Fundación Proa presenta “Minimalismo, posminimalismo y conceptualismo / ‘60 - ‘70”, una exhibición que reúne obras de los artistas precursores de esos movimientos artísticos, con la curaduría de la Doctora en Arte Moderno y Contemporáneo Katharine J. Wright.
Los principales nexos en común que reúnen a estos artistas (más allá de que no querían ser encasillados dentro de esos movimientos) son el hecho de poner a la idea como origen de la obra, los materiales que utilizan, la intención de involucrar al espectador y ofrecer una experiencia distinta a lo que se conocía hasta entonces.
“Lo que quisimos fue mostrar qué es el movimiento y el nacimiento del conceptualismo, el minimalismo y el posminimalismo” expresó Adriana Rosenberg, Directora de Fundación Proa.
“Decidimos mostrar las primeras obras del movimiento. Son todas obras de 1960 y 1970, o sea que es la reconstrucción de un tiempo histórico que ayuda a entender la sorpresa que causaron estas obras en ese momento cuando el foco de atención estaba sobre el gesto y el expresionismo abstracto. En ese contexto aparece este grupo de artistas que rompen con la representación y la gestualidad del acto pictórico”.
El minimalismo y el conceptualismo nacen en los primeros años de la década del ‘60 en los Estados Unidos y se desarrollan al mismo tiempo con proyección en la arquitectura, las artes visuales, la música y el diseño.
Pocos años después, el posminimalismo suma nuevos recursos y formatos e introduce la presencia física del artista dentro de la obra, de manera que la interacción del espectador ya no es sólo con la obra sino también con el cuerpo de su autor.
Los tres movimientos se caracterizaron por la indiferencia relativa de los artistas hacia las manifestaciones físicas del arte, en el cual la idea adquiere más importancia que la obra en sí.
Entienden que la ejecución de una pieza no es más que un acto mecánico que llega después de que el artista haya llevado a cabo toda la planificación y tomado las decisiones para su construcción.
"Donald Kuspit dice ‘mirar el pensamiento’, y tomamos esa frase", subrayó Rosenberg. "Es una muestra en donde aquello en lo que hay enfocarse no es en qué es lo que estamos representando sino qué significa pensar".
"La naturaleza misma del arte conceptual hace que muchas obras hayan sido creadas en la mente del artista pero sólo existan como ideas".
Katharine J. Wright
Por otra parte, las obras se valen muchas veces de la arquitectura y aprovechan los espacios para generar formas, luces y sombras. Además otorgan gran importancia al espectador, ya que su mirada es la que modifica la obra.
Fred Sandback
Desde los comienzos de su carrera Fred Sandback se dio cuenta de que podía dibujar fácilmente en el espacio con el uso materiales tensados.
En sus primeras obras utilizaba alambres, pero a medida que evolucionó tuvo la intención de intervenir directamente en las galerías donde exponía, de modo que comenzó a utilizar cuerdas de cáñamo, por resultar un material más versátil para ser fijado directamente en los pisos, techos y paredes de las salas.
Las obras pueden reconstruirse como elementos tridimensionales o simplemente como planos trazados en el espacio. Al mismo tiempo, las líneas que están dibujadas sobre la pared parecen sobresalir de ella.
La naturaleza misma del arte conceptual hace que muchas obras hayan sido creadas en la mente del artista pero sólo existan como ideas. Algunas de las piezas pensadas por Sandback no llegaron a ser concretadas por el artista y se exhiben por primera vez en las salas de Proa, donde fueron armadas con la supervisión de Amy Sandback, su viuda, ya que el entorno arquitectónico tiene gran influencia en la reconstrucción.
Sol LeWitt
LeWitt trabajó en un principio sobre la idea de la obra que pudiera replicarse a sí misma de manera modular, y la forma más básica que encontró para ello fue la del cubo.
En base a las formas simples, los volúmenes huecos, el material y el color intenta minimizar todo lo posible el elemento expresivo y el rastro de la mano del artista para dotar a su obra de un aspecto industrial.
