El dilema final: ganar por el honor o perder para que el clásico rival no salga campeón
Si bien hay antecedentes similares, nunca en la historia Boca, River, Racing e Independiente protagonizaron el desenlace de un torneo con clásicos cruzados. Al quedar Boca como único líder, el Rojo de alguna manera es el que decide: puede dejarle todo servido a Racing, que encima juega contra River, o resignarse a ser el convidado de piedra en la fiesta de la Bombonera. Entre los hinchas, la opinión está dividida. En el archivo de finales morbosas que involucraron a clásicos rivales, Racing e Independiente aparecen en varias.
Ganar y beneficiar al clásico rival, o resignarse a una derrota que impida eso. La Liga Profesional ofrece un final morboso y hasta dilemático. Y en esa tensión que divide a hinchas, Independiente adquirió un protagonismo central luego de que Boca le ganara a Gimnasia en La Plata. El Rojo, de alguna manera, decide: puede dejarle todo servido a Racing, que encima juega contra River, o resignarse a ser el convidado de piedra en la fiesta del Boca campeón.
A lo largo de la historia hay muchos antecedentes similares a lo que sucederá mañana, aunque nunca estos cuatro grandes –encima con clásicos invertidos– protagonizaron un desenlace de estas características.
En ese anaquel de finales morbosas que involucraron a clásicos rivales Racing e Independiente aparecen en varias. Desde el fondo del tiempo hasta este siglo. Desde campeonatos ganados hasta descensos concretados.
En 1960, por ejemplo, Independiente obtuvo su sexto torneo local por un triunfo de Racing. El Rojo perdió la última fecha contra Atlanta, pero como la Academia goleó 4-1 a Argentinos Juniors (que peleaba el campeonato), su vecino e histórico rival festejó. Eran otras épocas, las rivalidades no eran tan extremas, no había barras o hinchadas que pidieran abiertamente que los jugadores no ganaran, pero el antecedente quedó para siempre. Sesenta y dos años después, el favor puede ser devuelto.
Es verdad que en el medio hubo situaciones que lejos estuvieron de la confraternidad vecinal. En la última fecha del Apertura 1995, Independiente recibió al líder Vélez en la entonces Doble Visera. El escolta era Racing, que visitaba a Colón en Santa Fe y dependía del Rojo para tener alguna chance de desempate, algo que finalmente no ocurrió. Cada gol del Vélez de Carlos Bianchi en Avellaneda –ganó 3-0– era festejado por hinchas de Independiente, que además se regocijaban por el 5-1 de Colón a Racing.
Algo parecido, aunque más violento, sucedió en 2013 cuando Racing perdió con Quilmes, que peleaba el descenso junto a Independiente. Esa semana, hinchas de Racing amenazaron a sus propios jugadores para que no ganaran el partido. En los entrenamientos había una custodia mucho más numerosa que la habitual. “Fue el partido más difícil e incómodo que me ha tocado jugar”, reconoció años más tarde Sebastián Saja en TyC Sports. “No fue un partido fácil. Fue una semana muy difícil. Pero no ganábamos de ninguna manera: ni ganando ni perdiendo como perdimos”, agregó. El presidente de aquel tiempo, Gastón Cogorno, le sugirió al plantel que si ganaban, la dirigencia no podía garantizar la seguridad en las semanas siguientes. El clima en el Cilindro era muy hostil.
Entre los rivales que se ayudaron en la fase final de los torneos están los recordados goles a River de Derlis Soto, de Huracán, que en el Clausura 2001 le sirvieron en bandeja el campeonato a San Lorenzo.
El inolvidable –por lo bochornoso– empate entre Boca y Oriente Petrolero en la Copa Libertadores de 1991 podría citarse como un ejemplo más, aunque reúne una particularidad: ese 0 a 0 pactado entre el equipo argentino y el boliviano eliminaba a River, pero beneficiaba a los dos, ya que les aseguraba el pase a la otra ronda del certamen continental.
Eso, justamente, es lo que no sucederá mañana. Ni Independiente ni River juegan por nada. Solo por el honor y el manto sagrado de sus respectivas camisetas. ¿Le harán honor sus jugadores?
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