Un juez de EE.UU. absuelve a Meta en un caso antimonopolio y descarta que domine el mercado de redes sociales
Un tribunal federal desestimó la denuncia de la FTC y determinó que la compañía de Mark Zuckerberg no ejerce un dominio ilegal en el mercado digital, lo que frena el intento del gobierno de forzar la separación de Instagram y WhatsApp.
Meta obtuvo este martes una contundente victoria judicial en Estados Unidos luego de que un juez federal rechazara la demanda antimonopolio que la Comisión Federal de Comercio (FTC) mantenía desde hace cinco años contra la empresa de Mark Zuckerberg. El fallo descarta que la compañía ejerza un monopolio ilegal en el mercado de las redes sociales y frena, al menos por ahora, el intento del Gobierno de obligarla a desprenderse de Instagram y WhatsApp.
La resolución fue emitida por el juez James Boasberg, del tribunal federal de Washington D.C., quien concluyó que la FTC “no logró demostrar” que Meta conserve una posición dominante en el mercado de los llamados servicios de redes sociales personales. Según la agencia, Facebook, Instagram y WhatsApp conforman un ecosistema cerrado que deja sin chances a posibles competidores. Sin embargo, para el magistrado, ese universo cambió radicalmente en la última década.
Un mercado que ya no es el mismo
El juez enfatizó que la irrupción de TikTok —y la competencia constante de YouTube— alteraron por completo la dinámica del sector. En su fallo, subrayó que hoy los usuarios migran con facilidad entre distintas plataformas, lo que dificulta la existencia de una posición monopolística estable.
Boasberg recordó episodios concretos que, a su criterio, confirman esa volatilidad: la caída global de servicios de Meta en 2021, la prohibición de TikTok en India y el cierre temporal de esa plataforma en EE.UU. a comienzos de este año. Para el juez, esos hechos prueban que ninguna empresa controla realmente el espacio social digital.
El magistrado también remarcó cómo se transformó el comportamiento de los usuarios: en Estados Unidos, solo un 17% del tiempo que la gente pasa en Facebook está dedicado a contenido proveniente de amigos, y en Instagram esa cifra desciende al 7%. “Las plataformas ahora funcionan como espacios de recomendación algorítmica, muy similares entre sí”, escribió.
El embate de la FTC y la defensa de Meta
La demanda había sido presentada inicialmente en 2020, al final del mandato de Donald Trump, y continuó bajo la administración Joe Biden. La FTC había sostenido que las compras de Instagram (US$1.000 millones en 2012) y WhatsApp (US$19.000 millones en 2014) formaban parte de una estrategia deliberada de Meta para “comprar o enterrar” a posibles rivales.
Durante el histórico juicio, que se extendió por siete semanas este año, los abogados de la FTC mostraron correos internos, documentos reservados y testimonios que apuntaban a demostrar que Zuckerberg veía a Instagram como una amenaza real para Facebook. Incluso citaron un correo de 2012 donde el CEO admitía que adquirir Instagram “neutralizaría a un competidor”.
También expusieron investigaciones internas sobre la preocupación de ejecutivos de Meta ante denuncias relativas a la exposición de menores a abusadores adultos en Instagram, señalando que la compañía retuvo recursos o demoró mejoras clave.
Sin embargo, Boasberg consideró que esas pruebas no alcanzaban para demostrar que Meta mantiene un poder monopólico en el presente. “Independientemente de si lo tuvo o no en el pasado, la FTC debía probar que lo conserva hoy”, sentenció.
La agencia expresó su “profunda decepción” y afirmó que evalúa todos los caminos posibles, incluida una apelación. Varios miembros republicanos del Congreso ya cuestionaron públicamente al juez, quien enfrenta un procedimiento de destitución por decisiones vinculadas a la investigación del fiscal especial Jack Smith sobre Trump.
Meta, victoriosa pero bajo presión
El fallo evita que Meta tenga que dividir su negocio, una posibilidad que había generado enorme incertidumbre en Silicon Valley. La compañía celebró la decisión y sostuvo que el veredicto reconoce la competencia “feroz” que enfrenta diariamente.
En un comunicado, Meta remarcó que sus servicios “benefician a personas y empresas por igual” y reivindicó su rol en la innovación tecnológica estadounidense. No obstante, las acciones de la empresa cayeron alrededor de un 1% este martes, en una jornada marcada por la presión generalizada sobre las tecnológicas debido a la creciente inquietud por las valoraciones de empresas de inteligencia artificial.
La causa ofreció también una mirada poco habitual sobre la intimidad del poder en Meta. El propio Zuckerberg declaró durante horas ante el tribunal, repasando la transformación del ecosistema digital y defendiendo que Facebook ya no es una red centrada en amigos, sino un espacio dominado por contenidos recomendados por IA. También trascendió que el CEO habría ofrecido hasta US$450 millones para llegar a un acuerdo con la FTC antes del juicio, una cifra que la agencia habría rechazado.
Mark Zuckerberg anunció un equipo “superinteligencia” y nuevas contrataciones
El caso Meta forma parte de una ofensiva más amplia del Gobierno estadounidense contra las grandes tecnológicas. La administración presentó cinco demandas importantes: dos contra Google —una de ellas por presunto monopolio de búsquedas—, otra contra Apple y una contra Amazon.
Uno de esos procesos, que buscaba dividir Google, ya fue rechazado por otro juez en septiembre bajo argumentos similares: el tribunal consideró que la hegemonía de Google se ve amenazada por nuevas herramientas como ChatGPT y otras plataformas de inteligencia artificial.
Un precedente clave para el futuro
Aunque la decisión constituye un triunfo para Meta, el debate sobre el poder de las plataformas digitales está lejos de cerrarse. Expertos en derecho tecnológico señalan que el fallo expone las dificultades de aplicar la legislación antimonopolio tradicional a mercados que cambian a gran velocidad, donde los rivales emergen, crecen y pueden caer en cuestión de meses.
El desafío, coinciden, será rediseñar marcos regulatorios que tengan en cuenta la innovación continua sin desatender los riesgos de concentración.
LB/DCQ