Que el trabajo desde casa haya sido una revelación que mejora su bienestar y productividad o bien un peso que debe cargar con estoica determinación, depende de su labor, su lugar de trabajo en casa y su personalidad. Incluso puede depender del día. Pero al igual que el transporte aéreo cambió de forma irreconocible después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, las oficinas tradicionales al parecer se convertirán en entornos más seguros, limpios y menos agradables también.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, se prepara para dar a conocer el domingo directrices detalladas para que Gran Bretaña comience a levantar el confinamiento. Cada sector de empleo tendrá que adaptarse de diferentes maneras, pero los proyectos preliminares que se han filtrado de sus planes sugieren que quienes trabajamos en oficinas convencionales nos encontraremos con que ellas se ven y se sienten muy diferentes en la era del coronavirus.
Un cambio evidente será la proximidad con otros trabajadores: nos sentaremos, al menos, a 2 metros de distancia; no podremos hacer espacio para una persona más en la mesa del almuerzo o en una sala de conferencias; olvídese de compartir escritorios; el uso de impresoras y pizarras será rechazado; cinta o pintura demarcarán pasillos y mostrarán los límites de los escritorios para respetar el distanciamiento y espacio libre, incluso en los ascensores; las estaciones de desinfección estarán en todas partes; llegaremos y nos retiraremos de forma escalonada, en una sola fila, y por diferentes accesos si es posible.
Algunos aceptarán con gusto estas restricciones con tal de volver a la interacción física de la oficina y salir de las cocinas y salas de estar de sus hogares. Para este grupo, no hay nada que sustituya estar cara a cara con colegas y tener la energía que entrega una oficina.
Otros han llegado a la conclusión de que el trabajo remoto ahorra el tiempo y la energía que se invierte en los desplazamientos, mientras que tiene la maravillosa ventaja de disminuir sus posibilidades de contagio. Muchas de estas personas creen que también implica menos distracciones y un mejor equilibrio de la vida sin sacrificar la productividad (aunque otros creen que toda esperanza de equilibrio o límites entre el trabajo y el tiempo personal se ha ido por la borda).
Los partidarios del teletrabajo no tendrán una buena opinión de la nueva oficina. Personalmente, puedo pasar entre ambos puntos de vista opuestos dependiendo del día y la tarea, pero probablemente me inclino a pensar que lo óptimo es una opción de trabajo remoto que esté equilibrada con mucho tiempo en la oficina. Esto al parecer lo han confirmado estudios que muestran que los trabajadores son más felices cuando tienen cierto control sobre su entorno.
Una encuesta reciente de Gallup sobre el teletrabajo en Estados Unidos reveló que más de la mitad de los encuestados quería continuar trabajando remotamente tanto como sea posible, aunque el número se redujo de 62% a 53% mientras más tiempo debían continuar trabajando de forma remota. Trabajadores de los sectores de finanzas, tecnología, medios, seguros y servicios profesionales mostraron más probabilidades de preferir el trabajo a distancia que quienes trabajan en educación, comercio minorista, construcción y transporte.
Lo sorprendente es cuán positiva consideran esta experiencia los gerentes, ya que más de la mitad de ellos dijo que permitirán que sus empleados trabajen de forma remota con más frecuencia. El resultado puede ser más oficinas regionales, menos viajes de negocios (si tiene alguna duda al respecto, lea la columna de mi colega Chris Bryant sobre volar después de la pandemia) y más reuniones a través de Zoom.
Es posible que este cambio tenga otros beneficios. Cuando regresemos a la oficina, probablemente valoraremos las relaciones con nuestros colegas un poco más que antes de la COVID-19. Dado que muchas mujeres hacen pausas en sus carreras debido a la rigidez dogmática de sus empleadores respecto de las prácticas laborales en lugar de hacerlo por un deseo de tomar una pausa larga, una nueva flexibilidad puede resultar beneficiosa para las mujeres. Puede ayudar a los hombres a participar más en la crianza de los hijos y en la vida familiar.
En el Reino Unido, el trabajo remoto ha aumentado en los últimos años, aunque todavía solo se aplicaba a 5% de la fuerza laboral del país antes de este período de confinamiento. Es probable que eso cambie, dada la variedad de trabajos que se pueden realizar de forma remota y la necesidad del gobierno de manejar el flujo de personas que utilizan sistemas de transporte público como el metro de Londres.
Si Gran Bretaña sigue una estrategia similar a la que Irlanda anunció la semana pasada y responde a la creciente presión de los líderes empresariales para que establezca fechas de regreso, los trabajadores que normalmente tienen muy poco contacto físico en sus oficinas podrían volver al trabajo antes de fines de junio, mientras que otros regresarían en la segunda quincena de julio. Pero es probable que Johnson les pida a quienes pueden trabajar desde casa que sigan haciéndolo, lo que tendría sentido; su mensaje de “quedarse en casa” ha tenido tanto éxito que muchos británicos son reacios a regresar a sus entornos laborales.
No obstante, los planes de reapertura también generarán confusión, y es poco probable que los empleadores que exigen claridad, la tengan. Por muy prescriptivo que suene, las nuevas directrices aún dejarán mucho a la interpretación, con frases como “cuando sea posible”. Los sindicatos de Gran Bretaña ya están presionando por medidas de seguridad claramente obligatorias. Keir Starmer, líder del opositor Partido Laborista, criticó los documentos de consulta por considerarlos demasiado vagos y está pidiendo un “estándar de seguridad nacional”.
No he caminado por Londres desde que enviaron a nuestro equipo a casa en marzo, pero imagino kilómetros de oficinas vacías y calles desiertas, normalmente el lugar de trabajo de unos 522.000 profesionales, que salen de las estaciones del metro cada mañana, llenan relucientes edificios y frecuentan bares, gimnasios y restaurantes locales. Lo peor de todo es pensar en el edificio de las oficinas centrales Bloomberg –construido hace poco y galardonado– en gran parte vacío. Pero justo cuando la gente lograba acostumbrarse a las nuevas normas para volar después de los atentados del 11 de septiembre, sospecho que finalmente volveremos a compartir espacio con nuestros colegas. Solo que va a ser diferente.