.

 

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“Lo que nos van a discutir es el reglamento ahora, ¡pero hay que matarlos a votos! Nada más, se vota y listo. Yo creo que hay..., ni media hora hay que estar”, propuso la directora del club. 

El viernes 12 de junio, un sector del CPA blanqueó su malestar con el procedimiento. “La democracia interna con respeto por las minorías y la libertad de opinión se debe practicar siempre, no basta con declamarla”, se tituló la carta interna que hizo circular. 

“No existe el delito de opinión y en consecuencia toda policía de las ideas es esencialmente antidemocrática. Pretender expulsar a un socio por las opiniones expresadas, se esté o no de acuerdo con ellas, implica desconocer este principio básico de funcionamiento democrático”, expusieron los socios díscolos.

El texto de protesta fue firmado por Ruth Andrada, Guillermo Ariza, Fernando Aversa, Pedro Del Piero, Mario Elgue, Miguel Angel Espeche Gil, Oscar Garay, David González, Eduardo Lazzari, Daniel Lipovetzky, Alejandro Peyrou, María Luján Troitiño e Ignacio Warnes.

 

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“Estamos convencidos que siempre existen opciones válidas para revisar actitudes reñidas con la ética republicana y restablecer la cordura perdida”, le apuntaron al oficialismo de Fernández Meijide, aunque sin hacer nombres propios.

El martes 9 de junio, la conducción del CPA había justificado su intención de echar a Lázzari con otro comunicado. “Una enorme oportunidad para debatir lo importante”, tituló el documento. ¿Qué planteó? “Un pequeño grupo de socios, luego de meses de un accionar faccioso -la mayoría de las veces inspirado más en pequeñas ambiciones personales que en razones políticas-, ha decidido llevar la discusión interna al plano público, minando la imprescindible confianza que debe regir la vida de una entidad basada en la confianza mutua, el sano intercambio de ideas y una constructiva relación entre pares. El daño causado fue y es enorme. El momento elegido, el peor. El mecanismo empleado, una afrenta a la inteligencia colectiva”, argumentaron los pensadores. 

Los firmantes fueron Lidia Assorati, Francis Korn, Carlos Kreimer, Juan Llach, Israel Lotersztein, José Luis Machinea, Paula Mahler, Jorge Ossona, Lilia Puig y Luis Alberto Romero, entre otros.

En medio de esta puja a cielo semi-abierto, se concretó una ola de renuncias. Una más, en realidad. En su mayoría cercanos a la UCR, los que abandonaron el club esta vez fueron: Enrique Paixao, Oscar Muiño, Beatriz Nofal, Eduardo Cassullo, Florencia Saborido, Damin Toschi, Daniel Loyola y Gonzalo Berra.

Ante la inminencia de su expulsión, Eduardo Lázzari, quien (todavía) es vice del CPA, afirma que “el club se fue sumergiendo en una política de oscurantismo y secretismo". Cayó muy bajo el nivel del debate. Hay un espíritu intolerante y contrario a la convivencia. Un sector hace una defensa cerrada del macrismo".