integracion

Capital y paciencia

Novogratz. Habla de “capital paciente”, donde no espera ganancias inmediatas. Foto: AP

Capital y paciencia son conceptos que parecen tan imposibles de ligar como el agua y el aceite. Más aún si se trata de capital financiero, siempre voraz e inatrapable (carece de lugar físico, se establece en el espacio virtual de la web, es generalmente anónimo y mutable). En el capitalismo financiero, etapa superior del capitalismo tardío, no hay tiempo para los procesos, mandan los resultados inmediatos, todo lo que no signifique ganancia instantánea no merece ser tenido en cuenta, y los resultados, además, son un fin que justifica los medios. Si en el camino quedan vidas, proyectos y sociedades devastadas, no hay tiempo para lamentos ni para reparación. Los valores morales no cuentan, solo los económicos. En las Bolsas de Valores los valores se hacen bolsa.

Sin embargo, hay quien prueba que aquellas dos palabras pueden integrarse. Jaqueline Novogratz ha creado y le ha dado entidad y trascendencia a la categoría “capital paciente”, un capital que no espera ganancias inmediatas y que, una vez invertido, no regresa a sus dueños en forma de suculentos dividendos, sino que se convierte, sin transición, en nuevas inversiones. Esas inversiones deben dirigirse, además, a combatir el hambre, a proveer viviendas, a impulsar proyectos sanitarios y educativos, a generar sostenibilidad en todas las formas posibles. Lejos de ser una utopía, la idea de Novogratz es una realidad confirmada y se presenta bajo la forma de un fondo de inversión llamado Acumen. Nacida en 1961 en Estados Unidos, la mayor de siete hijos de una familia de inmigrantes sin dinero, Novogratz estudió economía y relaciones internacionales en la Universidad de Virginia y obtuvo un posgrado en la escuela de negocios de Standford. Luego de trabajar como analista en el Chase Manhattan Bank fue consultora del Banco Mundial y de Unicef en Africa. “Cuando me metí de lleno en ese mundo y terminé en Brasil, aunque amaba las herramientas financieras, tuve claro que los pobres iban a ser dejados de lado”, cuenta hoy. “Sin embargo, veía una enorme energía en las favelas y sabía que a pesar de eso las personas que vivían allí no se atrevían a entrar en los bancos. Por eso sentí que tenía que haber una manera de extender esos instrumentos bancarios a todas las personas, sobre todo a los más pobres”. Quedaba en claro, una vez más, que la clave no está en los instrumentos, sino en quién los usa y para qué.

Catalogada por la revista Forbes como una de las mentes más brillantes en el mundo de los negocios, Novogratz hizo de Acumen una empresa de capital de riesgo sin fines de lucro, dedicada a ayudar a las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza invirtiendo “capital paciente” en empresas sostenibles. Uno de sus emprendimientos iniciales fue tomar en Brasil una pastelería conocida como “la pastelería de las prostitutas” porque las mujeres que la atendían ejercían esa profesión. “Lo que nadie veía, dice Novogratz, es que eran veinte madres cabeza de familia con un objetivo: salir adelante con una panadería que recibía un dinero de filantropía que solo alcanzaba a cubrir lo básico. Yo les ofrecí un negocio en el que podían participar. Hay una diferencia entre que yo te ofrezca un regalo, y te pregunte si te gusta, y que te ofrezca algo, y te pregunte qué precio pagarías por eso”. El negocio funcionó y las prostitutas dejaron de serlo.

Desde 2001 Acumen invirtió más de 90 millones de dólares en Africa, el sudeste asiático y América Latina. “Hemos logrado que más de 125 millones de personas tengan acceso a servicios y logren superar la pobreza”, dice su fundadora. En el libro El suéter azul (título inspirado en un suéter que ella donó en su país y reencontró en Africa, usado por una persona a la que no conocía) da cuenta de la seriedad, la solidez, la vastedad y la profundidad de la iniciativa. Algo que seguramente provocaría náuseas en los buitres financieros que oscurecen el cielo del planeta, pero que demuestra cómo, finalmente, capital y paciencia pueden trazar horizontes más amplios y trascendentes que los de la miserabilidad moral con que se manejan hoy la política y la economía en el mundo.

*Periodista y escritor.