AVANZA EL JUICIO EN BRASIL

Sentencia contra Jair Bolsonaro: ¿Bajarán a 12 años la condena a prisión o mantendrán los 43 años previstos?

El ex mandatario, de 70 años, vio la primera audiencia del juicio final por TV en compañía de tres de sus hijos. Aseguran que está enfermo y frágil. La sentencia se conocerá en 10 días.

Afectado. “El viejo está delgado”, dijo Carlos, su hijo. Foto: afp

(Desde San Pablo) Comenzó hoy el juicio final de Jair Bolsonaro, que debe durar 8 sesiones repartidas entre el 2 y el 12 de septiembre. El ex presidente está, en verdad, desolado. Permaneció en su casa, donde está bajo prisión domiciliaria, sin asistir al proceso en las dependencias de la Corte Suprema de Justicia, por tener su salud “muy fragilizada”. Así justifican su ausencia los de su entorno más próximo. Alguien muy cercano, que habló en reserva, dijo que tiene ataques de hipo, seguidos de crisis de náuseas y vómitos.

Es que tiene por delante la perspectiva de una sentencia a 43 años de prisión, que a su edad (tiene 70) equivaldría a perpetua. Para sus abogados, lo más importante ahora es disminuir el tiempo de cárcel a no más de 12 o 13 años.

Esta mañana el ex jefe de Estado asistió por TV a la primera sesión acompañado por tres de sus cinco hijos. Solo faltaron el diputado Eduardo, que se encuentra en Washington, y el senador Flavio. Por desgracia para el ex mandatario, le tocó escuchar en vivo y en directo a su gran enemigo: el juez de la Corte Alexandre de Moraes. Cuando el magistrado terminó de relatar el caso, como es de práctica le siguió el fiscal general Paulo Gonet. En su informe concluyó que los delitos cometidos por el ex jefe de Estado deben ser penalizados porque, de lo contrario, habría un “recrudecimiento de los ímpetus autoritarios”  en la sociedad, lo que obviamente perjudica al conjunto de la sociedad “civilizada”.

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El fiscal general le adjudicó a Bolsonaro, el haber liderado una organización delictiva que pretendía “subvertir la democracia”. O sea, dar un golpe de Estado para derribar al ya consagrado presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La trama tuvo como acto principal los sucesos del 8 de enero de 2023, cuando más de 10.000 seguidores del político de extrema derecha entraron en Brasilia (la Capital Federal) y se dirigieron a los palacios del Poder: el Planalto, el Congreso y el de Justicia. Una vez adentro destruyeron las oficinas del presidente, de los jefes del Congreso y el despacho del titular de la Corte, que en ese momento era precisamente De Moraes.

Hay razones para tildar de golpistas al grupo de ex ministros de Bolsonaro que lo acompañó en la aventura. Son siete en total y, entre ellos, figuran tres general de altísimo nivel y un almirante, además de un coronel, dos ex ministros y un diputado. Todos ellos son juzgados en simultáneo, por los mismos jueces de la Corte (cinco en total).

Para el Supremo Tribunal Federal (la Corte) hay una visión unánime sobre la necesidad de que expíen semejantes transgresiones. En total, la trama del Golpe incluye cinco grandes delitos: participación en un grupo delincuencial; suspensión violenta de las garantías constitucionales; Golpe de Estado, y destrucción del patrimonio público.

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Es preciso recordar que en el plan de acción de los golpistas figuraba como posible el asesinato del juez De Moraes, del presidente Lula da Silva y del vicepresidente Geraldo Alckmin. Es por eso que los abogados defensores de los reos “descartan la posibilidad de que sus clientes se eximan de los castigos”. Por las mimas razones, no creen que los ex ministros que Jair Bolsonaro que estuvieron junto a él en la programación de semejante desatino cumplan las penas en prisión domiciliaria. Prevén que, como mucho, tendrán celdas especiales en cárceles comunes. Tal vez el ex mandatario se salve de ir a una jaula común y pueda permanecer en detención domiciliaria.

Desde luego, este juicio ocurre en un momento internacional muy desfavorable para Lula. Ocurre que para Donald Trump no es un detalle la buena relación que mantuvo el brasileño con el grupo Biden, lo que en definitiva para el republicano es una afrenta seria. Para la actual administración norteamericana hay otros factores que conspiran en el distanciamiento: Brasil forma parte de los Brics, aquél grupo multinacional donde figuran entre otros Rusia y China, además de India. El drama de ese tipo de alianzas internacionales es que pueden dejar de lado al dólar como la moneda de comercio mundial.

Son estas cuestiones las que explican el éxito del diputado Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair, que cuenta con amplias relaciones en el entorno de la Casa Blanca. Gracias a sus “gestiones”, Trump decidió confrontar con Lula en un terreno muy delicado: el del comercio bilateral. Impuso aranceles de 50% para el ingreso de mercaderías brasileñas al mercado estadounidense. Y  no sólo esto: aplicó a ocho, de los once miembro del Supremo Tribunal Federal, una sanción vergonzosa: les canceló la visa para ingresar a Estados Unidos. Todo por obra y gracia de la condena a Bolsonaro.