Quay House en Canary Wharf de Londres es una caja de vidrio de dos pisos ubicada en medio de algunos de los edificios más altos de Europa. Sus últimos dueños tienen grandes planes, con los cuales podrían transformar el edificio en un hotel de altura más parecida a la de sus vecinos de 180 metros (600 pies).
La propiedad es la primera adquisición de Firethorn Trust, firma respaldada por dos familias multimillonarias estadounidenses: los Van Tuyl, que amasaron su fortuna con concesionarias de autos, y el clan Stephens, dueño del banco de inversión del mismo nombre.
Ambos desafían las predicciones de que la decisión que tomó en 2016 el Reino Unido de abandonar la Unión Europea destruirá el sector financiero del país y perjudicará la economía. Si bien la libra cayó 11 por ciento desde la víspera del referéndum, la desaceleración no ha sido tan drástica como la conmoción que siguió a la votación.
Sin embargo, las señales ominosas abundan. Los inversores en un fondo de Schroders Plc que posee algunas de las oficinas más caras de Londres buscan retirar casi un quinto del caudal de US$1.090 millones, según personas con conocimiento del tema. Standard & Poor’s advirtió el mes pasado que las probabilidades de un brexit sin acuerdo han aumentado, lo que crea riesgo de recesión.
Firethorn Trust ve con agrado esa aprensión.
“El brexit en su estado actual causa incertidumbre”, dijo Peter Mather, uno de los socios fundadores de la firma. “La incertidumbre causa volatilidad y la volatilidad genera oportunidades”.
Los Stephens y los Van Tuyl invirtieron 200 millones de libras (US$263 millones) para iniciar el fideicomiso con sede en Londres en septiembre.
Los estadounidenses no son los únicos que planean sacar partido de las oportunidades inmobiliarias inducidas por el brexit.
Este año la empresa israelí Alony Hetz Properties & Investments Ltd. acordó invertir 340 millones de libras para lanzar Brockton Everlast, que adquirirá y desarrollará oficinas en el Reino Unido.
El brexit puede darnos una ventana de oportunidad para ingresar a “donde otros tienen miedo y quieren irse”, dijo Moti Barzilay, vicepresidente ejecutivo de Alony Hetz, que es controlada por el máximo responsable Nathan Hetz y David Wertheim, que también posee la franquicia israelí de Coca-Cola junto con su hermana Drorit.
Los inversores extranjeros están comprando ávidamente más inmuebles de oficinas en Londres y representaban el 74 por ciento del mercado al 28 de agosto, mientras que a fines de 2016 ese porcentaje era del 67 por ciento, según Green Street Advisors. Los inversores norteamericanos representan el 15 por ciento del total de transacciones en lo que va del año, frente a un 10 por ciento en 2017 y un 25 por ciento en 2016.
La mitad de las inversiones proviene de Asia en 2018, luego de una ola de ventas de 2017 durante la cual algunos de los edificios más emblemáticos de Londres cambiaron de manos. En marzo del año pasado, la firma C C Land Holdings Ltd. de Cheung Chung-kiu pagó 1.150 millones de libras por una de las torres más altas de Londres, el Edificio Leadenhall, comúnmente conocido como el Rallador de Queso. Cuatro meses después, la rama inmobiliaria del fabricante de salsa de ostras Lee Kum Kee compró el edificio Walkie Talkie por 1.300 millones de libras.