Más de 13 horas se extendió el primer capítulo del debate parlamentario sobre el acuerdo entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional.
La expectativa estaba puesta más que nada en los simbolismos individuales y en el número final, pero el ambiente ya anticipaba que la media sanción estaba garantizada. Es que el grueso de las diferencias ya habían sido saldado el miércoles en el plenario de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y Finanzas, de donde salió un breve texto de gran valor político en el que solo se avalaba el endeudamiento con el FMI, sin hacer mención a los detalles de un programa económico que finalmente quedó afuera, pese al malestar del ministro de Economía Martín Guzmán.
En el arranque de la sesión, las miradas estaban puestas en la banca de Máximo Kirchner que no dio quórum, no apareció en todo el debate y recién bajó al recinto unos minutos antes de la votación. Su voto era una incógnita, aunque su postura ya era conocida de antemano. En esa estrategia logró arrastrar a otros 27 integrantes del bloque del Frente de Todos, en su mayoría de La Cámpora, que curiosamente coincidieron con el rechazo que expresaron los dos extremos de la Cámara baja: los cuatro representantes de la izquierda y los cuatro legisladores del sector “libertario” encabezado por Javier Milei y José Luis Espert, además de Ricardo López Murphy que se desmarcó de JxC en soledad.
Las abstenciones también significaron un fuerte mensaje político de un sector un poco más moderado de pertenencia sindical y de movimientos sociales. Entre ellos se ubicaron el bancario Sergio Palazzo, Vanesa Siley de Judiciales, Hugo Yasky de la CTA y el referente de Patria Grande, cercano a Juan Grabois, Itaí Hagman, uno de los primeros en anticipar su postura.
Las ausencias, en tanto, fueron solo cuatro y solo incluyeron a diputados del PRO. El más llamativo del grupo fue el diputado Fernando Iglesias, de activa participación en las reuniones de comisión que se llevaron a cabo desde el lunes, pero que ayer se llamó a silencio, incluso en redes sociales donde suele tener una activa participación. En ese sector también se inscribieron Martín Maquieyra, Francisco Sánchez y Héctor “Tito” Stefani.
Con los números en la mano comenzaron luego los intentos de los distintos espacios por atribuirse el mérito del abultado resultado. 202 votos a favor no son poca cosa en un escenario de profunda grieta y es por eso que hubo varias lecturas sobre quién se llevaba los laureles. Desde el massismo celebraron que fue la aprobación más difícil de una ley desde la llegada del Frente de Todos al poder en diciembre de 2019. El oficialismo aportó 77 votos a favor, pero otros 39 optaron por el voto negativo o la abstención, lo que anticipa la continuidad de una discusión interna que comenzó con la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque. En el campamento opositor también buscaron adjudicarse la autoría intelectual de la media sanción. La Coalición Cívica buscó anotarse un poroto por haber sido la primera fuerza a finales de febrero que presentó un proyecto que solo contemplaba el acuerdo por el endeudamiento. El PRO marcó su responsabilidad para ceder en su postura más dura y evitar el default, mientras que varios dirigentes de la UCR intentaron quedar como los articuladores de un acuerdo que no convenció a ninguno.
El Interbloque Federal de Graciela Camaño, Florencio Randazzo y Alejandro “Topo” Rodríguez aportaron también sus estratégicos ocho votos a favor, que han servido para de-sempatar en más de una oportunidad.