Los Gobiernos de Asia están intentando tranquilizar a sus poblaciones sobre el coronavirus, y los expertos en salud pública dicen que el enfoque de Singapur en la comunicación con sus ciudadanos proporciona un modelo para que otros países alivien el pánico y combatan rumores y teorías de conspiración.
En un mensaje grabado de nueve minutos el domingo, el primer ministro Lee Hsien Loong, dijo que “el miedo puede hacer más daño que el virus en sí” ante las informaciones de largas colas y fiebre de compras en supermercados locales. Después expuso los pasos que los residentes pueden tomar para ayudar a prevenir la propagación del virus, como tener una buena higiene, y les aseguró que la ciudad tenía suficientes suministros de bienes.
Asimismo, el político aseguró a los singapurenses que el virus no parecía tan mortal como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo de 2003, lo que significa que la mayoría de las personas probablemente experimentarían una afección leve. También dijo que el Gobierno cambiaría su enfoque si el virus se generalizara para evitar una carga excesiva a los hospitales, y agregó que mantendría “informados (a los ciudadanos) a cada paso”.
El discurso difundido en las redes sociales en tres idiomas, pareció tener un impacto inmediato: las largas colas en los supermercados de la ciudad-estado el viernes por la noche volvieron a los niveles habituales a partir del domingo. Ese hecho por sí solo resultó notable en una región donde los gobiernos han tenido dificultades para enviar el mensaje adecuado, lo que ha provocado fiebres de compras por pánico y la confusión sobre cómo protegerse del brote.
La fortaleza de la comunicación sobre riesgos de Singapur se refleja en la contundencia de su respuesta de manera más amplia, dijo la portavoz de la Organización Mundial de la Salud, Olivia Lawe-Davies, en un correo electrónico. “Antes de la detección del primer caso en Singapur, las actividades de preparación ya estaban en marcha para una detección y respuesta rápidas al 2019-nCoV, incluida una mejor vigilancia y comunicación con el público y trabajadores sanitarios”.
Mensaje confuso
En Hong Kong, los mensajes confusos de la líder Carrie Lam sobre el uso de máscaras y el cierre de la frontera con China continental han suscitado desconfianza. Las enfermeras se han puesto en huelga y los residentes se han opuesto violentamente a los sitios de cuarentena, mientras que los residentes han tenido dificultades para comprar papel higiénico, desinfectante para manos, arroz y otros productos básicos durante más de una semana.
En una sesión informativa el martes, Lam dijo que Hong Kong no tenía planes de promulgar nuevas leyes para regular la oferta de máscaras faciales e instó a los residentes a reducir sus interacciones sociales. Solo 52 residentes de China continental llegaron a la ciudad el 9 de febrero, agregó, por lo que las propuestas para cerrar completamente la frontera ya no tenían sentido. “Hacemos un llamamiento a la población de Hong Kong para que se queden en casa lo máximo posible”, dijo Lam.
Entretanto, en Tailandia, el ministro de Salud, Anutin Charnvirakul, emitió una disculpa después de decir que los extranjeros deberían ser “expulsados de Tailandia” por negarse a usar mascarillas.
Singapur, con una población de 5,7 millones de personas, tiene 45 casos confirmados del virus. Es la segunda cifra de casos confirmados más alta fuera de China, excluyendo un crucero en cuarentena frente a las costas de Japón.El discurso de Lee “fue un ejemplo sobresaliente de una comunicación muy buena sobre riesgos”, dijo Claire Hooker, profesora titular del Centro de Valores, Ética y Derecho en Medicina de la Universidad de Sídney, quien ha estudiado las respuestas públicas a las epidemias y las enfermedades infecciosas durante aproximadamente 20 años. “Dio a la población medidas muy concretas” que “devolvían cierto control a las personas que sentirán amenazado su sentido de control”, manifestó.