Después de más de una década de producción en declive, derroche y una mayor carga fiscal que cualquier otra perforadora en Latinoamérica, no es de extrañar que Petróleos Mexicanos (Pemex) sea la petrolera más endeudada del mundo. La producción de petróleo de Pemex se ha reducido casi a la mitad desde un pico en 2004, y sus reservas probadas son solo una cuarta parte de lo que eran hace casi dos décadas. Sin embargo, en lugar de priorizar el mantenimiento de los yacimientos petrolíferos y los nuevos descubrimientos, la empresa de energía del gobierno ha gastado dinero en unidades de negocio secundarias y proyectos de perforación ineficientes.
Sus seis refinerías funcionan a aproximadamente un tercio de su capacidad y pierden más dinero con cada barril de crudo extra que procesan, a pesar de los proyectos de actualización que comenzaron a principios de la década de 2000. La refinería Tula Bicentenario, de US$12.000 millones, fue se desechada cinco años después de su anuncio, y ahora el nuevo gobierno quiere gastar US$8.000 millones en otra en Dos Bocas.
Pemex perdió más de US$1.000 millones en decrépitas plantas de fertilizantes compradas en 2014 y 2016 y despilfarró millones de dólares en una unidad de generación de electricidad creada en 2015 y ya desaparecida, señaló un informe de la Oficina Federal de Auditoría de México en febrero.
La compañía ha buscado reducir el gasto a lo largo de los años para apuntalar sus finanzas. Sin embargo, las medidas de austeridad, aunque ayudaron a frenar la aceleración de su deuda, hicieron poco para evitar que subiera más, hasta los US$107.000 millones. También es seguro que la producción continuará disminuyendo a medida que se suspende el mantenimiento de campos y el desarrollo de nuevos pozos, y se retrasa la renovación de sus refinerías envejecidas.
Para empeorar las cosas, Pemex ha sido durante mucho tiempo la fuente de ingresos del gobierno, y representa aproximadamente 20 por ciento del presupuesto federal anual. En las últimas dos décadas, 95 por ciento de las ganancias antes de impuestos de Pemex se destinaron al gobierno, más que incluso PDVSA, en Venezuela, de acuerdo con Capital Economics.