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El fútbol, ese show globalizado que no tiene fronteras

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Copa América. Se jugará en EE.UU., un país con poco fútbol. | fotobaires

El capital no puede quedarse quieto. Si no se mueve se desvaloriza. Moverse significa expandirse, desplegarse, propagarse. Por lo tanto, eso que, desde hace cierto tiempo, llamamos “globalización” (y que antes se llamaba “imperialismo”) ya está inscripto desde el origen del capitalismo. Para sobrevivir, el capital necesita expandir sus fronteras, llegar a todas partes, funcionar bajo la búsqueda –bastante exitosa, por cierto– de que no haya ningún territorio ni ninguna relación humana que no esté marcada por las leyes del capital.

Pensaba en todo esto en el cine mientras veía Días perfectos, película del director alemán Wim Wenders, filmada en Japón, en japonés, con actores japoneses. Hay una escena, que se repite varias veces, en la que el protagonista cena en un bar al paso en el subte, mientras en la tele dan un partido de béisbol y uno de los que miran el partido se queja de que siempre los equipos grandes compren a los mejores jugadores de los equipos chicos, y los vacíen. ¿En qué momento llegó el béisbol a Japón? Es obvio que después de la Segunda Guerra Mundial, con la influencia norteamericana sobre el Japón derrotado. Y me puse a pensar, también, por dar un ejemplo, sobre en qué momento llegó el fútbol hiperprofesional a Arabia Saudita, ahora que despidieron a Gallardo, noticia que erotiza a todo el mundo River, y a casi todo el periodismo deportivo en general.

Dicho en otros términos: fútbol y capitalismo se han vuelto sinónimos. Y por eso el fútbol se convirtió en el gran espectáculo deportivo global. Desde hace décadas (tal vez desde 1979, cuando se organizó el Mundial juvenil precisamente en Japón), el fútbol (es decir, la FIFA, los sponsors, los medios y todos los negocios que hay detrás, o delante) no ha dejado de expandir las fronteras. De llevar el show hacia inmensas zonas sin casi ninguna tradición futbolera. Es como si en algún momento de las últimas décadas el negocio hubiera percibido que con Europa y Latinoamérica no alcanzaba –se desvalorizaba el capital– y entonces decidió expandirse a nivel global.

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Miremos si no dónde se organizaron buena parte de los mundiales, en países con baja o nula tradición futbolera: 1994, en Estados Unidos. 2002, Corea-Japón. 2010, Sudáfrica, 2022, Qatar. Y el siguiente de nuevo en Estados Unidos, más el ignoto Canadá (con un toquecito en México). En Estados Unidos también se va a jugar la Copa América el mes que viene y, más adelante, el Mundial de Clubes, en su nuevo formato que, nuevamente, busca ampliar la cantidad de equipos participantes y por lo tanto la cantidad de ligas intervinientes. En esta lista, Estados Unidos ocupa, como es evidente, un lugar destacadísimo. La llegada de Messi a la MLS no es ajena a este proceso de expandir mercados, crear nuevos públicos y desarrollar más negocios. Aunque en verdad, el de Estados Unidos es un caso especial que habría que analizar más en detalle. Ya sin espacio, prometo hacerlo alguno de los siguientes sábados.