Ha llegado la hora decisiva para Boris Johnson.
Después de años de insinuar su intención de competir por el máximo cargo de la política británica, el exministro de Relaciones Exteriores llegará el martes a la conferencia anual del Partido Conservador para presentar un discurso en el que deberá dejar en claro si todavía tiene una oportunidad, y la voluntad, de convertirse en el primer ministro de un partido envuelto en una guerra interna.
Los tories señalan que Johnson no tiene un equipo formal de campaña. Pero la semana pasada el político protagonizó una tormenta mediática: un ensayo de 4.600 palabras sobre su plan para el brexit, entrevistas en todos los canales de televisión, una entrevista en la portada del periódico Sunday Times. El lunes se publicó una graciosa foto burlándose de Theresa May.
Una de las preguntas recurrentes durante el doloroso proceso de separación de la UE es cómo una primera ministra, descrita usualmente como débil, puede enfrentar las frecuentes amenazas de amotinamiento, especialmente de los puristas del brexit insatisfechos con la dirección que ha tomado en las negociaciones con el bloque europeo.
Los rivales de May dentro del Partido Conservador reconocen en privado que, aunque tienen los suficientes votos para iniciar un proceso para desafiar su permanencia en el cargo (necesitan 48 firmas), no cuentan con el respaldo para el siguiente paso, una moción de censura, para la que necesitan la firma de 158 legisladores.
Licencia para atacar
Así que, aunque Johnson se prepara para su gran discurso en Birmingham, la sensación entre altas figuras del partido es que el exministro ha sido muy indulgente y ha esperado demasiado. Por otra parte, esta semana May salió al contraataque, dando permiso a sus ministros para una postura más enérgica.
El ministro de Finanzas, Philip Hammond, se burló de Johnson en una serie de entrevistas y lo acusó de no tener un plan alternativo para el brexit. La líder conservadora escocesa, Ruth Davidson, cuestionó su declaración de haber sido engañado en el acuerdo que alcanzó el gobierno sobre el brexit en diciembre con la UE. Si ella, que no está en el gobierno, lo entendió en ese momento, por qué no lo haría él cuando era uno de los principales ministros del gabinete, cuestionó Davidson.
La noche del lunes, Arlene Foster, líder del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, clave en la alianza del gobierno de May, dio a Johnson una señal importante de apoyo. En una entrevista con el Daily Telegraph, Foster destacó las “creencias” y “espíritu” de Johnson, y dijo que sería feliz de trabajar con él como primer ministro.
Cuando Johnson se pare delante de la audiencia la tarde del marte, en una reunión secundaria de la conferencia (no fue invitado al escenario principal), tendrá que entregar un panorama claro sobre cómo lideraría el país. Cualquier otra cosa sería admitir una derrota.