SOCIEDAD
protocolo oficial

Aulas burbuja, tapabocas y recreos más cortos: así piensan la vuelta a clases

Un equipo comandado por Diego Golombek elaboró pautas para reabrir escuelas. Estudiarán y se moverán en grupos de a dos, tres y cuatro. Esperan que en agosto vuelva el 85% del país.

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Modelo. En Uruguay, docentes y niños usan tapabocas en el aula. | AP

Siguen manteniendo la fecha de agosto “para todo el país, menos para el Área Metropolitana de Buenos Aires, Resistencia y algunas provincias patagónicas -en Río Negro ya hablamos con las autoridades- por el frío y la nieve”, según explicó el ministro de Educación, Nicolás Trotta. El regreso presencial a las aulas, según el gobierno nacional, está avanzado para después de terminado el receso escolar de julio.

Para delinear ese retorno, el ministerio articuló con un equipo interdisciplinario dirigido por el científico y director del INET Diego Golombek -que incluye a expertos epidemiólogos, infectólogos y vacunólogos; además de arquitectos especializados en infraestructura escolar e integrantes de los gremios y colegios privados, entre otros- un protocolo y una serie de recomendaciones que, esperan, quede aprobado la próxima semana por los Consejos Federal de Educación e Interuniversitario Nacional.

Los protocolos serán “la base para que, a partir de allí, cada jurisdicción, municipio e incluso cada establecimiento construya su propia serie de reglas y necesidades”, explicaron. Lo que deberán asegurar, de mínima, es contar con los insumos básicos de higiene: asegurar agua potable, jabón, alcohol en gel -o alcohol al 70%- y cestos de basura.

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Qué sugieren. A partir de primer grado, y por recomendación de las autoridades del ministerio de Salud, todos los alumnos deberán usar tapabocas casero, que cubra  nariz, boca y mentón. Esto será obligatorio en todo momento, dentro y fuera del aula. “Lo tienen que usar desde que salen hasta que vuelven a sus casas”, graficó Golombek. Esto se extenderá hasta el último año del secundario, y los docentes podrán adicionar una máscara facial transparente. Dentro del aula, el distanciamiento social obligatorio deberá ser de un metro y medio y afuera, siempre de dos. No habrá actos, reuniones ni eventos, y si se confirma un caso positivo, ese establecimiento cerrará por un día para hacer una desinfección profunda.

Con respecto a las aulas, como la infraestructura edilicia no podría ser modificada en tiempo y forma, se busca adaptarlo a modelos que, según Golombek, están sugeridos por expertos en infraestructura educativa y que el ministerio propone. “Habrá que adaptar a cada una de las realidades de cada escuela”, enfatiza.

La propuesta concreta es el de un modelo de aulas “en burbuja”, que implica que podría haber un máximo de ocho alumnos por aula, repartidos en dos grupos -la “burbuja” de la definición, tal como implementaron, por ejemplo, en Inglaterra la socialización desde la reapertura de la vida social habilitada- de cuatro, tres o dos, según se plantee la infraestructura del aula disponible.

Eso, describió Golombek, implica que los chicos puedan, además de interactuar entre ellos en pupitres compartidos, mantener la distancia social indicada en el aula de un metro y medio, pero también el componente emocional. “Este sistema nos permite que si los chicos están sentados juntos. También saldrán juntos al recreo. Y, si en lo posible son vecinos, podrán también compartir el transporte. Si llegara a haber un caso, podrá actuarse primero también sobre esa burbuja y sus casos de contacto estrecho”, graficó el experto sobre el funcionamiento del modelo propuesto. “La otra ventaja es el componente emocional. A la escuela vamos a volver raros, con ansiedad, con media cara tapada: Este modelo nos permite vernos, hacer primordial la mirada en todos lados”, destacó.

Los recreos son otro tema primordial que tienen en cuenta autoridades y expertos. Según Trotta, en un diálogo con el pedagogo italiano Francesco Tonucci, compartieron que “serán los chicos quienes tendrán que crear las formas de vincularse, con nuevos juegos, nuevos espacios de encuentro, que les permitan mantener las medidas de cuidado de la salud. No saldrán todos juntos ni escalonados”. Golombek agregó que esa planificación “resulta más difícil que armar el fixture de un campeonato”, pero que se está trabajando para que no se superpongan ni entre los mismos compañeros del aula ni con otras.

El barbijo en la escuela puede generar dificultades, advierten expertos

Según el protocolo que está en elaboración por el Ministerio de Educación para el regreso presencial a clases, uno de los ítems que no enfrenta discusión es que el uso de tapabocas será obligatorio para todos: alumnos desde los seis años, docentes y personal de las escuelas y padres tendrán que usarlo para estar dentro del establecimiento escolar.

En otros países donde ya se implementó la medida, psicólogos y pedagogos admiten la importancia de la medida de prevención, pero advierten que el barbijo “afecta a la interacción social y, sobre todo a la parte emocional”, aseguran en España. “Y no solo las mascarillas, sino también otras medidas higiénicas, como la distancia social”.

En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el uso del tapabocas en los más chicos ya está rindiendo la prueba de fuego, con las salidas recreativas de los fines de semana. Sin embargo, a la hora de incorporarlo al aula el desafío será aún mayor. “La realidad es que lo que uno observa es que hay diferentes respuestas al uso del tapabocas en los niños. Hay quienes no tienen grandes dificultades y aparentemente lo toleran bien”, explica Andrea Abadi, directora del Departamento de Psiquiatría Infanto Juvenil de Ineco.

“Diferente es con chicos que tienen alteraciones de conducta, sensoriales o en algún tipo de cuestión del desarrollo; donde se observa que tienen muy poca tolerancia a usar el barbijo: si lo usan lo usan mal, se lo tocan, se lo sacan. La realidad es que algunos que tienen dificultades sensoriales, como en los casos de los niños con trastornos del espectro, el uso de los barbijos es bastante dificultoso porque si ya para alguien que no tiene dificultades, sentir que todo el tiempo tiene algo en la cara y la tendencia es tocárselo, claramente para ellos que tienen sensibilidades particulares, es una molestia”, agrega.

En ese sentido, la realidad es que va a ser bastante dificultoso conseguir que los niños con trastornos de neurodesarrollo se pongan los barbijos para volver a las situaciones de socialización. Para esto, me parece importante que desde ahora todos trabajemos con las familias, algún proceso de desensibilización progresiva donde el chico, de a poco, vaya probando por cortos período de tiempo para que vaya a acostumbrándose. Antes de incorporarlo al aula, resultará fundamental”, asegura la profesional.