La estrategia de Alberto Fernández es no confrontar con Donald Trump por razones prácticas: gerencia el principal “accionista” del FMI y saben que será clave en la inevitable renegociación de la abultada deuda. Además, tiene chances reales de ser reelegido el año que viene, por lo que deberían convivir los siguientes tres años de repetirse el resultado de las PASO.
De allí la cautela cuando Fernández alude a Trump en público. Lo hizo al evitar calificarlo en el programa Corea del Centro en el mismo tono que al brasileño Jair Bolsonaro, aunque comparten varios adjetivos. Y otra vez esta semana en el ciclo “Democracia y Desarrollo”, en el Malba: “Tiene que ser una relación cortés, amable, respetuosa. No hay que pelearse con Estados Unidos”, aseguró.
Estados Unidos concentra el 16,5% de los votos en el FMI, el doble que el segundo socio en relevancia, China. Solo con sus aliados automáticos de mayor peso en el organismo –Japón, Canadá, el Reino Unido y Arabia Saudita–, puede duplicarlo. La Argentina, en perspectiva, apenas cuenta con el 0,66% de poder de sufragio. En el Frente de Todos están convencidos de que si no son la alternativa preferida por Trump, al menos, no lo necesitan de malhumor y tuiteando contra la Argentina.
¿Existen comunicaciones con la Casa Blanca? Fuentes en Buenos Aires y Washington explican que, hasta que pase octubre, no pueden darse de manera institucional. Pero hay diálogos indirectos, informales, a través de canales diplomáticos, enviados de los think tanks que desembarcaron en los últimos días y viejas relaciones personales. “Siempre hay diálogo”, aseveraron desde el entorno del candidato.