La campaña ya empezó y, a contramano de cualquier pronóstico en la provincia de Buenos Aires no será novedosa, sino por el contrario, estilo vintage intentando rememorar la lógica impuesta en 2019. Golpeado y remasterizado a la fuerza, Axel Kicillof retornará a la ruta, las reuniones con sectores productivos, los mitines militantes y los anuncios en positivo.
Seguirá acompañado por el ahora jefe de Asesores, Carlos Bianco, en tanto los incorporados Martín Insaurralde, desde la Jefatura de Gabinete, y el ministro de Infraestructura, Leonardo Nardini, se encargarán de contener a la tropa del Conurbano, una tarea compleja en este escenario de derrota y clima de sálvese quien pueda. Habrá una reeditada mesa de campaña los días lunes, que buscará sostener la unidad y calmar a los díscolos, entre los que se anotan Ariel Sujarchuck de Escobar y Fernando Espinoza de la populosa Matanza. Pero no son los únicos.
Dispuesto a no perder tiempo, como acusa que sucedió en las PASO, Kicillof ya tomó la ruta con cronograma propio. Las recorridas involucran reuniones con sectores productivos como el campo, la industria, las pymes, mipymes, artísticos, de servicios, y todos acompañados por alguna actividad militante y la participación del intendente o intendenta. Y en esta lógica se incluye a los jefes y jefas comunales de la oposición, en especial con los radicales con quien el mandatario tiene un mayor y mejor diálogo. Con el PRO existen algunas relaciones disruptivas, como la que sostiene con Ezequiel Galli de Olavarría, Martín Yeza de Pinamar y Pablo Petrecca de Junín, e incluso con Diego Valenzuela de Tres de Febrero. Aunque desde su entorno aclaran que no se excluye a nadie de las actividades.
Según refieren en La Plata, la idea del mandatario es que cada reunión implique además una presentación o anuncio conveniente, como sucederá la semana próxima cuando convoque a los empresarios hoteleros, gastronómicos y de la industria turística para lanzar de forma simbólica la pretemporada aprovechando el fin de semana extra large que se avecina.
También se puso en marcha la mesa de los lunes, esa que dos años atrás planeaba la vuelta del peronismo. El primer encuentro fue esta semana en La Plata, y además del anfitrión, estuvieron el presidente de la Cámara baja nacional, Sergio Massa, el titular del bloque oficialista, Máximo Kirchner, el jefe de Gabinete bonaerense, Insaurralde, el ministro Nardini, Espinoza, y el ministro de Hábitat de Nación, Jorge Ferraresi. Todos los que se organizaron en 2019.
En esta nueva etapa Insaurralde será el encargado de alentar la tarea militante de intendentes e intendentas, aunque para muchos esto puede resultar un arma de doble filo teniendo en cuenta el protagonismo territorial y la historia más peronista que kirchnerista del ex jefe comunal. Por el momento el lomense desarrolla la tarea con esmero y un cuidado perfil bajo, escucha los reclamos de sus pares e intenta sostener la catarsis por las PASO perdidas.
Para él, Cristina es la jefa y cualquier observación será una decisión a seguir
Desde La Plata aseguran no abrigar temores por alguna jugada maquiavélica de Insaurralde, aunque reconocen que no es un vínculo de absoluta confianza.
En ese proceso, existe una misión expresa que es contener a la tercera sección, la única que superó en votos a Juntos, pero también con mucha pérdida de porotos.
Nardini será el encargado de contener a la primera sección, que sufrió una derrota fatal, y tratar de sosegar a los más díscolos, como Sujarchuck, a quien la designación de Diego Benítez al frente de la subsecretaría de Obras Públicas –ocupaba el área de Infraestructura del municipio– no parece haberlo conformado.
Kicillof buscará pulir aún más sus mensajes, para que sean menos explicativos y más motivadores. Para eso Soledad Querehilac, su pareja, que es doctora en Letras, continuará asesorándolo, en tanto la vocería de emergencia, el alto perfil y los golpes directos a la oposición seguirán comandados por Carlos Bianco, quien munido de una superestructura en su nueva jefatura de asesores, se encargará también de las obsesiones estadísticas de su jefe.
Cuentan que Insaurralde, ni bien llegó al gabinete, aclaró: “No esperen que haga una conferencia de prensa por semana”. Una advertencia que alimentó dudas sobre él pero reforzó el afianzado rol de Bianco.
Existe un dato clave en toda esta cuestión: para Kicillof, Cristina Fernández es la jefa y cualquier observación o mínimo comentario que haga será percibido como una decisión a seguir. El resto, lo demás, puede ser objetable.