rumbo al balotaje en chile, donde crece la derecha

“El ascenso de Kast se explica más por el antioficialismo que por su liderazgo”

Proyección. José Antonio Kast apunta a aglutinar a la derecha en el balotaje. Foto: cedoc

En una elección ajustada, el domingo pasado la oficialista Jeanette Jara se impuso por muy poco sobre José Antonio Kast, quien llega al balotaje del 14 de diciembre como el candidato capaz de unificar a toda la derecha y posible vencedor. Para la politóloga chilena Julieta Suárez Cao, el avance de Kast refleja el fuerte antioficialismo y la creciente normalización de la ultraderecha, más que su propio liderazgo.

—Se proyectaba un apoyo más fuerte a Jara. ¿Hubo un voto contra el gobierno?

—Sí, creo que lo hubo. El presidente Boric tiene una aprobación cercana al tercio, que es más o menos lo que obtuvo Jara. La oposición se distribuyó entre los distintos candidatos. No olvidemos que ninguno supera el 30%, igual que en 2021. 

—¿Cómo se explica el fenómeno Kast?

—El ascenso de Kast es muy similar a lo que ocurre en otros países donde la derecha convencional no estableció un “cerco sanitario”. En Chile, esa derecha apoyó a Kast en 2021 y respaldó a la ultraderecha en el Consejo Constitucional de 2023. Y cuando eso pasa, quien se fortalece no es la derecha tradicional, sino estas nuevas derechas. La explicación combina un componente interno –la normalización de la ultraderecha por parte de la derecha convencional– con otro más coyuntural, vinculado al antioficialismo, fenómeno que también se observa en muchas otras partes del mundo. No diría que el ascenso responde a algo particular del liderazgo de Kast, sino al modo en que se inserta en un sistema donde los antioficialismos crecen y donde además se despliegan discursos fuertes de securitización y antimigración.

—¿Hasta qué punto ese discurso securitizador estructuró el voto hacia las derechas?

—El discurso de securitización tiene un arraigo muy fuerte en Chile. Hay una percepción de inseguridad muy alta, que no siempre coincide con los datos, pero que está instalada. Y cada vez más vemos un electorado que vota por un tema específico, lo que en ciencia política se llama “issue voters”, personas que orientan su voto según una preocupación central: quienes están preocupados por la seguridad votan en función de ese miedo; quienes lo están por las pensiones votan en función de eso. En general, hay un tema que termina cristalizando la intención de voto, incluso si la persona elige a un candidato con el que coincide en ese asunto, pero no necesariamente en otros. Creo que esto plantea un problema importante para la democracia: la dificultad de presentar liderazgos y programas coherentes ante un electorado que se fija en un solo asunto al decidir su voto, en lugar de considerar un conjunto más amplio de temas.

"Cada vez más vemos un electorado que vota por un tema específico"

—¿Por qué desde 2006 ningún presidente logró transferir el poder a alguien de su mismo signo político?

—No creo que haya un péndulo izquierda-derecha en el sentido de una sociedad incoherente que a veces es de izquierda y otras de derecha. Me parece que es más bien un efecto de antioficialismo: ¿quién está en el poder? Bueno, voto en contra. Algo parecido ocurrió durante el proceso constitucional, donde dos borradores muy distintos entre sí terminaron igualmente rechazados. Por eso hablaría más de un “voto anti”: antigobierno, antipropuesta. Y eso es muy complejo para la salud de la democracia. 

—Con el voto obligatorio, ¿qué transformaciones observas en el comportamiento electoral?

—Todavía se está analizando qué ocurrió con el voto obligatorio. Lo último que he leído, aunque no tengo evidencia concluyente para afirmarlo con total certeza, es que muchos de esos nuevos votantes se habrían inclinado por Parisi, uno de los candidatos más outsiders. Lo interesante es que estos nuevos electores probablemente son quienes tienen menos probabilidades de contestar encuestas. Sabemos que las tasas de respuesta son muy bajas, y creo que este grupo suele quedar por fuera, lo que dificulta mucho estimar hacia dónde puede orientarse su voto. Por eso podría inferirse que una parte importante de ese electorado fue para Parisi, quien además fue uno de los candidatos más subestimados por las encuestas. Pero, insisto, es una hipótesis.

—¿Cuáles serán los principales desafíos para construir mayorías en un Congreso fragmentado?

—El sistema electoral chileno es muy complejo para la conformación del Congreso. La gente vota por personas, pero esas personas están dentro de listas de partidos que, a su vez, compiten dentro de pactos. Esto hace muy difícil trazar cómo un voto se convierte en un escaño. Tu voto por una persona puede terminar ayudando a que salga electa otra, incluso de otro partido dentro del mismo pacto. En un contexto de alta desconfianza, esto genera una especie de “guerra de todos contra todos”. Eso incentiva la individualización, la necesidad de distinguirse. Y en este clima, esas estrategias muchas veces derivan en discolaje, radicalización o extremismo. Lo problemático es que la mejor estrategia para ser electo es, después, la que impide gobernar: quienes llegan destacándose por ser más extremos o más díscolos son luego muy difíciles de disciplinar o de incorporar en negociaciones, porque necesitan seguir diferenciándose. 

—¿Chile enfrenta una reconfiguración política?

—Creo que es muy temprano para saberlo, y me inclino a pensar que no. Una reconfiguración del sistema implicaría un cierto grado de estabilidad, y los incentivos institucionales en Chile hoy promueven inestabilidad, fragmentación y diferenciación. Por lo mismo, veo difícil que esto derive en una nueva configuración del sistema de partidos. En un escenario extremo, el horizonte se parece más a lo que ocurre en Perú que a la consolidación de un nuevo mapa partidario. 

—¿Qué proyecciones ves hacia el balotaje?

—Soy muy mala futuróloga. Si uno hace un ejercicio simple de sumar los resultados de la primera vuelta, pareciera que la candidata del oficialismo la tiene difícil. Habrá que ver cuán difícil: si será algo similar a cuando Evelyn Matthei perdió frente a Bachelet en su segundo mandato o no. Todo dependerá de cómo se desarrollen estas tres o cuatro semanas que quedan antes de la segunda vuelta.

 

Subdirectora y jefa de Pregrado del Instituto de Ciencia Política UC. Es miembro de la Red de Politólogas.