Lali cerró su quinto Vélez con una fiesta de casi tres horas, invitados de lujo y la lucha como bandera
En una noche fresca y llena de emoción, la diva coronó un 2025 histórico ante 50.000 personas. Con Moria Casán, Dillom y Sandra Mihanovich como sorpresas, el show osciló entre la potencia del pop-rock, el pogo electrónico y la emoción de una artista que ya juega en las ligas mayores de la historia musical argentina.
El estadio José Amalfitani era una olla a presión, pero no por la temperatura de un diciembre veraniego, sino por la ansiedad acumulada de una multitud que sabía que estaba por presenciar un récord. El reloj marcaba las 21:33 cuando las luces se apagaron, pero el show, caprichoso como su protagonista, se hizo desear unos minutos más en una oscuridad cargada de tensión. Recién a las 21:39, una explosión de ruido sacudió los cimientos de Liniers y las pantallas blancas proyectaron la silueta inconfundible de Lali, con cuernitos y fumando. Fue el inicio de la catarsis final para un año en el que la artista se convirtió en la primera mujer en agotar cinco veces este escenario en un mismo calendario.
La cantante apareció vestida de negro, con sombrero y una impronta gaucha-rocker, dejando en claro desde el primer acorde que la noche no daría respiro. "Gracias por este quinto Vélez del año. No puedo creer que estoy viendo esto lleno una vez más", confesó visiblemente movilizada, mientras manejaba a la masa con la soltura de una show-woman consagrada. La conexión fue total: ante el clamor popular que pedía "River, River", ella respondió con una risa cómplice y un "ta jodido", bajando a tierra la euforia con su simpatía habitual, mientras el público marcaba la cancha con un cántico que resonó fuerte entre tema y tema: "El que no salta votó a Milei".
La puesta en escena fue un despliegue de categoría internacional, incluyendo una banda afilada, 16 bailarines y un cuerpo de drags que elevaron la estética visual. Pero el diferencial estuvo en los cruces generacionales y estilísticos. El "pogo lalero" tocó su techo cuando, para sorpresa del público, Dillom irrumpió desde las plateas para una versión demoledora de "33". Poco después, la realeza del espectáculo dijo presente: Moria Casán apareció en carne y hueso para "Quiénes Son?", desatando el delirio de un público que coreó la introducción como un himno sagrado. Y para cerrar el arco emotivo, Sandra Mihanovich subió al escenario para interpretar "Soy lo que soy", un momento de comunión donde la historia y el presente de la música se abrazaron bajo la bandera de la diversidad.
El recital, que se extendió por unas contundentes dos horas y cuarenta y seis minutos, funcionó como un repaso integral de su carrera pero con el sonido de su último álbum, “No vayas a atender cuando el demonio llama”. Hubo bloques bien diferenciados por interludios visuales y cambios de vestuario que fueron narrando la historia: del blanco inmaculado en "Como vos" al dramatismo de un vestido de novia hecho jirones para revelar un outfit rojo furioso. La artista demostró que puede pasar de la balada sentida al dance electrónico de "Motiveishon" o "Disciplina" (en versiones más remixadas y rockeras) sin perder la identidad.
Acercándose el final, y antes de hacer estallar todo con "Fanático", el tema que dedica de forma (casi) no explícita al presidente Javier Milei, Lali se tomó un momento para reivindicar a sus pares. "Dejen de comparar a las artistas nacionales, todas hicieron cosas increíbles. Muchas hicieron shows que ningún varón hizo", disparó, cerrando filas con las mujeres de la industria. Fue el broche de oro para una noche que no solo celebró un récord de tickets, sino la vigencia de una artista que, entre lágrimas por sus hermanos y furia sobre el escenario, confirmó que el título de referente ya le queda chico.
Un viaje visual y un mensaje críptico
La estructura del show estuvo milimétricamente diseñada por un equipo creativo que supo explotar las dimensiones del estadio. Las pantallas no solo sirvieron de soporte estético con imágenes del documental de Netflix sobre Lali en la previa, sino que integraron a invitados virtuales como Ale Sergi y Julieta Gattas, de Miranda, en "Mejor que vos". Sin embargo, la potencia de la banda en vivo, con dos guitarristas mujeres que se llevaron todas las miradas por su destreza técnica, le dio al espectáculo una tracción a sangre que lo alejó del pop prefabricado y lo acercó a la mística del rock de estadio.
Pero también hubo espacio para la intimidad en medio de la vorágine. Uno de los pasajes más conmovedores llegó con "No hay héroes", donde Lali se quebró al hablar de sus seres queridos. "Ellos son los hermanos", dijo entre lágrimas, recordando que detrás del fenómeno de masas y los cientos de miles de espectadores acumulados en el año, hay una persona que procesa su transformación.
Poco antes del cierre, quedó una incógnita flotando en el aire de la madrugada porteña. Mientras el público se recuperaba del último baile, las pantallas mostraron una fecha críptica: "6/6/26". ¿Un nuevo disco? ¿Gira? ¿River? O quizás un guiño final para una base de fanáticos que, tras verla conquistar cinco estadios Vélez, ganar 13 premios Gardel y girar por 19 ciudades Argentina, Uruguay y España en 2025, ya sabe que con Lali el futuro siempre promete una apuesta más alta.
TC/DCQ
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