Donde una vez floreció el tabaco en la granja de Gator Williams en Carolina del Norte, se encuentran ahora unas 560 hectáreas de cannabis.
Williams no cultiva marihuana sino cáñamo, un tipo de planta de cannabis que ofrece los beneficios medicinales de la primera sin efectos psicoactivos. En su granja de Kinston planta líneas de semillas, experimenta con técnicas de cultivo y elabora productos como cremas para la piel y caramelos de goma.
Al igual que un número cada vez mayor de agricultores estadounidenses con dificultades, Williams apuesta al cáñamo como cultivo comercial. Luego de décadas de prohibición y estar en el mismo saco que la marihuana, el Congreso está a punto de legalizarlo completamente.
Si bien el cáñamo estadounidense fue en su momento un material común para todo, desde las cuerdas hasta el papel, todo cambió cuando comenzaron a endurecerse las leyes contra el cannabis a partir de la década de 1930.
Williams, de 41 años, se encuentra entre lo más de 3.500 agricultores en 23 estados que intentan revertir esta situación en el marco de un programa de prueba que el Congreso creó en conjunto con la ley agrícola de 2014.
Compañías como Walmart y Coca Cola han mostrado interés en productos ligados al cáñamo. Si se eliminan las barreras legales que afectan a la banca y al comercio interestatal, sus defensores prevén un mercado que podría sumar US$3.000 millones en ventas de aquí a 2022.
En el centro de la demanda está un extracto del cáñamo llamado CBD, abreviatura de cannabidiol. El CBD es una de las sustancias del cannabis, pero en el caso del cáñamo no tiene el efecto del tetrahidrocannabinol o THC, principal componente psicoactivo de la marihuana.
Quienes abogan por el CBD señalan que ayuda a aliviar el dolor, la ansiedad, las náuseas y la inflamación. En la actualidad se vende principalmente en línea y en tiendas especializadas y se puede encontrar en aceites, dulces, cápsulas e incluso en agua con gas. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó en junio el primer medicamento a base de CBD, Epidiolex, fabricado por GW Pharmaceuticals para tratar la epilepsia infantil.
Pero el cáñamo tiene muchos otros usos. Su fibra sirve para fabricar papel, textiles, plásticos y madera terciada. Sus semillas, ricas en proteínas y ácidos grasos Omega-3, son cada vez más populares en cereales y ensaladas y se muelen para hacer harina. Muchos agricultores cifran sus esperanzas en él, en particular aquellos de zonas de grandes cultivos de tabaco, en donde se viven tiempos difíciles por el debilitamiento de la demanda. Los precios del maíz y la soja han bajado a la mitad respecto a inicios de esta década.
"Yo solía ser un granjero tradicional", comentó Williams, pero "no habían suficientes ganancias para seguir adelante. Perdí toda mi granja y tuve que partir desde cero otra vez”.
El negocio del cáñamo ha avanzado de manera cuasi-legal, con exenciones legislativas que permiten importar algunos productos desde Canadá y otros lugares para venderlos en EE.UU. El programa de prueba ha convertido al país en un nuevo actor, ya que este año se han sembrado 31.457 hectáreas de cáñamo, lo que triplica la cifra del año pasado, consignan datos de Vote Hemp. Su legalización podría elevar el total a cerca de 61.000 hectáreas el próximo año, afirmó Williams.