Jorge Triaca: “Para el PRO, lo más importante es el postmileismo”
“El marco institucional es nuestro diferencial”, subrayó el exministro al plantear el rol del PRO en la etapa postmileísta.
Jorge Triaca sostuvo que “las reformas que se plantean por parte de este gobierno tienen que consolidarse en el tiempo” y que para eso es imprescindible “dar un marco institucional” que respete las atribuciones de “el Ejecutivo, el Legislativo y, por supuesto, el Judicial”. En Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), el exministro señaló que para el PRO “no da lo mismo cualquier candidato a juez de la Corte” ni “cualquier candidato a juez federal”, y que el partido pone “especial foco” en que ese marco institucional sea “el elemento diferencial del PRO con el resto de las ofertas políticas”. Sobre las reformar laborales, dijo que deben “evitar litigiosidad” y dar “más previsibilidad”.
Jorge Triaca economista y político que se ha desempeñado como ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Argentina durante la presidencia de Mauricio Macri entre los años 2015 y 2018. Antes de ser ministro fue diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el PRO entre 2009 y 2015. Se lo vincula con su posible regreso a un cargo relacionado con asuntos laborales en el actual gobierno.
Sos la persona con más influencia en Mauricio Macri y la persona con más experiencia en las discusiones respecto de una modernización o reforma laboral. Lo primero: la pregunta de cajón es, la propia experiencia en tratar de generar modernizaciones laborales y la expectativa respecto de que en esta etapa de la Argentina se pueda realizar, y una opinión general sobre las versiones que hay acerca de ella.
La verdad es que la Argentina, desde el año 2011, no genera empleo en el sector privado formal. Estamos siempre alrededor de 6.120.000 trabajadores en el sector privado formal. Tenemos, aparte de eso, casi 3 millones de trabajadores en los distintos estados: en el Estado nacional, en el Estado provincial, en los estados locales. Y por supuesto que si no generamos eso, y encima tenemos alrededor de 40% de los trabajadores en la informalidad, es decir, que no registran aportes y demás, tenemos por delante un enorme desafío. Porque lo laboral tiene mucho que ver, tiene vasos comunicantes permanentes con lo previsional también. Entonces, nuestro sistema previsional está financiado principalmente por aportes y contribuciones, que son parte de lo que financia el sistema previsional, tanto las jubilaciones como las pensiones. Y por eso es muy importante dar este debate.
Ahora, este debate tiene focos, y uno de esos focos es principalmente el tema de la litigiosidad. Que es lo primero que tenemos que encarar: cómo hacemos para que, sobre todo las pequeñas y medianas empresas, que son las que enfrentan verdaderamente el desafío ante la incorporación o la salida de los trabajadores, que el proceso litigioso, el proceso de resolver el sistema indemnizatorio, no sea tan gravoso que le impida a la propia empresa seguir trabajando. Vemos un montón de casos donde pequeñas y medianas empresas, principalmente las pequeñas, terminan volcando porque los juicios laborales van tomando una dinámica donde va poniéndose permanentemente el inflador y termina siendo un elemento que le quita cualquier chance de continuar la actividad a esas empresas.
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La segunda cosa que es importante mirar tiene que ver con las caracterizaciones del trabajo. Usted lo conoce: tiene una actividad que vive en permanente impacto tecnológico. Nos estamos comunicando por una videollamada; en otras circunstancias hubiera sido presencial. Estas cosas hacen que el trabajo tenga distintas caracterizaciones y van a tener mucho más impacto de la inteligencia artificial, del desarrollo de nuevas tecnologías. El trabajador también como consumidor. Son temas que se tienen que abordar en esto. Fíjese usted el trabajo de las plataformas: cuando hay tantas oportunidades para desarrollar una incorporación de ingreso en distintas plataformas, como pueden ser las de transporte de mercancías o las de transporte de personas. Ahí hay mucho también por trabajar y desarrollar, y ponernos claros en que las regulaciones no tienen que ser limitativas de la generación de trabajo, sino que tienen que dar más oportunidades, no menos oportunidades.
Y, por supuesto, después está la otra tarea, que tiene que ver con qué esquema de representación, tanto empresaria como laboral, queremos. Cómo representamos más eficientemente a los trabajadores, cómo representamos más eficientemente al sector empresario. Y eso también requiere un debate enorme, porque hay muchos que se rasgan las vestiduras y dicen “el sindicalismo es todo un desastre”, qué sé yo. Pero la realidad es que también hay que pensarlo. En la Argentina, en los últimos 50 años, siempre el promedio de los ingresos medios ha sido por encima del promedio de Latinoamérica. Y eso también tiene que ver con la construcción de una clase media.
