Guerra Comercial

China deja de comprarle soja a Estados Unidos para importarla desde Brasil

Tras los aranceles que Donald Trump le impuso a Brasil, Lula Da Silva consiguió que Xi Jinping le compre la soja. Los productores agropecuarios norteamericanos preocupados.

Lula da Silva con Xi Jinping en la visita del presidente brasileño a China Foto: AFP

Cuando el americano Donald Trump, supuestamente enojado por la “persecución” del gobierno brasileño contra Jair Bolsonaro, ametralló a su colega Lula da Silva con brutales medidas comerciales, China salió en defensa del aliado sudamericano. Fue el 6 de agosto último, cuando entraron en vigencia los aranceles de 50% que gravan en exceso las exportaciones de mercaderías brasileñas a Estados Unidos. Ese día, el canciller Wang Yi declaró que su país respaldaba “firmemente” a Brasil en la defensa de su soberanía. Lo que acaba de demostrar el gobierno de Xi Jinping es que cumple rigurosamente con su palabra. 

Beijing adoptó la decisión de importar más soja de Brasil en detrimento de los productores norteamericanos que quedaron a la deriva. En julio, hubo una suba significativa de compras a los agricultores brasileños: crecieron 13,9% en apenas un mes; la tendencia habrá de seguir en agosto. El negocio, de miles de millones de dólares, refuerza sin duda al poderoso agro del país. También Argentina se vio altamente beneficiada: la potencia asiática compró en el país 561.030 toneladas en julio, un aumento de 104% respecto al año pasado.

En simultáneo, los chinos dejaron una nube tormentosa sobre la Casa Blanca. El martes último, los productores de Estados Unidos le mandaron una carta a Trump para rogarle que llegue rápidamente a un acuerdo con Beijing y así impedir la  brutal caída que experimentan en sus ventas al exterior, del 11,5%. 

Estados Unidos impone aranceles del 50% a más de 400 productos que tienen acero y aluminio

Analistas chinos sostuvieron que “las importaciones desde Brasil fueron impulsadas por la fuerte oferta brasileña y las preocupaciones que persisten en el intercambio comercial con EE.UU. Los productores norteamericanos declararon que “debido a la retaliación arancelaria en curso, nuestros clientes de larga data en China recurrieron y continuarán haciéndolo a nuestros grandes competidores de América del Sur”. Concluyeron que “la demanda puede ser perfectamente atendida por Brasil, debido al aumento significativo de la producción”.

Los daños para los americanos puede ser de largo plazo. Ocurre que China firmó un contrato con Brasil para atender sus necesidades en los próximos meses, con lo cual evita las compras del producto estadounidense. Esto es lo que indujo a los agricultores de ese país a advertir que “no podemos sobrevivir a una disputa comercial con nuestro mayor cliente”.

La ayuda de los chinos le llega a Lula da Silva en un momento si se quiere crítico. El problema, ahora, es la guerra emprendida por el “trumpismo” contra la Corte Suprema brasileña, y más específicamente contra el magistrado Alexandre de Moraes. Es quien tiene a su cargo el juicio contra Jair Bolsonaro, acusado de intentar un golpe de Estado el 8 de enero de 2023, cuando Lula recién había asumido su tercera presidencia.

En el afán de desestabilización, Trump acudió a la Ley Magnitsky para trabar las operaciones financieras del juez, con cuentas en Estados Unidos. Esas sanciones financieras se aplican a extranjeros acusados de corrupción o de violaciones graves a los derechos humanos. Ocurre que esa norma no afecta únicamente a las operaciones dentro del territorio americano. De hecho, permite sancionar a entidades bancarias del exterior, por ejemplo, las brasileñas, que operen con los individuos “castigados”. Esta situación produjo un fuerte movimiento en el mercado de acciones de San Pablo. Las entidades bancarias sufrieron grandes pérdidas, lo que a su vez derrumbó la Bolsa. 

 

LM / Gi