ARTE
ENTREVISTA

Gabriela Wiener: "Las mujeres están buscando justicia a su manera"

La escritora y periodista peruana se encuentra de visita en el país para participar del Festival de No Ficción que arrancó el 30 de noviembre, y continúa el 1 y 2 de diciembre en el Centro Cultural Kirchner.

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La periodista y escritora Gabriela Wiener participa del Festival de No Ficción que se realiza en el Centro Cultural Kirchner. | NÉSTOR GRASSI

La escritora y periodista peruana Gabriela Wiener se encuentra en la Argentina para participar del primer festival de No Ficción, bautizado 'Basado en hechos reales'que inició el jueves en el Centro Cultural Kirchner. En una entrevista con Perfil, reflexiona sobre la actualidad de la crónica periodística y cómo ésta influye en la vida de las personas. Además, celebra el hecho de que cada vez más mujeres se animen a denunciar situaciones de abuso. 

Con sus cuarenta y dos años de vida, Wiener, de cabello largo y oscuro y un look cómodo y casual, tiene el aspecto de una treintañera. Sin embargo, al hablar con ella, parece que se trata de una persona que vivió mucho más de su edad biológica. Tal vez por el tenor de sus relatos o su actitud ante la vida, la autora de 'Nueve Lunas' (libro que cuenta los meses del embarazo de su hija que hoy tiene 11 años) se corre del mandato de 'decir lo que se debe' y da lugar a su estilo propio. 

—¿Cómo te llegó la convocatoria para participar del Festival? 

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—Me llegó de varios sitios, primero por Cristian Alarcón que es muy amigo mío y es asesor del evento. Casi en simultáneo, a través de Cecilia González y Ana Prieto (dos de los seis organizadores del festival) que son colegas del mundo de la crónica y se me acercaron para contarme que querían hacer un evento autogestionado, que eso me interesó especialmente, que se organizara con varios esfuerzos reunidos y de una manera muy plural y con gente que son referentes además de la crónica y querían hacer algo internacional que ya no dependiera de una institución y que se hiciera en Buenos Aires que es una cantera total de cornistas que tiene una tradición importantísima dentro del género, ¿qué mejor lugar que para hacer esto?. 

—¿Con qué se van a encontrar quienes asistan a tu panel? 

—Lo que voy a hacer es una lectura, casi todos mis textos tienen algo de performático, tienen algo de desnudamiento y de exposición personal muy fuerte. He traído un poco de mis textos que me parecen más impúdicos y que me dan más vergüenza porque tratan temas fuertes como la violencia de género, la subsistencia, la precariedad y también de la manera de vivir el amor en estos tiempos en que parece que de repente una etiqueta está bien por el tema de lo diverso, no necesariamente reflejan una realidad. Siempre hay un abismo entre discurso y práctica y me gustaría dar mi testimonio sobre eso. En el caso de la mesa que me toca estará presente el tema más de las intimidades y las relaciones que a veces quedan como muy marginados de toros encuentros que tratan temas como de urgencia pero que no logran cubrir otras realidad. 

—¿Dónde se encuentra ubicada la crónica en la actualidad? 

—La crónica se ha quedado muy sola, esa es mi perspectiva, por eso me siento mucho más cómoda en algo que abre el término a algo como la no-ficción, siempre es un desbarajuste intentar explicar hasta donde llega o donde empieza, porque incluye libros de cocina, libros de autoayuda, crónicas de Leila Guerrero, entonces es complicado. Y, sin embargo me gusta que el teatro testimonial o las historias personales de (Hernán) Casiari puedan estar junto a mis crónicas. Me gusta que haya todos estos vasos comunicantes en este tipo de creaciones y no quedarnos solamente en el periodismo literario. Parece un género en el que estamos nosotros mismos creando y leyendo, siento que por mucho tiempo nos hemos estado mirando mucho el ombligo y que la crónica no salía de su "pecera" y era poco leída y también poco producida porque en realidad en estos encuentros hablábamos de lo difícil que era hacerlo porque no hay dinero ni tiempo ni medios que apuesten por él, realmente estamos en un momento impregnado de realidad. Es un momento en el que la gente lee y escribe como nunca, de manera testimonial de sus realidades específicas, que me parece interesante. 

—¿Qué importancia tiene una herramienta como Internet para alguien que escribe crónicas? 

