Los incendios forestales que se desataron en el círculo polar ártico desde principios de la primavera boreal provocaron el mes pasado un aumento récord en la contaminación provocada por el fuego.
Los incendios del Ártico emitieron en junio 16,3 millones de toneladas métricas de carbono, o alrededor de 60 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono. Se trata de los niveles más altos desde al menos 2003 y casi nueve veces más que los del mismo mes de 2018, según datos del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera Copérnico de Europa. El récord anterior para un mes de junio se registró el año pasado, cuando los incendios fueron los peores en registro.
La región del Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del mundo, lo que lleva a que el hielo marino se derrita más rápido de lo que pronosticaron los científicos. El aire cálido que se extiende desde Siberia a través del Ártico no causa directamente incendios forestales, pero junto con los bajos niveles de humedad del suelo y la escasa precipitación, puede contribuir a condiciones ideales para que los incendios se propaguen.
Este año, algunas zonas del Ártico registraron temperaturas hasta 16 grados Celsius (29 Fahrenheit) más altas de lo normal para un mes de mayo, y la ciudad de Verkhoyansk, en Siberia, alcanzó 38 grados Celsius (100,4 Fahrenheit) el mes pasado. La temporada de incendios, que generalmente empieza a principios de mayo y se intensifica a inicios de junio, este año comenzó antes, según revelaron datos de satélites que registraron incendios forestales en marzo.
Los incendios suelen propagarse por bosques y turberas en Siberia, una región que se extiende por todo el norte de Rusia y alberga el bosque más grande del mundo. La seca vegetación en estas vastas llanuras puede arder bajo la capa de nieve del invierno y, según datos de mayo dados a conocer por de Copérnico, las altas temperaturas ya estaban reavivando estos “incendios zombis“.