Reportaje fotográfico

FOTOS | El Ojo de Perfil: "Cartón Pintado", la obra artística de Mariano Altamirano

Para sus obras usa cartón corrugado o placas de cartón prensado, recogido de las calles. El fotoperiodista Néstor Grassi repasó su vida y obra.

Mariano Altamirano, artista. Foto: Néstor Grassi

Mariano Altamirano nació y vive aún en la Villa 31. Único hijo varón de madre boliviana y con cinco hermanas. Vagos recuerdos de Oruro, de alguna estancia obligada a raíz de un violento hecho de bullying sobre una de sus hermanas, que obligó a toda la familia a trasladarse. Luego, el deseo de quedarse acá.

Desde entonces, la vida en la Villa. Los mejores momentos. Y los peores, claro. Mariano se presenta como un artista multimedial: canta, baila, pinta, hace videos, un poco de todo. Pero se destaca como artista plástico.

De su amistad con La Piba Berreta, cantante, poetisa, performer, feminista militante, surge el contacto con Nina Kovensky y Lucía Reissig, ambas artistas plásticas, feministas también, curadoras y fundadoras de varios proyectos, que vieron su obra y quedaron enamoradas. Con Mariano crearon Caterine Full Love, un proyecto que provee de catering y muestras de arte en distintos formatos, desde cenas a puerta cerrada hasta ollas populares. Ellas le presentaron a Marcia Schvarz, que también valoró su obra y con quien hizo taller. A partir de esas relaciones, Mariano -con el apodo de Cartón Pintado- comenzó a mostrar lo que hacía.  A animarse y a crear cada vez más.

Mariano Altamirano. (Foto: Néstor Grassi)

Pasó de pintar en un cuarto de su casa a ocupar un espacio en Munar, una especie de residencia para jóvenes artistas a la orilla del Riachuelo, en La Boca, el barrio de uno de sus principales referentes: el gran Quinquela Martín. Allí, por primera vez, siente que tiene un taller en donde puede hacer su trabajo.

El apodo viene a propósito del material que usa como soporte: cartón corrugado o placas de cartón prensado, recogido de las calles. Es allí, sobre esos cartones, que Mariano desarrolla su arte. Y no es sólo por economía. Detesta esa sacralidad de lo artístico, esa perdurabilidad del lienzo trabajado. Para él, si una obra tiene que degradarse, que así sea.

Mariano Altamirano. (Foto: Néstor Grassi)

Su pintura es, de este modo, como un gesto veloz y subrepticio. Algo que no está hecho para durar, sino para impactar. Y las figuras de gesto feroz y colores saturados impactan, y mucho. Es así como ya expuso en la Galería Quimera y participó de muestras colectivas en el Centro Cultural Haroldo Conti y en Alpha Centauri.

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NG / EA