Está soleado y caluroso, los colegas vienen al trabajo en pantalones cortos, las terrazas de los restaurantes están llenas de clientes. Eso suena bien y, sin embargo, para algunas personas, esas condiciones provocan depresión e incluso pensamientos suicidas.
Un artículo reciente de Marshall Burke y colaboradores de la Universidad de Stanford estima que un aumento de 1 grado centígrado en la temperatura mensual promedio produce un incremento del 0,68 por ciento en la tasa mensual de suicidios en Estados Unidos y un aumento del 2,1 por ciento en México.
Burke también descubrió que cada grado adicional en la temperatura promedio incrementa en un 0,79 por ciento la probabilidad de un lenguaje depresivo en Twitter. Esto significa que olas de calor como la que se está registrando en EE.UU., con temperaturas de 10 grados o más por encima del promedio, provocan docenas de suicidios adicionales y bajones emocionales en cientos de miles de personas, una de las razones por las cuales el cambio climático es peligroso incluso para personas en países que no están amenazados por las inundaciones y, a simple vista, solo se beneficiarían de un clima ligeramente más cálido.
El estudio de Burke es significativo debido a su diseño meticuloso; abarca el período comprendido entre 1968 y 2004, utiliza datos detallados de los condados de EE.UU. y los municipios mexicanos y se ocupa de eliminar otros posibles factores, como las tasas de posesión de armas, la desigualdad y los ciclos económicos.
Pero no es el primero en establecer una conexión entre temperaturas más altas y la gente que decide terminar con su vida (un estudio de 2016 de Konstantinos Fountoulakis, que determina que el clima influye más en la variabilidad de las tasas de suicidio en Europa que los factores económicos, enumera una impresionante lista de estudios que muestran la conexión con la temperatura).
Desde el siglo XIX, los investigadores han estudiado y han encontrado una estacionalidad en las tasas de suicidio. La mayoría ha registrado niveles más altos a fines de la primavera y al comienzo del verano (por ejemplo, datos de Suecia y Finlandia desde la década de 1750 muestran que la mayor parte de los suicidios se produjeron en el verano), algunos notaron un segundo aumento en octubre. Sin embargo, en los últimos años los hallazgos se centraron en el calor como catalizador. En 2007, Lisa Page del Instituto de Psiquiatría de Londres y sus colaboradores no encontraron evidencia de la estacionalidad en los suicidios en Inglaterra y Gales, pero descubrieron que con cada grado por sobre los 18 grados Celsius, la tasa de suicidios aumentaba un 3,8 por ciento. En 2011, Viktoria Likhvar y sus colaboradores demostraron que los aumentos de temperatura provocaban un alza inmediata en la mortalidad autoinfligida debido a suicidios más violentos, como el uso de armas y el ahorcamiento (a diferencia de los métodos más pacíficos, como sobredosis de drogas y envenenamientos).
Los científicos de la vida han enfrentado dificultades para encontrar una explicación biológica universal para el fenómeno, pero han sugerido algunas teorías. "Aunque especulativo, quizás el mecanismo más prometedor para vincular el suicidio con las altas temperaturas es psicológico", escribió Page. "Se ha descubierto que las altas temperaturas llevan a los individuos a comportarse de una manera más desinhibida, agresiva y violenta, lo que a su vez puede dar lugar a una mayor propensión a los actos suicidas".
Los investigadores también han sugerido que las tasas de suicidio pueden tener más que ver con el consumo de alcohol que con la temperatura; aunque relativamente pocos suicidios ocurren durante la temporada navideña, cuando la gente también bebe mucho, Page descubrió un nivel máximo el 1 de enero en el Reino Unido. Y en muchos países, el verano es la época en que las personas beben más fuera de la temporada navideña. Esa es una posibilidad que el reciente documento de Stanford no explica.
Existe una fuerte correlación entre el clima cálido y los estados depresivos, así como el clima cálido y el suicidio, especialmente el tipo violento.
Esto debería hacer que nos preocupemos más por el cambio climático y sus implicaciones. Incluso si queremos que sea más cálido donde vivimos, podríamos terminar con aumentos en las tasas de agresión y suicidio a medida que las temperaturas suban. Burke y sus colaboradores calcularon que un aumento de 2,5 grados en las temperaturas promedio de EE.UU. para 2050 en comparación con el nivel de 2000 –un escenario probable basado en los modelos actuales de cambio climático– elevaría la tasa de suicidios en un 1,4 por ciento, causando más de 14.000 suicidios adicionales. Tal perspectiva hace que sea importante para los científicos descubrir qué es lo que realmente causa la correlación y cómo mitigarla: si el cambio climático no se puede revertir por completo, al menos deberíamos hacer un mejor esfuerzo para enfrentar sus efectos mejorando las disposiciones sobre salud mental y los sistemas de detección anticipada.
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