Los vehículos que asegurarán la próxima década para General Motors no están cubiertos con sensores automáticos ni cargados con baterías. No, el futuro depende de grandes camionetas que funcionan con diésel y cuestan más que el BMW promedio.
Esa es la ironía en el corazón del evento de GM esta semana en su extensa fábrica en Flint, Michigan, donde se presentarán las próximas iteraciones de Chevrolet Silverado y GMC Sierra. Estas renovadas camionetas pick up de trabajo pesado, que saldrán a la venta en junio, presentan materiales avanzados y livianos y motores de bajo consumo de combustible, pero ninguna de las tecnologías que supuestamente darán forma a la próxima era de la industria automotriz. Sin embargo, en Detroit ese futuro no puede existir sin los márgenes de ganancia generados por las camionetas pick up clásicas.
"Estos vehículos tienen uno de los márgenes más altos en el negocio", señaló Jeff Schuster, vicepresidente sénior de previsión en LMC Automotive. "No tienes un mañana si no vendes estas camionetas hoy", indicó.
Las camionetas pick up de GM combinan US$65.000 millones en ingresos anuales. Las versiones de trabajo pesado de Silverado y Sierra representan aproximadamente el 20 por ciento de las ventas de camionetas de gran tamaño de GM, informó la compañía, y se venden a un promedio de casi US$56.000. La competencia en el segmento es feroz: Ford Motor lanzará una versión renovada de sus modelos líderes Super Duty en el Auto Show de Chicago de esta semana.
Los cálculos dejan en claro que GM viajará hacia el futuro de la mano de camionetas que salieron a la venta hace décadas. El beneficio operativo de las pick up de gran tamaño, según David Whiston, analista de Morningstar, es de al menos US$12.000 cada uno. GM reportó ventas de 210.000 camionetas pick up de trabajo pesado en 2018 y espera que las nuevas se vendan aún más. En matemáticas aproximadas, aportan más de US$2.000 millones en ingresos antes de impuestos.
Solo eso cubre los US$1.000 millones al año que el fabricante de automóviles invierte en su unidad de conducción autónoma GM Cruise, que aún no ha generado ingresos y solo comenzará a pilotear un servicio de transporte a gran escala a finales de este año. La inversión necesaria para resolver el complejo problema de hacer que una computadora conduzca un automóvil es tan costosa que GM vendió una parte de Cruise a SoftBank Vision Fund por US$2.250 millones y otra participación a Honda Motor por US$2.750 millones.
En una presentación para inversionistas el mes pasado, el presidente de GM, Mark Reuss, tomó tiempo para hablar específicamente sobre lo que la compañía ha venido este verano con el programa de camionetas de trabajo pesado. Dijo que las camionetas más nuevas son más livianas gracias a los materiales avanzados y la ingeniería más inteligente y los motores de funciones más potentes y eficientes.
Dado que muchos de los compradores son empresas, la economía del combustible es importante.
La directora ejecutiva de GM, Mary Barra, señaló a los inversionistas en enero que estas camionetas serán el motor de ganancias durante mucho tiempo. Los servicios de viajes autónomos se convertirán en un fenómeno en las ciudades antes de que lleguen a la zona central. Los conductores que prefieren el modelo Silverado tienen una necesidad que no es fácilmente reemplazable con vehículos autónomos.