opinión

El G20 y los vientos del Indo-Pacífico

Desarrollo. China probó esta semana un misil hipersónico. Foto: cedoc

La reunión del G20 que se desarrolla este fin de semana en Roma aborda una compleja agenda relacionada con los bienes públicos globales, como la búsqueda de un consenso para desarrollar estrategias para enfrentar la pandemia, el cambio climático y la recuperación económica global. Sin embargo, no está exenta de tensiones y de roces entre sus participantes. Los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping no arribarán a Roma para la cumbre y participarán de manera virtual. El presidente Joe Biden intentará terminar de limar las asperezas con el presidente Macron después del episodio del Aukus, el acuerdo con el que Francia perdió un contrato millonario para provisión de submarinos convencionales a Australia, y tratará de convencerlo de que la alianza transatlántica sigue siendo sólida. Biden llega con la intención de reactivar el multilateralismo como parte de su política exterior y de restaurar las alianzas que Trump se ocupó de deteriorar.

Pero más allá del Aukus y de las tensiones que generó y mientras la atención mundial se centra en la reunión del G20, el Indo-Pacífico sigue cargándose de tensiones, especialmente en torno al estrecho de Taiwán. Las presiones militares de Beijing sobre la isla chocan con un creciente acercamiento de Taipei con Washington, al punto de que la administración estadounidense no solo provee de armas a la isla y ha reconocido la presencia de tropas estadunidenses en su territorio, sino que también promueve una creciente participación de Taiwán  en los foros y organismos internacionales a pesar de que no esté reconocida como miembro de la ONU después de que la República Popular de China devino en miembro del organismo en 1971. 

Beijing considera que Taiwán es una provincia que eventualmente deberá ser reincorporada al territorio continental. Sin embargo, los Estados Unidos promueven un creciente rol internacional de la isla, al punto de que un grupo de miembros del Congreso propone su incorporación a la Asamblea Mundial de la Salud que depende de la OMS e, incluso, al Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros organismos.

Pese a que durante la reciente Cumbre de la Asean el villano de la película fue la dictadura militar de Myanmar, la situación y los alineamientos con Taiwán también fueron parte de la agenda, en particular porque en su primera intervención en la cumbre, en video, Biden aseveró que estaba “profundamente preocupado por las acciones coercitivas y agresivas de China en el estrecho de Taiwán”, en un entorno de mandatarios regionales. Asean  intenta desarrollar una política de no alineamiento en la disputa estratégica entre China y los Estados Unidos en el Indo-Pacífico, que ha sentado en un documento específico.

Pero las incursiones áreas y la proyección marítima de una China que muestra crecientemente su músculo militar en la región, más allá de una retórica que promueve el multilateralismo y el beneficio mutuo en sus acuerdos con los vecinos, evidencian que el desarrollo bélico de Beijing apunta a equipararse estratégicamente con Rusia y los Estados Unidos a mediados de la próxima década. En este contexto, el reciente anuncio del desarrollo de misiles hipersónicos por parte de China y el acuerdo del Aukus sobre el desarrollo de submarinos nucleares por parte de Australia afecta claramente el equilibrio estratégico en el Indo-Pacífico y refuerza las tensiones en la región, epicentro de la disputa entre los Estados Unidos y China, pero también de un denso entramado de relaciones económicas y vínculos y rivalidades políticas que afectan a otros actores de la región, desde Japón e India a Rusia. 

Mientras en Roma se debaten los temas prioritarios –decisivos para la humanidad– de una agenda global, tras bambalinas, o no tanto, en el Indo-Pacífico se acumulan tensiones que pueden llevar a un desenlace que puede poner en cuestión tanto el multilateralismo como la paz y la estabilidad mundial.

*Presidente de Cries y analista internacional.