Burnout, precarización y salarios en caída: una radiografía muestra el trabajo de los médicos en Argentina
Un completo relevamiento publicado durante el reciente Congreso de la Sociedad Argentina de Cardiología, compiló las respuestas de 2.920 médicos y médicas a una completa encuesta sobre sus condiciones laborales y su estado de salud mental.
Una encuesta inédita, que se dio a conocer hace un par de meses durante la inauguración del 51° Congreso Argentino de Cardiología, retrató cómo y quiénes son, piensan y se sienten hoy los profesionales de la salud de nuestro país.
El primer dato sobresaliente es demográfico: Argentina tiene actualmente una fuerza laboral médica que se concentra entre los 31 y 50 años (casi 66% del total), en su máxima actividad asistencial. Por otra parte, entre estos profesionales la feminización ya es un hecho consolidado: es que seis de cada diez encuestados fueron mujeres. Este es un cambio histórico que ya impacta en la organización del trabajo médico y asistencial.
El estudio también mostró una significativa dispersión geográfica que revela la desigualdad estructural del sistema. Más del 70% de los participantes ejerce su profeion en la Ciudad de Buenos Aires y en el AMBA, mientras que las provincias más alejadas exhiben una representación mínima.
Para los especialistas en políticas sanitarias, esta concentración es un indicador crítico: determina fuertes diferencias de acceso, de disponibilidad y de calidad asistencial que se rigen según el lugar de residencia de los pacientes.
Médicos quemados
Los números más alarmantes de esta radiografía aparecen en el terreno emocional y laboral. Es que el 64,5% de los médicos declara sentirse con burnout en distintos grados. Vale aclarar que esta situación coincide con datos similares de los países reportes más críticos de Estados Unidos y Europa.
El burnout se define como un estado de abatimiento físico, emocional y mental causado por el estrés crónico, que no se gestionó con éxito y que se caracteriza por cansancio extremo, distanciamiento mental con el trabajo o sentimientos de negativismo o cinismo asociados.
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Seguramente en parte por esto, la mitad de los encuestados (49,8%) dijo haber pensado en emigrar del país debido a las condiciones laborales. Y apenas el 52% coincidió con la idea de que “volvería a elegir la medicina como profesión”.
Terapia intensiva en riesgo
De todas las especialidades consultadas, la de “intensivista” se posicionó en el primer lugar de los profesionales que se sienten en riesgo de “burnout”. Y también la situación del recurso humano de esta área es crítica: el 50% de los profesionales de Terapia Intensiva tiene más de 50 años de edad y cayó en un 50% la cobertura de cargos de esta especialidad.
También los médicos, como tantos otros argentinos, hacen una combinación de múltiples empleos —fenómeno naturalizado en Argentina—, y perciben una demanda creciente, guardias extensas y la incertidumbre económica personal. Todo eso conforma un cóctel que erosiona el bienestar profesional.
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El panorama económico refuerza esa sensación. La mitad de los encuestados afirma que sus ingresos son “insuficientes” o “apenas suficientes” para afrontar el costo de vida. Y casi siete de cada diez aseguran haber perdido poder adquisitivo en los últimos cinco años. A esto se suma una situación laboral fragmentada: el 69% trabaja como monotributista y más de un tercio sufre demoras frecuentes en el cobro de honorarios.
El dato que completa el cuadro: el 72% ayuda a sostener económicamente a otras personas, lo que amplifica el impacto de la inestabilidad.
El estudio también indagó la percepción del sistema de salud. La mayoría lo califica como “regular” o “malo”, y casi el 70% cree que empeoró en los últimos años. La opinión es consistente con la evidencia internacional: sistemas fragmentados y financieramente frágiles suelen presentar altos niveles de insatisfacción entre los profesionales.
Frente a este mosaico, el diagnóstico es contundente: la medicina argentina enfrenta un agotamiento estructural que excede la coyuntura económica o política del momento. El burnout, la precarización contractual, los ingresos deteriorados y la sobrecarga horaria conviven en un ecosistema institucional que ofrece más exigencias que protección.
La pregunta final no solo apunta a cómo revalorizar la profesión médica, sino a cómo evitar que esta crisis termine por vaciar los pasillos de las instituciones de salud.
LT