—Hay un panorama interesante, comunitario, colectivo, de intercambio de textos donde internet presenta además unas facilidades para narrar nunca antes vistas, en un mismo espacio puede haber texto, video, audio, ilustración, recorrido interactivo o una infografía, lo tiene todo para hacer grandes relatos que es de hecho lo que viene defendiendo la crónica desde hace tiempo. Sin embargo sigo teniendo debilidad por la escritura, entonces creo que la crónica está en un punto en que le tocó salir de su cajón y mezclarse con todo lo demás. 

—Te caracterizás por escribir mucho acerca de vos, ¿cuánto exponés realmente de tu persona en tus textos? 

—En lo personal bastante, de hecho en eso consiste contar para mi. Siempre he escrito sobre cosas que me ponen en una situación difícil y vergonzosa, creo que es mi punto de vista, es mi lugar desde el que contar porque ha sido siempre mi lugar en el mundo, un lugar incómodo. He tenido como una especie de necesidad de incomodar a los demás con mis cosas, me gusta decir las cosas crudamente porque me gusta que me las digan así y me gusta leerlas así. De hecho mi último libro se titula 'Dicen de mi', y es un libro de entrevistas en el que utilizo mi típica herramienta de periodista para hacer algo distinto, que es lo que he buscado hacer toda la vida, como cuando hacia periodismo gonzo [estilo de reportaje que plantea un abordaje directo de la noticia y convierte así al periodista en parte importante de la historia] escribí Nueve Lunas que habla de mi embarazo y era como tener una cámara dentro de mi. En este caso me interesaba hacerles las preguntas más difíciles posibles a la gente de mi entorno: vecino, madre, hermana, novio, hija, el tipo que me pegó, mi examiga, gente con las que tengo vínculos y que es la típica paranoia del 'qué dirán'. Es un resquemor, una cosa que nos carcome por dentro saber lo que piensa el otro de ti, pero no está bien preguntarlo. 

—¿Ninguno te reclamó lo expuesto en ese libro? 

—Sí, muchos. Pero ellos hablan de mí, yo les hago preguntas todas sobre mí y de alguna manera este libro no lo escribo yo sino ellos, que son los que me relatan esta vez. Pero esa exposición una vez más es mía, pero ellos también se retratan, tanto como si quieren hablar alguna cosa jodida de mi o si quieren darme elogios o decir una verdad o disimularla. Es un ejercicio mutuo de develar y de alguna manera nos exponemos todos. Creo que también es como darle al mundo una especie de método que pueden usar con su propia gente; y más o menos explorar como una imagen de ti mismo que no esperabas, como un Frankenstein, una reconstrucción a partir de un montón de piezas de otra gente. 

—Tenés una hija de 11 años, ¿te da miedo que en el futuro te reclame por lo que escribiste sobre ella? 

—Ya está en una edad muy consciente. Hemos conversado mucho del tema y estaba encantada con que en el libro esté su entrevista, está claro que tratándose de una niña desde afuera puede verse como que la expongo a ella pero al final tú lees el capítulo del libro en el que aparece y ves a una niña que me interpela todo el rato a mi, que me pone contra las cuerdas y eso es saludable. De hecho se lo pregunto en la entrevista que le hago, le digo 'oye, ¿piensas leer Nueve Lunas?, el libro de mi maternidad donde hablo de ti, y ella me dice que no porque ya lo vivió, y sus respuestas son muy graciosos. Últimamente la veo más curiosa con mis cosas y eso me alegra un montón. Es muy astuta.

—¿Qué es lo que considerás que el lector encuentra atractivo en tus textos? 

—Una cosa que siempre tengo encima es el tema de, en realidad '¿a quién le interesa la vida de esta mina?'. El hecho de que lo subjetivo, y la primera persona y tu voz importen ahora es porque los tiempos han cambiado, pero antes era algo más bien censurado, reprimido. A mi me han dicho 'saca la primera persona de aquí y conviértela en tercera persona, ésta no eres tú, ponte otro nombre'. Dentro de los periódicos es así, esa ha sido siempre la línea. El tema que hable siempre de mí en los textos chocaba, a mi misma me hacía cuestionarme y preguntarme ¿ésto es relevante o no?, yo tenía esa tendencia a lo autobiográfico y pensaba que algún sentido tenía, después con el tiempo me he dado cuenta que puede movilizar algo en la otra persona porque hay una identificación. Creo que mientras esté uno contándose, y la persona que lee eso está sintiendo que esa voz también lo está contando a él o a ella, hay una conexión, hay sintonía y una alimentación. Para mi eso funciona. 

 —¿Cómo es el proceso creativo en el cual te ponés a escribir? 