Pero por supuesto, si a eso le agregamos el componente de que el 40% de la gente está en la informalidad, bueno, ahí hay que poner las barbas en remojo. Hablar con los dirigentes sindicales, ordenar ese sistema, tratar de ver cómo esa representación no es una representación que le quita y le sustrae permanentemente recursos al sistema productivo, y ver cómo, a partir de eso, generamos mejores representaciones. Y lo mismo con el sector empresario. A veces la representación empresarial convalida, en conjunto con los sindicatos, posiciones de mercado para que no se incorporen espacios de competencia. Y me parece que, sobre todo un gobierno que habla tanto de las libertades, del liberalismo y demás, que estas cosas sean las que estén en el debate de lo que viene.
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Es un desafío. Ese desafío también tiene que construir consensos, tiene que pasar con la más amplia cantidad de votos tanto en Diputados como en Senadores, y después, por supuesto, enfrentar el sistema judicial. Que el sistema judicial va a tener que velar porque las reformas que sean tengan, tengan todo el marco que establece la Constitución Nacional, que es bastante clara y precisa sobre estos temas.
¿Existe un clima distinto hoy que hace posible esto, cuando nos encontramos, por ejemplo, con 8% del total de los trabajadores en aplicaciones como trabajadores independientes, y algunos de los cuales incluso hasta no quisieran formalizarse? ¿Es distinto cuando lo intentó Alfonsín con la Ley Mucci, cuando lo intentó De la Rúa, cuando incipientemente se intentó en el gobierno de Macri? Hoy, ¿hay una situación de toma de conciencia distinta, porque los cambios tecnológicos de la pandemia aquí se han acelerado en las formas de relación con el trabajo?
Definitivamente. Y cuando uno habla con los dirigentes sindicales más razonables, más cercanos a los procesos productivos, escuchan ellos que hay que modificar cosas. Pero hay que modificar cosas para dar más previsibilidad. No es que hay que modificar cosas para quitar derechos. Cuando uno, por ejemplo, dentro del marco de la Ley de Contrato de Trabajo, define más precisamente las cosas, evita litigiosidad. Es decir: cuando uno es más preciso en algunas cosas, evita que esto después sea esa pelota de nieve que se va armando en los litigios. Y eso me parece que son algunas de las cosas sobre las que hay que trabajar. La Ley de Empleo, lo mismo. Las multas que estaban, este gobierno las derogó; pero claro, muchos abogados laboralistas han encontrado otra vertiente, que es hacer demandas vinculadas al fuero civil. Entonces ya no salen del fuero laboral y entran al fuero civil.
Entonces, el empresario que tiene que tomar una persona termina con dolores de cabeza permanente, porque todos estos temas le puesto ese tiempo en la producción, en generar mejores mercados, en generar mejores productos, en ser más competitivos. Y eso es lo que tenemos que tratar de abordar. Que las reglas de juego sean bien claras, que haya un marco de protección de los derechos bien claro, que tengamos claro que también hay procesos que se dan en el mundo. El proceso de desindustrialización es un proceso que no es desde ahora: viene ya hace varias décadas.
Porque la incorporación de los países asiáticos, como China, como la India, en el proceso industrial global y comercial global, hace que muchos de esos trabajos terminen migrándose para allá. Y eso hay que entenderlo. Por eso hay que abrazarse a los cambios tecnológicos, hay que tratar de generar, a partir de ellos, mayores oportunidades, generar nuevos mercados. Como pasa con empresas como la suya, que tiene que ver mucho con la economía del conocimiento. O sea, su mercado ya no es solo en la Argentina: es el mundo. Como ustedes lo han hecho en Brasil o en otros lugares del mundo también. Me parece que eso es parte de la tarea.
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Su padre fue un importante sindicalista y uno de los conductores de la CGT. Y se percibió, en el último triunvirato de la CGT, un cambio generacional. Todos los que están allí son personas de menos de 60 años. ¿Qué significa el cambio generacional en la CGT y qué expectativas le genera este nuevo triunvirato?
