La era Trump comenzó con la fuerza de un huracán y ya se ven las primeras esquirlas del endurecimiento en las políticas inmigratorias de Estados Unidos. Si bien su proyecto contra los refugiados y ciudadanos de siete países, la mayoría musulmanes, fue vetado, en varios discursos el mandatario advirtió que las autoridades fronterizas están aumentando la vigilancia y los controles. Y esta semana fueron dos los argentinos que las sintieron en carne propia.
Hace 10 años Juan García Mosqueda llegó a Nueva York con un sueño que pudo hacer realidad: tener su propia galería de arte a la que llamó Chamber. A principio de mes Mosqueda decidió visitar Argentina pero cuando quiso regresar a su casa neoyorquina fue invitado a regresar a Buenos Aires. “Se me prohibió el uso de medios para comunicarme, y no tuve acceso a ninguna de mis pertenencias, que fueron ferozmente examinadas”, detalló Mosqueda en una carta publicada en Instagram por la cuenta oficial de la galería. “No se me permitió comer. Fue todo realmente deshumanizante. Después de 14 horas, me dijeron que no podía ingresar a Estados Unidos y que tenía que volver a Buenos Aires”, agregó. En el texto, recordó que fue formado académicamente en Estados Unidos, que reside en ese país desde hace una década, y que a través de sus emprendimientos emplea a muchos “americanos y no americanos”. PERFIL intentó comunicarse con él, pero asesorado por su abogado, no respondió. Desde el consulado argentino en Nueva York aseguran que “aún no está clara la causa por la que fue deportado. Pedimos el informe a las autoridades migratorias para conocer los motivos de la deportación y lo estamos esperando. Mosqueda se comunicó con nosotros desde el aeropuerto y ante la situación nos pidió que le consiguiéramos un vuelo de Aerolíneas Argentinas que salía más temprano que el que Migraciones le había designado para regresarlo a Argentina, por American Airlines. Nosotros hicimos las gestiones pero por una cuestión de tiempos no llegaba a salir en la otra aerolínea”, explicó a PERFIL la cónsul adjunta Carolina Massuh. Y agregó: “La comunicación fue muy tranquila y él no manifestó abuso ni maltrato en ningún momento. Y nos agradeció sin hacer alusión alguna a lo que relata en la carta”. Según la funcionaria “no hay casos hasta ahora de deportados sin causa, siempre son por delitos o ilegalidad”. Según pudo averiguar PERFIL, Mosqueda tenía incompleta su visa razón por la que las autoridades lo obligaron a regresar a Buenos Aires y completar sus papeles para poder reingresar debidamente. No fue multado ni detenido por lo que técnicamente no fue deportado.
El caso de Daniela Vargas es diferente. Tenía sólo 7 años cuando su familia dejó Córdoba tras la crisis de 2001 para irse a Mississipi con visas de turistas que expiraron pero, como tantos otros, decidieron quedarse. Entonces, Daniela fue beneficiada por el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, implementado por Obama cuyo fin fue proteger a jóvenes inmigrantes sin papeles que llegaron de muy niños con su familia. Daniela estaba renovándolo al momento de ser detenida por las autoridades migratorias tras haber denunciado ante la prensa que su padre y su hermano habían sido arrestados y podían ser deportados en cualquier momento. Igual destino tendrá ella.