A los 60 años, la jefa de Catástrofes del SAME durante dos décadas, Estela Morandi, falleció días atrás en forma repentina en su casa.
Morandi, considerada por sus compañeros como una heroína, participó de las tareas de rescate de trágicos hechos que conmovieron a la sociedad como los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA, en el despiste del avión de LAPA, en el incendio de Cromañon y en la Tragedia de Once.
“Mi mamá era un ejemplo excepcional, estuvo frente a todas las catástrofes de los últimos veinte años y entregó todo a sus compañeros”, indicó en diálogo con Radio 10 su hija Paula Acunzo, quien la recordó como una madre “excelente y generosa”.
Sus compañeros le rindieron homenaje con el inconfundible ruido de las sirenas tronando durante diez minutos, cortando la calle Monasterio -donde se sitúa la central de Emergencias- y con una imagen de Morandi emocionada en pleno rescate de víctimas en la estación de Once.
Morandi era médica tocoginecóloga y legista, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Trabajó en hospitales públicos hasta que se inclinó por la emergentología y arribó al SAME.
Su hija recordó una anécdota que refleja la esencia de Morandi: “Una vez de vacaciones en Mar del Plata, mi madre vio como se cayó una señora, fue la primera en asistirla y se quedó junto a ella hasta que llegó la ambulancia”. Y fue el director del SAME, Alberto Crescenti, quien se deshizo en elogios: “En un mundo donde todos miran cada vez más para otro lado cuando pasa algo, ella ayudaba sin mirar”.