Narcotráfico

Guerra de fiscales en Rosario por la causa del juego ilegal

Empezó el juicio por corrupción contra un ex funcionario judicial. La investigación partió de un asesinato en el casino local y terminó involucrando a políticos, jefes policiales y las dos bandas narcos más fuertes de los últimos años en la ciudad.

Guille Cantero, jefe de Los Monos. Foto: Cedoc Perfil

En enero de 2020, la banda criminal Los Monos produjo un atentado contra City Center, el glamoroso casino de esa ciudad que cuenta con un hotel cuatro estrellas a pocos metros de Las Flores, la popular barriada en la que nació el grupo narco. Dos hombres en moto dispararon contra uno de los ventanales de la sala de juegos y murió un apostador que había salido al balcón a fumar. Y, de manera imprevista, casi como en una serie de Netflix, la investigación judicial de aquel crimen iba a dejar a la vista una trama que vinculaba a fiscales, políticos, policías, un capitalista del juego ilegal y los narcos.

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Aunque pasaron más de cinco años, esa madeja de corrupción y poder todavía no termina de desanudarse: en estos días en Rosario se realiza el juicio contra Patricio Serjal, que era el jefe de los fiscales de esa ciudad cuando se produjo el atentado. Lo acusan de haber protegido el juego ilegal a cambio de coimas que cobraba otro funcionario judicial, el fiscal Gustavo Ponce Asahad, que después de perder su cargo y estar preso firmó un juicio abreviado en el que admitió haber recibido dádivas de Leonardo Peiti, empresario del juego ilegal que declaró la última semana como testigo y que también asumió su responsabilidad declarando como arrepentido, lo que le valió una condena que ya cumplió.

Ahora, el Tribunal debe evaluar en el juicio si esas coimas de 4 o 5 mil dólares mensuales que el fiscal Ponce Asahad cobraba en efectivo en un bar céntrico de Rosario llegaban también a su jefe, el acusado Serjal. Según la hipótesis de la investigación y los dichos de quien entregaba las dádivas a cambio de protección judicial, ellos dos no eran los únicos involucrados. Peiti dijo haberle pagado a un histórico senador provincial del peronismo, Armando Traferri, que aparecía como “el jefe” de los fiscales que lo cuidaban. Además, el capitalista del juego ilegal dijo haber entregado coimas a otro legislador provincial, el radical Hugo Rasseto. Y describió un trato fluido con jefes policiales en los tiempos en los que el actual gobernador Maximiliano Pullaro era ministro de Seguridad, entre 2015 y 2019: nombró a Marcelo “Flecha” Albornoz y a Daniel Corbellini, ambos trabajando para la gestión actual, en la PDI y en la prevención de la seguridad en las escuelas, respectivamente.

La primera vez que Leonardo Peiti declaró lo hizo en el sótano de la Alcaidía de Cañada de Gómez, a unos kilómetros de Rosario. Había caído preso en una causa por juego ilegal, pero desde la cúpula del organismo judicial le habían ofrecido un salvoconducto: si confesaba sus delitos vinculados a la política, podría salir en libertad. Aceptó el convite y terminó firmando un juicio abreviado, después de varios encuentros con los fiscales que habían tomado la causa, Luis Schiappa Pietra y Matías Edery.

A esta altura, el lector se preguntará cómo se vinculan el atentado del casino con el pago de coimas. Es que ya unos meses antes de los disparos de Los Monos al Casino, Peiti venía siendo extorsionado por la banda: le pedían 500 mil dólares para no molestarlo, porque entendían que para tener una estructura de juego ilegal en Rosario debían pagarles a ellos una especie de canon. El hombre les había ofrecido pagarles 100 mil, en cuotas. Y, a cambio, les dijo que podía ayudarlos con sus contactos en la justicia.

Los narcos habían aceptado el acuerdo con Peiti y habían cobrado una primera cuota de 15 mil dólares. “Se los pagué a Rodrigo Ortigala”, dirá el capitalista ilegal del juego, aportando el nombre de un cobrador que después asumirá un protagonismo en esta historia. Y cuando se produce la muerte del apostador en enero de 2020 por un ataque a balazos, la justicia detectó la otra parte del arreglo con Los Monos: unos días antes del atentado, dos hombres que tenían intención de llevar un auto con explosivos a la playa de estacionamiento del City Center habían caído presos por un problema con los papeles del vehículo. A pedido de la banda criminal, Leonardo Peiti se había comunicado con un empleado judicial rosarino para saber en qué situación estaban los detenidos. Esa extracción de información oficial dejó a la vista las filtraciones y, al “tirar del hilo”, iría apareciendo el resto de la trama.

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Volviendo al juicio de esta semana, un dato que inquieta: el propio Peiti contó como testigo que los fiscales de la causa le sugirieron que, al firmar como arrepentido, no dijera nada sobre Los Monos y sobre aquel cobrador al que le había dado 15 mil dólares. "Negocian con mi abogado para que yo declare. Lo hice en un sótano en Cañada de Gómez, con Schiappa Pietra y Edery. Les conté lo de Ortigala y Los Monos, pero me dicen que —por mi salud— mejor no hablara más de eso. Y que sí hable de Ponce, Serjal y Traferri".

En 2023, los primeros fiscales que tuvo el caso fueron corridos de la causa. El hecho sucedió tras la denuncia de un colega suyo, Pablo Socca, en otra audiencia judicial. Al investigar una serie de atentados en Rosario contra una cadena de agencias de lotería denominada “El Califa”, encontraron a Mariana Ortigala —hermana de Rodrigo— como responsable, junto a la banda Los Monos. Al revisar la situación patrimonial de la mujer, detectaron que había anotado a su nombre 14 propiedades en muy poco tiempo, un crecimiento patrimonial que no pudo explicar la imputada.

Mariana Ortigala había sido parte del círculo de confianza de otro narco rosarino, Esteban Alvarado, hoy preso en la cárcel federal de Ezeiza. Tras un affaire que su hermano Rodrigo habría tenido con la mujer del líder criminal, los dos Ortigala se habían ofrecido a dar información a la justicia sobre el grupo criminal de Alvarado. Y cuando se concreta el crimen en el Casino, ambos venían “trabajando” como testigos reservados del Ministerio Público de la Acusación. Para el fiscal Socca —que esta semana declarará como testigo en el juicio—, en ese entonces ya ambos se habían pasado a la banda rival (Los Monos), pero sus colegas Schiappa Pietra y Edery omitieron investigar el vínculo porque habrían cambiado los datos por protección judicial. La hipótesis es inquietante y promete nuevos capítulos.