—Escribo con la mayor crudeza posible sobre la experiencia, que es una cantera para mi, es el lugar donde encuentro las cosas más importantes que quiero decir, porque hay cosas que quiero contar y de las que quiero hablar. Este tipo de narrativa de no ficción tiene eso, pone en juego también experiencias e ideas, visiones del mundo. En esa coordinación de cosas, alguien viene y empieza a interpretarse, leerse, sentirse a partir de otra persona que está haciendo ese ejercicio. La gran literatura tiene esa capacidad de que el otro se mire allí y se encuentre y algo active dentro de sí mismo y genere ese cambio en el mundo. 

 —¿Cómo se logra eso? 

—Me parece muy misterioso porque hay textos personales que no sirven para nada y otros que movilizan y ahí la clave es la buena escritura y que esa persona haya sido capaz de salir de su zona cómoda, por eso hablo yo de la vergüenza, de la exposición, de cosas que realmente te están quemando por dentro, la verdad es que uno se mueve por los lugares comunes para conectarse con el mundo pero cada persona es un loco, un monstruos, cada persona es rara pero lo que sucede es que nos pasamos toda la vida tratando de ocultar esas particularidades que nos hacen especiales y fuera de la norma. Más bien exploto todas esas cosas y de repente en ese ejercicio y ese experimento hay otra gente que también conecta porque dice 'yo también hago eso'. 

—¿Se crea una especie de identificación con el que te lee? 

—Salen particularidades y tú pensabas que estabas solo y encuentras una persona que dice las cosas en voz alta por ti y realmente se crea una comunidad, que han sido sino los grandes fenómenos de lo personal y político de los últimos tiempos que ha traído el discurso feminista sino es a través de testimonios personales, de sus experiencia de violencia, de género de abusos, y son fenómenos de texto, literarios, porque son mujeres escribiendo sus experiencias de dolor y compartiéndolas con otras, que crean un efecto y que de repente se da un movimiento en el mundo ¿cuál es?, la curación, la sanación a través de una experiencia en red, de decir 'yo también, a mi también me pasó y me dolió', todas esas cosas que están pasando trata de una mujer que escribe desde su situación personal y mira lo que están generando nada más con ese ejercicio. Por eso lo que veo es que lo testimonial está funcionando de una manera curativa, aunque haya gente que claro no lo crea. Se están moviendo cosas gracias a la escritura personal.

—¿Por qué crees que sucede eso? 

—Evidentemente eso tiene que ver con que la justicia que debe responder, la institucional y estatal, no sirve, no funciona, le da la espalda a las mujeres. ¿Cuántas veces sucede que una mujer que se supone que por ley estaba protegida, porque al marido le prohíben acercarse, termina asesinada?, porque es letra muerta, entonces las mujeres están buscando justicia a su manera. En Perú hace poco se han denunciado casos y de repente salen los hombres a acusar a las mujeres de difamarlos, entonces todo eso se mueve en un espacio delicado en el cual las mujeres tenemos que reflexionar juntas sobre cómo hacer un código o algo que respetemos entre todas sin limitar las denuncias porque están funcionando. También en Perú no hace mucho una mujer denunció por acosos y abuso sexual a un director de teatro por un episodio mientras ensayaban y de golpe aparecen quince chicas más denunciando lo mismo; y ella que estaba sola y él dando su descargo diciendo que lo que hacía era su arte.... la violación con la coartada del arte. Pero esa denuncia funcionó porque él ya no puede volver a hacer un taller con chicas.

—Lo mismo que sucedió con el productor de Hollywood, Harvey Weinstein... 

—Sí, lo jodido es que tenga que hacerse a nivel Hollywood que es mega mainstream, pero es la realidad desde ahí arriba ha empezado todo a moverse. 

—¿Te molesta la crítica? 

—En tiempos de trolls y de machi-trolls, la crítica negativa de un crítico de una página de cultura 'me la pela', como se dice en España, es decir que me importa un bledo. En general lo que me pasa es que mis libros no le interesan a la crítica literaria, me hacen silencio absoluta. Escriben sobre mis libros otros escritores y poco más, me hacen entrevistas y eso pero si lo hacen es por cumplir. No soy del gusto del canon ni de la crítica, por lo tanto no dialogo con ellos. Evidentemente me gusta que hablen bien de mi pero como cualquier persona que hace cosas ahora y las hace públicamente, le llueven críticas por todos lados y el insulto personal está a la orden y eso es una mierda. 

Basado en Hechos Reales. El festival de No Ficción se realiza los días jueves 30 de noviembre, viernes 1 y sábado 2 de diciembre en el Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151, Capital Federal). Para mayor información, hacé click acá.