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Escuela de Comunicación

Rafael Bielsa: "La política exterior de Macri ha sido una catástrofe nacional"

El ex cancille criticó la gestión de Cambiemos y desmintió un ofrecimiento para integrar el gabinete de Alberto Fernández.

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El ex Canciller Rafael Bielsa en entrevista con los alumnos de la Escuela Perfil de periodismo | Obregon Juan jose

“Argentina ha hartado a la comunidad internacional", sostuvo el funcionario de Néstor Kirchner, Rafael Bielsa, durante su paso por el Ciclo de Entrevistas de la Escuela de Comunicación. El ex canciller desmintió un ofrecimiento para integrar el gabinete de Alberto Fernández y dijo que su relación con el candidato es “óptima”. El también titular de Corporación América aseguró que el de Mauricio Macri fue un “gobierno de elite” y también analizó la situación nacional frente a una nueva renegociación con el FMI: “Un país con nueve default en su historia no es el novio que uno le presentaría a la hija”, sentenció Bielsa ante los alumnos de Periodismo de Perfil Educación.

―¿Cómo es su relación con Alberto Fernández? ¿Le ofreció algún cargo?
―Mi relación es óptima pero no me ofreció ningún cargo.

―Usted estuvo a cargo de Aeropuertos Argentina 2000 durante muchos años, actualmente es titular de Corporación América, ¿cuánto hay de cierto en la creencia de que el empresariado estuvo contento con Macri?
―Nada. Al contrario, yo he escuchado muchísimos más empresarios lamentarse por las incalculables pérdidas que le ocasionó el gobierno que sale, que por sus ganancias. Una de las características de este gobierno es que no fue de clase, fué de élite, de club house, de country, de conocidos, de agenda. Había que haber ido a cierto lugar, cursado en cierto colegio y entonces tenías posibilidad de que te fuera muy bien. A nosotros, a la empresa Aeropuertos Argentina 2000 y a la Corporación América en general, como la del señor (Eduardo) Eurnekian era una generación que había que exterminar, porque era una generación vieja. Lo dijo Macri expresamente de su padre a la semana de que muriera. Entonces a nosotros, a todas las actividades nuestras, nos hizo mucho daño. Y a muchísimos otros empresarios igual, y si no habría más inversión más en la República, ¿no?

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―Usted fué canciller en la primera parte del kirchnerato, ¿vivió alguna situación de corrupción en ese período?    
―En primer lugar preferiría “kirchnerismo” antes que “kirchnerato”, porque me parece una expresión peyorativa que no usaría con una persona que quiero mucho y murió. En segundo lugar, en mi vida jamás pise un juzgado a prestar una declaración a indagatoria. La función pública es un desempeño facultativo y tiene un plus de responsabilidad con un componente de que los bienes públicos. Durante mi periodo, no tuve ningún indicio de que pudo haber actitudes reñidas con la ética pública. Por lo cual, la respuesta es que ni oí, ni vi, ni, por supuesto, actué.

―¿Cómo cambiará la relación de Argentina con el mundo a partir del 10 de diciembre?
―Es difícil pensarlo porque, este es mundo en el cual en un semestre pasan más cosas que en un lustro de hace quince años atrás. Hay que aceptar que esta velocidad se va a incrementar y que tiene que hacer lo que se llama inteligencia estratégica de anticipación mirando qué es lo que está pasando en los distintos lugares que son significativos para la Argentina y cuál sería su posición más favorable. De manera que yo no puedo decir cómo va a ser la política exterior del próximo gobierno, porque no soy ni el titular del Poder Ejecutivo, Legislativo, ni tampoco tengo nada que ver con el equipo de política exterior.

―Circuló una comparación que hizo el hijo de Bolsonaro con el de Alberto Fernández. ¿La relación de Argentina-Brasil es realmente complicada basándose en esas demostraciones?   
―La diplomacia sería sólo ingesta de canapés si no pudiera resolver problemas como el que me estás mencionando. Cuando uno está en la función pública, todas sus acciones tienen que estar dirigidas al bienestar general. No a satisfacer una ira o un cólera momentáneo. Nuestra frontera con Brasil es un dato geopolítico, no cartográfico. Hay que entender que, quizá, en el único país importante en donde Argentina es importante es Brasil. No por lo que somos, como potencia económica o en conocimientos, tiene que ver con la proyección internacional de ellos. Siempre se pensó continentalmente. Argentina tiene una enorme tarea de reconstrucción de los lazos. Me parece que si la diplomacia no puede resolver o hacer oídos sordos de un exabrupto que, en realidad, más que ofendernos como comunidad es descalificar a quien lo profiere, entonces no tiene sentido tener un centenar de embajadores en otro centenar de países en el mundo.

