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Derogación al impuesto Cadillac, desaire a Obamacare: K. Smith

Es probable que el Congreso esta semana elimine dos impuestos destinados a ayudar a pagar Obamacare, uno de los cuales jamás ha tenido efecto. Irónicamente, este último es el que el Congreso debería mantener. Galería de fotos

Deadline Approaches To Signup For Health Insurance Under Affordable Care Act
Deadline Approaches To Signup For Health Insurance Under Affordable Care Act | Photographer: Joe Raedle/Getty Images North America

Es probable que el Congreso esta semana elimine dos impuestos destinados a ayudar a pagar Obamacare, uno de los cuales jamás ha tenido efecto. Irónicamente, este último es el que el Congreso debería mantener.

Es un error derogar el llamado impuesto Cadillac, que en realidad nunca se ha recaudado, porque habría hecho que el código impositivo fuera más progresivo y el seguro de salud más asequible. Por el contrario, eliminar el impuesto a los dispositivos médicos, que estuvo vigente solo de 2013 a 2015, es una medida sensata que alentará el crecimiento y sacrificará pocos ingresos.

Cuando el Congreso ratificó Obamacare en 2010, también aprobó más de una docena de aumentos de impuestos, algunos de los cuales no estaban programados para entrar en vigencia durante años. El acuerdo para finalizar el cierre del gobierno 2018-2019 retrasó aún más la implementación de varios impuestos.

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Uno de ellos fue el impuesto Cadillac, llamado así porque se habría exigido a los costosos planes de seguro, algunos de los cuales pagan servicios que generalmente no se consideran necesidades médicas. Estos planes son deducibles de impuestos para los empleadores y libres de impuestos para los empleados. Por lo tanto, sirven como una forma para que las empresas aumenten efectivamente la compensación sin que ellas o sus empleados paguen ningún impuesto.

Este tipo de planes extravagantes generalmente los disfrutan empleados bien remunerados, por lo que el impuesto Cadillac habría sido progresivo. Más importante aún, estos planes elevan la demanda de servicios médicos en general, con lo que aumenta el costo de la atención médica. El impuesto Cadillac habría desanimado a las empresas a elegir este tipo de planes, reduciendo así el precio del seguro para todos los demás.

El caso del impuesto sobre dispositivos médicos es más difícil de formular. Durante los dos años que estuvo vigente, hubo grandes pérdidas en empleos e inversiones en la industria de dispositivos médicos, lo que algunos observadores atribuyen al impuesto. De todos modos, su diseño siempre fue un tanto perverso. La teoría de trabajo parecía ser que, dado que Obamacare estaría subsidiando la compra de atención médica, también aumentaría la demanda de dispositivos médicos. Esta mayor demanda derivaría en mayores ingresos para las compañías de dispositivos médicos, algunos de las cuales se recuperarían.

Lo que esta teoría no tuvo en cuenta fue el hecho de que muchos fabricantes de dispositivos médicos son pequeñas empresas con poco poder de mercado en comparación con los grandes grupos de hospitales con los que hacen negocios. Estas empresas se verían obligadas a pagar el impuesto, con lo que reducirían su margen de beneficio.

Los fabricantes más grandes podrían pasar el impuesto a hospitales, pacientes y, en última instancia, compañías de seguros. Las compañías de seguros responderían aumentando los precios. Debido a que Obamacare subsidia muchos planes de seguro con créditos fiscales, esto resultaría en más gastos por parte del gobierno federal.

En conjunto, estas dos posibilidades implicaban que, o bien el gobierno estaría recaudando pocos ingresos, o impondría una gran carga a las pequeñas empresas con poco poder de mercado. Esto hizo que el impuesto fuera altamente ineficiente y un buen candidato para la derogación.

Es común pensar en los impuestos, en particular los que se utilizan para pagar la expansión de la atención médica, como una compensación entre el crecimiento económico y la eficiencia, por un lado, y la equidad económica y la progresividad, por el otro. En este caso, sin embargo, estos dos impuestos tienen un puntaje muy distinto. Claramente vale la pena intentar con uno, mientras que el Congreso tuvo razón al abandonar al otro.