SOCIEDAD
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Zapatos violetas frente al Congreso en homenaje a víctimas de violencia

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Símbolo. Se colocaron 150 pares de zapatos y botas de tamaños grandes y chicos, para concientizar. | PABLO CUARTEROLO

Ciento cincuenta pares de botas y zapatos de talles grandes, junto a otros pequeños, todos de color violeta, se erigieron ayer frente al Congreso de la Nación para simbolizar a las víctimas de femicidio, en una intervención organizada por la agrupación Atravesados por el Femicidio. La iniciativa, que se replica cada año desde la primera marcha de Ni Una Menos en 2015, es una forma de visibilizar cada una de las historias y pedir por políticas con perspectiva de género, que se agilicen las sentencias y los inicios de juicios, además de una efectiva entrega de reparaciones económicas y contención psicológica a niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia de género.

Desde las 10 de la mañana, los miembros de Atravesados por el Femicidio colocaron carteles y banderas con los nombres y rostros de las 150 mujeres víctimas. “Conformamos Atravesados por el Femicidio ocho fundadores. Hoy ya somos más de 200 personas que representamos a 150 víctimas”, contó a Télam Manuel Iglesias, hermano de Laura Iglesias, asesinada en la localidad bonaerense de Miramar el 29 de mayo de 2013.

“Si bien enseguida se detuvo al muchacho (Esteban Cuello), que luego fue a juicio y condenado a perpetua, nosotros estamos seguros de que hubo más partícipes”, señaló Iglesias, cuyo lema de vida es “más hombres, menos machos”. En diálogo con Télam sostuvo: “No somos abogados, pero fuimos conociendo de las leyes a través de todo lo que nos pasó. Tampoco somos psicólogos, pero pasamos por este dolor y podemos comprendernos. Y no somos asistentes sociales, pero sabemos armar redes y tenemos la voluntad de ayudar a todos los que están pasando por lo mismo que pasamos nosotros”.

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La pandemia por coronavirus agudizó los problemas de acceso a la Justicia para los familiares.

“Quedamos desamparados. Nuestros niños huérfanos no contaron con la Ley Brisa, los juicios se aquietaron, los niños, niñas y familiares no recibieron asistencia psicológica. Y eso todavía no cambió”, aseguró Eva Domínguez, cuñada de Vanessa Celma, una mujer que a sus 27 años y embarazada de ocho meses fue asesinada presuntamente por su pareja. Por este crimen, Eva recurrió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ya que la causa fue archivada en 2016.

Un cartel en el piso de la Plaza del Congreso llevó el nombre de Lilian Fuño, asesinada el 2 de noviembre de 2009, y tiene una particularidad, ya que además de estar junto a unas chatitas violetas de talle adulto también lo rodean dos pares de calzados de niño y unas zapatillas de bebé. Lilian estaba embarazada de ocho meses y fue asesinada junto a sus hijos. Antonia Velázquez es mamá de Érica Daiana Quintero, quien cuando tenía 23 años fue prendida fuego por su esposo, Fabián Oscar Sánchez, condenado a prisión perpetua. 

“En mi caso, como abuela, tuve que dejar de trabajar y volver a ser mamá”, dijo ayer la mujer durante la concentración, planteando una de las tantas problemáticas que viven los familiares en relación con las infancias. Si bien su caso rápidamente consiguió una condena favorable, Antonia continúa luchando por las demás personas que atraviesan situaciones similares. Por ello, exige “que se agilicen más las sentencias, las fechas de juicio, que podamos tener abogados del Estado porque no los podemos pagar y que se agilice la Ley Brisa”.