La política permite reinventarse a personajes que parecían extinguidos. Es el caso de Carlos Grosso y Roberto Dromi, dos conocidas caras de la década del '90 que ahora trabajan con los gobiernos de la Ciudad y la Nación, respectivamente.
Grosso y el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri se conocen hace más de 30 años cuando éste trabajaba con el Grupo Socma de Franco Macri. Luego, en 1992 tuvo que dejar el cargo de intendente de la Ciudad, lugar al que llegó gracias al por entonces presidente Carlos Menem.
Estuvo involucrado en una serie de escándalos por presuntos hechos de corrupción y llegó a enfrentar 40 causas penales: por la concesión del Campo Municipal de Golf y del Velódromo de Buenos Aires, o la conocida como “escuela shopping".
En 2001, en medio de la crisis Argentina, el puntano Adolfo Rodríguez Saá lo designó como jefe de Gabinete de Asesores durante su semana presidencial. Pero Grosso fue forzado a renunciar por un “cacerolazo”. Ahora es, según íntimos del armado político de Mauricio Macri, uno de los más escuchados. Sus contactos políticos son claves para el objetivo del PRO que es obtener la presidencia en 2015.
El privatizador. Parece que Dromi no tiene muchos problemas para hacer una cosa y años después hacer exactamente lo contrario. Fue ministro de Obras Públicas del gobierno de Carlos Menem e hizo un profundo lobby para lograr la privatización de YPF.
En cambio, a fines de 2011 se convirtió en uno de los primeros en plantear la idea de una estatización de la empresa. "Tiene que ser una YPF más cooperativa, más protagonista, no politizada, sino fortalecida", sostuvo y encendió la polémica. Ahora, bajo el ala del ministro de Planificación Julio De Vido, comanda un equipo que trabaja en un modelo de expropiación parcial .