último adiós

El tiempo y los hombres, sobre la muerte de Mario Pereyra

Como un gran periodista murió en su mesa de trabajo acompañando a su audiencia sin importar el contexto. Caído en combate. Vayan estas líneas desde Buenos Aires como forma de acompañarlo en su despedida.

Mario Pereyra triplicaba en audiencia a las AM más exitosas de Buenos Aires. Foto: Fino Pizarro

El fallecimiento temprano de Mario Pereyra que consterna Córdoba trasciende la posibilidad de significación de sus co-provincianos. Mario Pereyra no era solo cordobés por adopción (sanjuanito de origen), literalmente era “la voz del interior” como correctamente se autotitula el principal diario de Córdoba. 

Y en el caso de Mario, no solo metafóricamente por lo que Córdoba significa frente al abuso de posición dominante ante al puerto de Buenos Aires y su conurbano, sino fácticamente porque Cadena 3 es la radio más escuchada en todo el país, del norte hasta Usuhaia.

Temprano fallecimiento, porque con 77 años tenía mucho más dar frente al micrófono y el coronavirus se lo llevó. Quienes trabajamos en los medio de comunicación cumplimos una labor esencial y al igual que los médicos, enfermeras y policías, entre otros, tenemos más riesgo de contraer coronavirus.

Lo que no es habitual es que personas de 77 años estén frente al micrófono todos los días de 8 de la mañana a 13.30 y luego vuelvan a la tarde para conducir no ya su programa sino la radio como organización. Como un gran “periodista” murió en su mesa de trabajo acompañando a su audiencia sin importar el contexto. Caído en combate.

Sus co-provincianos podrían no poder significar lo que representa la muerte de Mario Pereyra porque para ellos lo que su presencia producía era lo normal. Pero el mundo comunicacional que encarnaba Mario Pereyra no existe más en Buenos Aires ni en la mayoría del mundo.

Me refiero a un mundo donde los medios de comunicación tenían programas que lograban 60 puntos de rating o una radio 70% del share, o sea de todos los aparatos encendidos. Ese mundo, era el de la segunda mitad del siglo veinte y fue cambiando por la continua aparición de nuevas plataformas de comunicación que dividieron la concentración de audiencia fragmentándola.

Con la muerte de Mario Pereyra termina, en algún sentido, el sistema de medios predominante del siglo XX, por un lado por la característica de reunir proporcionalmente audiencias que difícilmente vuelvan a ser reunidas pero también porque Mario Pereyra era dueño y conductor.

Con Mario Pereyra, Cadena 3 lograba mantener el 70% del share radial sumando AM y FM que para dar una dimensión se puede comparar con los casos actuales de éxito radiales de Buenos Aires donde hay programas que superan el 40% del share de radio AM.

Pero como la FM es el 60% del total del encendido de radio y la AM el 40%, el share total de radio de los mayores programas de éxito de Buenos Aires podría alcanzar el 20% de toda la radio mientras Mario Pereyra triplicaba esa audiencia.

El peso específico de la figura de Mario Pereyra detuvo el reloj y con la fuerza de su presencia logró que se mantuviera un status quo mediático que fue arrasado en la mayoría de los lugares donde no existen excepciones como él. Las grandes personalidades con su singularidad logran eso: cambiar el sentido del tiempo, deteniendo su paso arrollador o acelerando los cambios revolucionarios. El tiempo no es lineal, para científicos como el argentino recientemente candidato a Premio Nobel de física, Julio Navarro, estudioso del Big bang y los agujeros negros, el tiempo es cambio. 

Con la muerte de Mario Pereyra termina, en algún sentido, el sistema de medios predominante del siglo XX, por un lado por la característica de reunir proporcionalmente audiencias que difícilmente vuelvan a ser reunidas pero también porque Mario Pereyra era dueño y conductor.

Pereyra entrevistó a Alberto Fernández y tuvo duros cruces con el entonces candidato a Presidente.

Conducía la audiencia y conducía la empresa algo que también era común en el siglo XX con el ejemplo paradigmático de otro locutor, Alejandro Romay, conduciendo su Canal 9. Sabía lograr masividad él mismo y dotar de esa capacidad a su organización brindándole esa oportunidad a otros. En el siglo XXI ya no quedan más Pereyras y Romays.

El mejor ejemplo de esa doble condición de comunicador y dueño fue el reportaje que le hizo Mario Pereyra a Alberto Fernández durante la campaña electoral. Hay muchos periodistas con capacidad de confrontar de igual a igual con entrevistados de mucho poder, y últimamente hay quienes hacen de su  capacidad confrontativa una  forma de aumentar su visibilidad.

Pero difícilmente alguien pueda hacer el tipo de reportaje que Mario Pereyra le hizo a Alberto Fernández sin tener el respaldo de estar comprometiendo una organización que él mismo creó, sin ningún límite más que el de su propia consciencia de bien y del mal.

No podré acompañar la ceremonias de despedida del cuerpo de Mario Pereyra en Córdoba como sí pude hacerlo con otros grandes creadores de medios de Argentina. Asociativamente recuerdo ahora la despedida al fundador de Canal 13, Goar Mestre en su propia casa donde ex empleados lo lloraban como a un miembro de la familia, y la despedida a Alejandro Romay velado en su teatro El Nacional.

Con ellos se va un época, un tiempo que no volverá.

Vayan estas líneas desde Buenos Aires como forma de acompañarlo en su despedida.


1 de noviembre de 2020