―¿La reunión del G20 le pareció que fue una ilusión óptica?
Argentina en el G20 es una oportunidad que no debe dejarse de lado, aunque esa no es nuestra arena, porque no tenemos las espaldas para jugar en esa liga. Hay conflictos internacionales que son inevitables y otros que son inexplicables. A nosotros nos sobran con los dos inevitables que tenemos. No hay mucha más espalda porque la Argentina, luego de transitar penosamente muchos años de ser un país incómodo para la comunidad internacional, ahora es un país que también la ha hartado. Un país con nueve default en su historia no es el novio que uno le presentaría a la hija. El G20 es un foro muy importante, es una oportunidad muy importante. Hay que cuidarlo. Eso no implica más que, lo que se llama “photo opportunity” o una foto de familia. Usted no es un país más grande por sacarse una foto con el presidente de un país grande. Ese es un concepto ingenuo, de pensar que hay una manera mejor de llegar que no es la manera correcta. La manera correcta siempre es la mejor manera de llegar. Finalmente, yo no rescato absolutamente nada, ningún aspecto de la política exterior del gobierno de Macri ha sido una catástrofe nacional. Ha ofendido al país con la relación con Gran Bretaña, ha sido una política claudicante, temerosa, de resignación de principios históricos de la diplomacia argentina como su integración a la manada del grupo de Lima, teniendo el ejemplo de un “paisito” que está acá cerca, sin ser despectivo, y la actitud de México que han respetado la tradición del derecho público internacional latinoamericano al tener una posición de distancia frente a los problemas que vive Venezuela. Quiero ser totalmente claro, no hay política que yo pueda decir que en esto estoy de acuerdo.

―¿Cómo ve el repunte y la diferencia que logró Macri en las elecciones?
―Hizo bien las cosas. A pesar de los medios de comunicación, del coucheo, de las redes, focus group, la política sigue siendo una actividad humana y que tiene mucho que ver con lo colectivo. No ha perdido su raíz semántica que es pólis, la actividad ciudadana. No fue un acierto del sector laboratorista cambiemita, fue más bien un acierto del sector político que había perdido muchas posiciones a lo largo de estos últimos cuatro años. Hubo un fenómeno de voto útil, tampoco lo digo peyorativamente. A Lavagna, el partido oficialista le sacó más de 500 mil votos. Hubo un re pensamiento y me parece que está muy bien que en la población, no haya una hegemonía abrumadora de ningún partido político. No hay que creerse en esa especie de inmutabilidad de una elección.

―A partir de su experiencia de negociación en la última vez que Argentina canceló su deuda en 2003, ¿cómo imagina esa obligada refinanciación de la deuda?
―La Argentina hoy está mucho más complicada, según mi modo de ver, de lo que estaba en 2003. La sociedad había pagado un precio en sangre que la había diezmado al borde de la disolución nacional y eso había generado una disciplina social que sólo la violencia, la fusión de sangre y los muertos producen. En aquel momento lo produjo la violencia. El escenario general es mucho más complicado ahora. Nosotros tenemos un problema de desorden interno además del problema de default. Si nosotros no tuviéramos los problemas internos que tenemos, hay una oportunidad para renegociar la deuda. Si estuviéramos ordenados hacia adentro, nosotros tendríamos dos ventajas. Una ventaja es el problema que le hemos generado al Fondo Monetario Internacional. El Fondo tiene un problema con la Argentina. Ha habido errores técnicos, en la concepción y en la diagramación del desembolso de los fondos. Que se frene el último desembolso es una aceptación por parte del Fondo de un problema técnico. Esto es una ventaja que tenemos, y la otra ventaja es el valor de los bonos argentinos en el mercado secundario de bonos, que están al tercio o menos de su valor nominal. Hay dos grandes ventajas, que de manera inteligente nos podría generar un buen escenario de rescate y pago de la deuda. La deuda hay que honrarla, no concibo un lugar en un mundo moderno sin honrar la deuda.

Fernando Jaime, Pamela Vargas y Eugenia Trubbo
(Estudiantes de Periodismo de la Escuela de Comunicaciónde Editorial Perfil)