A veces bromeo con que si uno mira una foto de la CGT de hace 30 años atrás, de hace 20 años atrás o de hace 10 años atrás, las caras son las mismas. Ahora hicieron algo que me parece que va en línea con lo que está demandando la sociedad: queremos caras nuevas, queremos representaciones nuevas. Por supuesto que detrás de esas caras, que no lograron constituirla dentro de un liderazgo, o sea, tuvieron que armar un triunvirato porque si no no podían sostener una unidad, y eso ya es una debilidad en sí misma. Detrás de eso siempre hay actores de mucho peso y de mucho valor dentro del universo sindical. Sobre todo los gremios más grandes: como puede ser el gremio de comercio, el gremio de la sanidad, el gremio gastronómico o el gremio rural, que son gremios que por su peso en cantidad de afiliados son muy significativos.
¿Y qué expectativa tengo a futuro de esta CGT?
Lo primero que tengo para pensar sobre esto es que una CGT planteada no tanto para el conflicto, sino para construir canales de diálogo y puentes de acuerdo. Porque hay un marco de consenso, hay un marco de acuerdo, y ese marco de acuerdo y de consenso apunta definitivamente a encontrar soluciones en el marco de las leyes que se presenten, las reformas que se planteen, etcétera. Como también lo hay en el sector político, con los gobernadores.
Deme su propia opinión de qué tendría que ser el PRO en 2027.
Nosotros creemos que lo importante es el postmileísmo. Creo que para nosotros es muy importante que las reformas que ha intentado este gobierno no tienen que impedir que el camino del cambio siga adelante. Y me parece que eso es lo primero que tiene que ser el objetivo del PRO. Porque el PRO se formó para transformar la Argentina y que sea un elemento de transformación permanente. Porque el statu quo nos ha ganado durante muchas décadas. Y me parece que esto es parte del trabajo que nosotros tenemos. Ahora, eso requiere también de tener un proyecto de poder, un liderazgo, y sobre todo una capacidad de transformación desde lo local hasta lo provincial, pasando por lo nacional. Porque el PRO se ha transformado en uno de los partidos nacionales de las últimas décadas con más expectativa. Más allá de la cantidad de veces que lo han matado a Macri, al PRO y demás, seguimos en esa discusión.
Para mucha gente, las reformas que se plantean por parte de este gobierno tienen que consolidarse en el tiempo. Y para eso hay que dar un marco institucional, hay que dar un respeto por ese marco institucional, que no solo lo refleja el Ejecutivo, sino también lo refleja el Legislativo, y por supuesto que el Judicial. Y entonces ahí es donde nosotros marcamos una gran diferencia: no nos da lo mismo cualquier candidato a juez de la Corte. No nos da lo mismo cualquier candidato a juez federal. No nos da lo mismo que las listas las integren cualquiera que tengan denuncias de distinto tipo. Por eso le ponemos especial foco y especial cuidado a que el marco institucional sea el elemento diferencial del PRO con el resto de las ofertas políticas.
Y ese post-mileísmo, ¿es 2027 o podría ser 2031? Y, en ese caso, ¿qué riesgo corre el PRO de que, al esperar tantos años, su identidad vaya siendo diluida?
Pareciera que el gobierno está en una luna de miel, porque pareciera que se ganó y que se ganó sin ver lo que estábamos hace un mes y medio atrás, dos meses atrás. Hace dos meses atrás, después de un año de no hablar con el ingeniero Macri, lo llamaron al ingeniero Macri para pedirle ayuda y para solicitar la integración en el gobierno. O sea, digo: me parece que esos son los elementos que muestran que a veces, cuando se llega hasta el borde del abismo, el gobierno toma conciencia. No son unos locos que no ven el abismo. Entonces esto es lo primero.
Lo segundo es la ayuda extraordinaria que consiguió este gobierno en relación a los Estados Unidos. Esperemos que sea permanente. O sea, y ahí hay un elemento central para mirar. Porque si no es permanente, y vemos las dudas que se han generado los últimos días con las modificaciones al programa financiero para el año que viene, eso empieza a generar los resquemores de siempre. Y yo creo que el gobierno tiene que lograr despejar la cancha de esos resquemores.
Y para despejar la cancha, lo importante de esto, es que las alternativas que haya a este gobierno sigan el camino. Y por eso el PRO tiene una relevancia tan importante: porque tiene que seguir el camino de lo razonable, de cuidar lo superávit fiscal, de cuidar un programa monetario inteligente, de abrir, o sea, al mundo para que tenga más oportunidades de desarrollo. Digo, esos son los elementos que el PRO tiene que aportar en esta discusión. Me parece que nosotros, en el 2027, lo vamos a plantear de esa manera: para ganar o para perder, pero para seguir en ese camino.
RM/ff