La declaración de la cuarentena a partir del 20 de marzo fue una ardua decisión que tomó Alberto Fernández en conexión con especialistas pero también con el respaldo de gobernadores, dirigentes de partidos de la oposición y referentes sociales, que coincidieron en marcar la cuestión sanitaria como la prioridad a resolver. Durante el primer tramo del aislamiento obligatorio, el Gobierno gozó de un clima de concordia que sumó gestos positivos y una notoria baja en la intensidad de las críticas, sobre todo de la oposición.
Sin embargo, la prolongación de la cuarentena, con la profundización de los conflictos económicos y la aparición de algunos sucesos puntuales como el fatídico viernes de pago a los jubilados, comenzó a generar resquebrajamientos en la aparente unidad de criterios.
El cacerolazo del lunes 30 de marzo, que tuvo algunas réplicas con el correr de los días, marcó un punto de inflexión en el vínculo con la oposición. La titular del PRO y ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quedó como una de las impulsoras del espacio de protesta contra el Presidente, pese a que aclaró que no había sido su organizadora. Con fuerte presencia en los medios y activa participación en redes sociales, Bullrich se ubicó como una de las principales críticas y casi todos los días lanza sus dardos. “¿Qué código establece que el humor social es delito? Si quiere medir el humor social haga una encuesta, ministra”, chicaneó la jefa del PRO a su sucesora, Sabina Frederic.
El escándalo por los sobreprecios en las compras de alimentos que realizó el Ministerio de Desarrollo Social abrió otra grieta y una catarata de cuestionamientos. Pero esta vez fue de parte de alguien muy ligado al oficialismo, como el dirigente social Juan Grabois, quien pidió “ver rodar una cabeza, no puede ser que esto pase impunemente”. Con el desplazamiento de 15 funcionarios ligados a las irregularidades, Grabois pareció retomar la senda del apoyo y le envió “felicitaciones” al Presidente: “El que las hace las paga”, dijo.
El eje económico, en tanto, fue el utilizado por José Luis Espert para canalizar su bronca contra el Gobierno. Si bien reconoció la importancia del cuidado de la salud a través de la cuarentena, el economista que fue candidato presidencial le recordó a Alberto Fernández que “lo que la pandemia es para la salud, la cuarentena es para la economía”.
Desde la vereda opuesta al liberal, el diputado de izquierda Nicolás del Caño fue quien le marcó en vivo a Frederic la inconveniencia del “ciberpatrullaje” y puso la mira en los despedidos y en quienes generaron desabastecimiento en medio de la crisis, sin respuesta formal de parte del Gobierno. “Palos y balas para los laburantes que reclaman por sus puestos de trabajo y el pago de sus salarios. A los que llaman ‘miserables’ por TV los cuidan con la policía”, insistió Del Caño, en alusión al Presidente y la referencia a “empresarios miserables”.
Los argentinos varados en el exterior dieron también material de crítica a opositores como el diputado PRO Fernando Iglesias, que pidió su inmediato regreso al país y le preguntó al primer mandatario “de dónde saca que todos los que están afuera se fueron después de la pandemia, me quiere decir”.