Como senador de la oposición, Iván Duque criticó duramente el "infierno fiscal" de Colombia de interminables ajustes al ineficiente sistema tributario, en lugar de realizar una reforma ambiciosa para poner las finanzas públicas sobre una base sólida y aumentar la productividad.
Ahora, como presidente, después de haber perdido su primera batalla en el Congreso, al parecer firmará un proyecto de ley tributaria similar al que solía criticar, que recauda lo suficiente como para tapar un agujero en el presupuesto durante un año, mientras pospone una solución definitiva.
Después de semanas de ser rechazada en el Congreso y revisada por el Ministerio de Hacienda, el proyecto de reforma tributaria de Duque ahora está tan diluido que tal vez ni siquiera logre su objetivo principal de evitar una rebaja en la calificación crediticia de la nación, según Nomura Holdings. El gobierno debe reducir el déficit para evitar violar la llamada "regla fiscal", que establece límites sobre cuánto puede pedir prestado.
"Una baja de la calificación podría tener lugar dentro de los próximos dos años", dijo Mario Castro, analista de Nomura Holdings en Nueva York. "Los ingresos fiscales no son suficientes para cumplir con los compromisos fiscales".
La última versión del proyecto de ley aumentaría los ingresos en US$2.200 millones el próximo año, según el Ministerio de Hacienda. El plan original habría recaudado US$4.400 millones, principalmente al extender el impuesto al valor agregado a los alimentos básicos. Pero los aliados de Duque en el Congreso –incluido su mentor, el expresidente Álvaro Uribe– bloquearon la propuesta, endosando a Duque todo el oprobio de haber tratado de gravar los alimentos básicos nacionales como los frijoles y el arroz, pero ninguno de los ingresos.
La luna de miel del abogado de 42 años, que asumió el cargo en agosto, terminó abruptamente. Su índice de aprobación cayó a 27 por ciento el mes pasado, desde 54 por ciento en septiembre, según una encuesta de Invamer. Duque también se enfrenta a protestas de estudiantes que exigen más fondos para las universidades públicas y a los efectos colaterales de una investigación sobre corrupción vinculada a un proyecto vial.
El proyecto de ley se encarga del déficit de ingresos de Colombia en 2019, pero no disipa la amenaza de rebaja en la calificación crediticia, según Camilo Pérez, jefe de investigación del Banco de Bogotá. La nación enfrentará otra brecha de financiamiento en 2020, cuando se inicien los recortes de impuestos para las corporaciones, agregó.
"En 2020, vamos a tener un déficit fiscal que a las agencias calificadoras no les va a gustar", señaló Pérez en una entrevista telefónica.
La última versión del proyecto de ley cumple la promesa de campaña de Duque de recortar los impuestos "asfixiantes" a las empresas, y también reducirá el gravamen sobre las ganancias de los tenedores de bonos extranjeros. Aumenta los impuestos sobre los salarios y los dividendos y reintroduce un impuesto al patrimonio sobre activos que superen los 5.000 millones de pesos (US$1,5 millones).
El Congreso debe aprobar el proyecto para que se convierta en ley, y la versión final puede contener más cambios.
El año pasado, Colombia sufrió su primera rebaja de calificación crediticia en 15 años. S&P Global Ratings redujo la calificación de la nación a un nivel sobre “basura”, aduciendo un crecimiento débil y la dificultad de frenar el déficit. Según la regla fiscal, Colombia debe reducir el déficit a 2,4 por ciento del PIB el próximo año, de 3,1 por ciento en 2018, y luego bajarlo gradualmente a cero para el 2026.
Según una encuesta realizada por Nomura durante la campaña electoral de Colombia, Duque era el candidato presidencial más "amigable con el mercado", aunque esto aún no se ha traducido en el tipo de euforia de los inversores que se observó durante el gobierno de Uribe, quien fue presidente durante el mayor repunte del mercado de valores del mundo entre 2002 y 2010. El índice de referencia Colcap de Colombia ha caído un 20 por ciento en dólares desde la victoria electoral de Duque.