Su manera de crear era partir de la forma más básica y buscar el modo de replicarla para generar nuevas estructuras. Así creaba una suerte de léxico visual que le permitía explorar dibujos u objetos más complejos.
“La idea es la máquina que hace la obra”.
Sol LeWitt
Estas obras toman una figura como vector que se expande de distintas maneras y con la intención de contraponer una estructura racional a las modificaciones subjetivas que se producen en la percepción del objeto.
En 1968 LeWitt realizó su primer dibujo de pared en una galería de Nueva York, algo que luego sería habitual en su producción, aunque su forma de trabajar era delegar el proceso de dibujo en un equipo de personas para lo hicieran en base a sus instrucciones.
De esta forma plantea, una vez más, la obra como idea y deja la ejecución en manos de otros, un hecho que parece transgresor pero que no es nuevo si se considera que desde el renacimiento grandes artistas utilizan asistentes que pintan, esculpen o construyen parte de sus producciones.
“Si se quisiera comprar este tipo de obra, lo que se compra es un papel con instrucciones para realizarlo. Y las instrucciones son deliberadamente ambiguas para que todas las obras sean diferentes unas de otras” explicó Katharine Wright durante la presentación de la muestra.
“Esto vuelve sobre la idea principal del minimalismo, que es empoderar al espectador para que se involucre con la obra”.
Dan Flavin
Dan Flavin no planteaba sus trabajos como esculturas sino como situaciones ya que, si bien las piezas existen como objetos, se proyectan hacia todo el espacio y demandan la participación del espectador para completar la obra.
Las obras lumínicas de Flavin fueron construidas con elementos de consumo y el artista evitó deliberadamente ocultar el carácter industrial de los objetos para que parecieran parte de la arquitectura del espacio donde se exhibían.
“Se puede trastocar y jugar con el espacio de una sala mediante la composición cuidadosa y meticulosa de la iluminación”.
Dan Flavin
De la misma forma que LeWitt, creaba un patrón y estudiaba las variaciones posibles a partir de una misma idea, para lo cual se valía de tubos fluorescentes de diferentes formas, tamaños y colores, aunque su principal interés era la modificación del ambiente a través de la incidencia de la luz, por medio de la cual lograba segmentar y distorsionar el espacio de las galerías donde exponía.
Bruce Neuman
Bruce Nauman trabajó en distintos tipos de formato. La exposición de Fundación Proa se enfoca en sus obras más experimentales y tienen que ver con la filmación.
Una de las principales razones por las que comenzó a hacer uso de video y material fílmico es que en a finales de los años ‘60 se podían alquilar los elementos necesarios a precios accesibles.
Nauman utilizaba los videos en su extensión completa y trabajaba con la inversión de la imagen, los juegos de sonido en on y off y las situaciones repetitivas con la idea de exigir al espectador una mayor concentración para interactuar con la obra.
En la película “Walking in an exaggerated manner around the perimeter of a square” juega con la forma del cuadrado, un estereotipo del minimalismo, a la vez que coloca un espejo en el cual no se reflejan ni el espectador ni la cámara, una acción que consigue acentuar la división entre el espacio real y el de la pantalla.
Neuman ha desarrollado un interés en el cuerpo, en los experimentos con el espacio y la disrupción de los circuitos comunicativos a través de la distorsión de signos, a la vez que su trabajo rompe las barreras entre arte, vida y género.
Dan Graham
Durante el mes de agosto se presentará una instalación de Dan Graham especialmente diseñada para el espacio público que se encuentra frente a Fundación Proa.
Graham trabaja con la construcción de estructuras realizadas con vidrios espejados que pueden ser recorridas por el espectador y estará presente durante la inauguración.
En forma paralela a la muestra se llevará a cabo un programa de actividades que incluye conciertos, performances, video proyecciones, seminarios y cursos a distancia.
Minimalismo, posminimalismo y conceptualismo / ‘60 - ‘70 se puede visitar hasta octubre en Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, en el barrio porteño de La Boca de martes a domingo de 11.00 a 19.00.