Si Europa tiene una estrategia para detener la propagación del covid-19, la está escondiendo bien.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha prometido no volver a los oscuros días de cuarentena nacional, prefiriendo “vivir” con el coronavirus, pero a su Gobierno le está costando detener un repunte en los casos. Francia registró más de 10.000 nuevos casos en 24 horas durante el fin de semana, una posdata sombría a su decisión de reducir a la mitad la cuarentena requerida para los casos positivos, quedando en siete días.
Es una historia similar en España, el país con más casos en Europa y el primero en cruzar la barrera de más de medio millón en total. El presidente, Pedro Sánchez, también ha descartado las cuarentenas nacionales, pero los desordenados desacuerdos de salud pública entre Madrid y regiones como Cataluña, y un enfoque inicialmente laxo frente a la vida nocturna, han empeorado un aumento en los casos. Teniendo en cuenta la población, la tasa promedio de siete días para nuevos casos en Francia y España es superior a la de Estados Unidos.
Los casos británicos no están muy lejos, alcanzando su nivel más alto desde mayo.
Austria está advirtiendo que es el inicio de una “segunda ola”. Todavía no estamos allí en términos de muertes y admisiones hospitalarias, que se mantienen muy por debajo del pico del virus en abril. Por ahora, la mayoría de los nuevos casos parecen ser adultos jóvenes asintomáticos o ligeramente sintomáticos.
No obstante, los jóvenes no viven encerrados al vacío y las infecciones se están extendiendo a los mayores y más vulnerables. El impulso para que los adultos vuelvan a la oficina y los niños a las aulas, por loable que sea, está acelerando la propagación del virus. Las estimaciones de la tasa de reproducción de Bank of America sugieren que está por encima de 1 en todos los grandes países europeos excepto Alemania, lo que significa que una persona infectada en promedio transmitirá el virus a más de una persona. Los médicos advierten sobre un duro invierno en el que no habrá vacuna.
Es por eso que llenar los vacíos en las pruebas, el seguimiento y el aislamiento de los casos será crucial para romper las cadenas de transmisión en los próximos meses. Europa está realizando muchas más pruebas que al comienzo de la pandemia, y la proporción de pruebas positivas es de 10% o menos, pero la asignación de recursos sigue siendo bastante lamentable.
Se hacen pruebas por doquier, a casi cualquier caso sospechoso, y esto ha abrumado a los laboratorios. Recuentos de esperas de hasta ocho días para obtener un resultado en Francia, o la acumulación de casi 200.000 pruebas en el Reino Unido, son un contrapunto absurdo a los objetivos políticos de un millón o más de pruebas por semana. Es negativo para la confianza pública y para la economía, dada la necesidad de autoaislarse mientras se esperan los resultados. No es de extrañar que la gente a menudo ignore las reglas de permanecer en casa.
La parte de seguimiento en la ecuación también ha fracasado. Las aplicaciones de seguimiento digital diseñadas para rastrear fácilmente las posibles transmisiones a partir de un caso positivo no han logrado atraer a una masa significativa de usuarios en algunos países. El Reino Unido aún no ha lanzado el rediseño de su versión. Los rastreadores humanos están lidiando con una disminución en los contactos identificados por caso positivo. En Francia, actualmente es de dos aproximadamente, mientras que en España, la cifra es de cerca de tres. Esto es como buscar una aguja en un pajar.
Hay espacio para ampliar la capacidad de prueba, o al menos repartir los recursos de manera más eficiente. Ayudaría tener más laboratorios móviles y tipo drive-thru. Los equipos de prueba deberían enfocarse en las poblaciones que más los necesitan, como casos sintomáticos o trabajadores sociales, y a la par reservar un enfoque más agresivo para zonas o áreas de alta incidencia. Reglas claras y simples sobre cuándo las pruebas son realmente necesarias podrían evitar que se precipiten a realizar pruebas en escuelas u oficinas.También podría haber más experimentación con la “agrupación” de muestras múltiples que se prueban al mismo tiempo para ahorrar recursos o tipos alternativos de métodos de prueba, como el uso muestras de saliva, aunque existe el riesgo de más falsos negativos.
En el frente de seguimiento de contactos, se necesita una mejor organización, más capacitación y más alcance. Una mayor contratación es una cosa —Francia está reclutando 2.000 rastreadores de contacto adicionales—, pero esto debe ir acompañado de una sólida formación dado que este trabajo requiere trabajar con comunidades locales y recopilar información confidencial que las personas podrían no querer compartir. Si las aplicaciones digitales no cobran fuerza, se podrían probar otras técnicas como el rastreo “hacia atrás” de contactos, en el que los casos nuevos y sus contactos están vinculados a eventos o lugares que podrían señalar más casos potenciales (y grupos).
Claro, esta es solo una pieza del amplio rompecabezas del virus. Las máscaras faciales y el distanciamiento social siguen siendo fundamentales. Pero es notable lo que se puede lograr con una política de prueba efectiva. En la región de Mayenne, en el noroeste de Francia, donde el brote de casos se frenó con éxito el mes pasado, se realizaron pruebas masivas y bajo el objetivo de obtener resultados en un plazo comprendido entre 24 y 48 horas. ¿Por qué no simplemente apuntar a este tiempo de respuesta a nivel nacional? Esto haría que esas promesas de “no más cuarentena” fueran un poco más fáciles de cumplir.